Revista Viajes

Cómo conseguimos dinero para viajar por el mundo

Por Pilag6 @pilag6

Viajamos por el mundo y no somos ricos. Nuestra familia tampoco lo es. Así que no recibimos ayuda de ellos. Aunque nos encantaría que nos lloviera dinero de una herencia o de un tío rico desconocido. Tampoco tenemos un trabajo estable en el que ganemos lo suficiente para darnos unas vacaciones de lujo en el exterior, ni que nos permitan ausentarnos por más de dos míseras semanas. No nos ganamos la lotería, no encontramos un tesoro perdido en el mar. No tenemos cuentas secretas en Suiza o en Panamá. Pero, y por fin llega la parte positiva, tenemos muchas ganas de viajar. Esas ganan hicieron y hacen la diferencia.

En los viajes, el dinero llega a ser un dolor de cabeza y juntar plata para hacer un viaje largo no es tan sencillo como soplar y hacer botella. En este artículo te vamos a contar qué es lo que hacemos para mantenernos viajando. No es ningún secreto de estado, ni tenemos la solución mágica. Tampoco conocemos al duende que está al final del arcoíris. Aunque varias veces deseamos que fuera real.

¡¡¿Dónde estás duendecillo?!!Cómo conseguimos dinero para viajar por el mundo

En septiembre del 2012 aplicamos para la Visa Working Holiday de Nueva Zelanda. Cuando llegamos al final del formulario y vimos un cartel que decía visa granted éramos las personas más felices del mundo. Pero la sonrisa se vio truncada luego de conocer los precios de los pasajes de avión a nuestra tierra prometida. Necesitábamos comprar un pasaje que cruzara el Pacífico y nos dejara en el extremo opuesto del planeta. No fue fácil. Aún así, lo conseguimos.

El pasaje valía mucha plata. No teníamos dinero ahorrado. Vivíamos al día y nuestros sueldos no eran los mejores. Los dos teníamos trabajos estables que nos daban un sueldo mensual que apenas nos alcanzaba para vivir. La casa en la que habitábamos no era nuestra y pagábamos un alquiler, además de afrontar los gastos regulares que se tienen para mantener un hogar. Llevábamos una vida ajustada y ahorrar dinero para el viaje no iba a ser una tarea sencilla. Tampoco teníamos a quien recurrir. No venimos de familias adineradas y estábamos (¿estamos?) grandes para pedir prestado a papá y a mamá. Con el plus que el viaje no era lo que nuestra familia esperaba/quería para nuestro futuro. Así estaban las cosas y nuestra situación no era muy prometedora que digamos.

Lo primero que hicimos fue escribir una lista con los bienes que poseíamos y de los cuales podíamos prescindir. Y los vendimos. El dinero nos alcanzó para comprar los pasajes porque teníamos un auto que lo hicimos efectivo lo más rápido posible. Aún así necesitábamos ahorrar más para viajar y para hacer trámites relacionados con la visa.

Entonces empezamos a trabajar de cualquier cosa que se nos cruzara por el camino. Aprovechábamos todo tipo de oportunidad que tuviéramos para hacer dinero fácil. Repartíamos diarios, limpiábamos negocios, trabajábamos de mozos en eventos y de barman y barwoman en la barra de una disco. Todo nos venía bien. Y de a poco fuimos juntando los pesitos que necesitábamos.

Un año nos llevó ahorrar lo que precisábamos para el viaje. Fue difícil pero estábamos decididos. Y eso fue lo que marcó la diferencia. Estar seguros que lo que queríamos hacer era viajar. El compromiso con nuestro proyecto fue lo que nos impidió abandonar y nos empujó a trabajar como locos durante un año.

Una vez en Nueva Zelanda comenzamos a trabajar y los problemas de dinero quedaron en el pasado. Llevábamos una vida normal, gastando lo menos posible y trabajando mucho. En Nueva Zelanda nos resultó sencillo encontrar trabajos que nos permitieran ahorrar, pero fue duro. Los empleos que podíamos conseguir eran pesados para el estilo de vida que llevábamos en Argentina.

Imagínate como sería cargar sobre tu pecho una bolsa de quince kilos de kiwis, mientras caminas levantando las manos para recolectar esta misma fruta y lo haces casi ciego por todos los pelos de kiwis que se te meten dentro de los ojos. Sumale a esta situación a tu jefe gritándote atrás: faster!! faster!! (Más rápido!!!).

O trabajar en empaquetadoras de kiwis por doce horas consecutivas. Agacharte y levantarte cada dos segundos para clavar en el suelo tallos de plantas de Black Currant (grocella negra) en una extensión de tierra removida de trescientos a cuatrocientos metros de largo durante nueve horas. O levantar bolsas de leche en polvo de veinte kilos durante una jornada de doce horas laborales. O pasar horas y horas mirando una línea desbordada de papas fritas correr adelante tuyo, con un olor que te va a acompañar a todos lados y que al poco tiempo vas a odiar.

Cuando trabajábamos en la cosecha de kiwis me levantaba a la mañana y lo primero que hacía era lavarme las manos con agua hirviendo. No podía doblar los dedos de las manos y las sentía siempre rígidas. Muchas veces hacíamos doble turno, trabajando de mañana en la recolección y de noche en la empaquetadora de kiwis, trabajando un total de dieciséis horas por día. Fueron tiempos locos y de mucho trabajo. Pero gracias a ese esfuerzo nos pagamos el viaje a Fiji y nos la pasábamos de fiesta en fiesta en .

Después de la temporada de kiwis nos fuimos de viaje a y nos gastamos la mayor parte de lo que habíamos ahorrado. Empezamos a trabajar a la semana de haber vuelto a Nueva Zelanda en un campo en el que teníamos que clavar en el suelo (en forma lineal y a una distancia de un pie de largo) tallos de plantas de Black Currant. El trabajo consistía básicamente en agacharte todo el tiempo. El tercer día no podía caminar y tuve que faltar. Pero al cuarto ya estaba mejor y empecé a ir de nuevo. Después cosechamos papas y cebollas, trabajamos en una fábrica de bulbos de flores y en una fábrica de leche en polvo. Hasta que conseguimos un trabajo estable en Talley's, una empresa dedicada a la producción de papas fritas.

En nos ofrecían trabajo por tiempo indefinido y que no se suspendía por lluvia (como los trabajos temporales anteriores). Además nos pagaban vacaciones y cinco días al año por enfermedad. La decisión fue unánime, nos quedamos. El trabajo era sencillo. Lo único que teníamos que hacer durante todo el día era ver papas fritas pasar frente a nuestros ojos. Si una era negra o verde o tenía una forma rara la teníamos que tirar a la basura. Una vez por semana debíamos limpiar la fábrica, trabajo difícil y forzoso, pero divertido si lo comparábamos con las tareas diarias, porque podíamos charlar y jugar al carnaval con las mangueras de bomberos que usábamos para limpiar las maquinarias enormes. Si bien en su momento no veía la hora de dejar de trabajar en Talleys, hoy lo recuerdo con cariño. Fue un lugar en donde conocí a muchos amigos, en donde tengo muchos buenos recuerdos y que me permitió viajar como lo hice. Hoy agradezco haber atendido el teléfono cuando Richard, el antiguo Manager de la fábrica me llamó para una entrevista laboral.

Cuento todo esto para generar consciencia. No quiero que te desilusiones, ni que creas que es difícil vivir de esta manera. Pero quiero que seas consciente que no es tan fácil como parece o como otros la cuentan. Que las fotos que ves son bonitas y hasta sonrío en la mayoría, pero todo tiene un costo. Y ese fue el mío y el de Pila. El costo de nuestro viaje fue trabajar duro para mantenernos en el camino.

Cuando nos fuimos de Nueva Zelanda dejamos de trabajar por dinero. En varios países trabajamos por alojamiento y por intercambio con publicidad. Siempre intentando gastar lo menos posible y viviendo con lo justo y necesario.

Así fue como Pila y yo costeamos nuestro viaje. En estos momentos de sedentarismo estamos buscando otra forma de hacerlo. Tal vez con la escritura o con el blog de viajes que estás leyendo. Pero hay que ponerle muchas ganas y mucho esfuerzo. Hasta ahora, con De Libros y Viajes hemos conseguido descuentos, regalos y alojamiento gratuito por sponsoreo, pero nada de efectivo.

También hay otras opciones para ganar dinero y mantenerte en el camino. Solo basta con que mires un poco lo que hacen otros viajeros y hagas un poco de benchmarking. Muchas de las personas que conozco que viajan del mismo modo que nosotros, realizan este tipo de actividades para ganar dinero:

  • Venden postales y marcadores.
  • Escriben y venden sus libros.
  • Tienen sponsors en sus páginas webs.
  • Escriben para revistas gráficas y/o digitales.
  • Venden imágenes y fotografías.
  • Planifican viajes por encargue.
  • Hacen shows musicales o de otros tipos a la gorra.
  • Venden suvenires o bisutería que confeccionan ellos mismos.
  • Llevan adelante campañas de Community Manager y SEO para empresas.
  • Crean páginas webs.
  • Reciben donaciones de seguidores.
  • ...y la lista puede continuar hasta el infinito.

El límite es tu creatividad y tu capacidad para imitar lo que otros ya están haciendo y mejorarlo en lo posible o ponerle tu toque personal. Hay que rebuscársela como se pueda y no hay leyes al respecto que regulen tus ganas de seguir viajando. Sólo depende de vos.

En este link vas a encontrar el libro de Pila: La Soledad del Alma. Podes comprarlo aquí para ayudarnos a seguir viajando. Gracias!

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