Revista Educación

Cómo conseguir que hagan los deberes

Por Mónica Soldevila @mosolvi

Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber.

Albert Einstein

gusano lleva libros

- Mónica Soldevila -

El primer paso es desarrollar actitudes positivas hacia las tareas de clase, organizando el tiempo y el espacio, y explicándoles por qué es tan importante hacer los deberes. Es tarea de los padres explicar a sus hijos que nada que realmente merezca la pena se consigue sin esfuerzo y que, por ello, es necesario seguir trabajando después de clase. La familia debe recordar a los niños que necesitan practicar mucho los conocimientos que adquieren en clase para llegar a dominarlos con facilidad.

Debemos fijar una hora y un lugar adecuados para hacer los deberes. El lugar escogido puede ser cualquiera en el que se pueda trabajar cómodamente y no encuentren demasiadas distracciones. Es preferible que cuenten con un área destinada al estudio, aunque sea pequeña, así dispondrán de un lugar en el que mantener sus útiles y herramientas de aprendizaje, como bolígrafos, cuadernos, el atlas, los colores o los rotuladores, siempre en un mismo lugar. Además, el estar en un área especial evoca un sentido de propósito en los escolares que les ayuda a concentrarse en las tareas que tienen.

Es un error obligar a los niños a hacer sus tareas siempre en una mesa concreta o en una biblioteca, no pasa nada si, de vez en cuando, deciden trabajar en una atmósfera más informal y relajada. Se trata de hacer del momento de las tareas un momento agradable, sin tensiones ni lágrimas. Pueden hacer los ejercicios en el sillón o en la mesa de la cocina, por ejemplo, lo importante es que estén cómodos y que no existan distracciones a su alrededor. Nunca les permitiremos hacer los deberes con la televisión encendida o mientras escuchan música; esto crea malos hábitos de estudio.

Si conseguimos que los niños interioricen la realización de las tareas como parte de la rutina diaria, todo será más fácil. Al llegar a casa deben tener un horario en el que se contemple la realización de los deberes todos los días. Incluso los días en los que no traen deberes del colegio, deben dedicar un tiempo a leer o a repasar. El tiempo que cada niño necesita para acabar sus tareas depende, entre otros factores, de la edad por lo que los profesores recomendamos asistir a las reuniones y a las entrevistas del colegio, el tutor o tutora puede orientarnos a la hora de elaborar el horario del niño. Teniendo en cuenta que deben acabar sus tareas unos cuarenta y cinco minutos antes de acostarse para poder disfrutar de tiempo libre y relajarse. Es muy positivo que los niños lean en la cama antes de dormirse, pues la lectura ayuda a dormir.

Si en la familia hay varios hijos, es recomendable que hagamos coincidir las horas de estudio para que no acaben molestándose unos a otros.

A la hora de planificar la realización de tareas pendientes o inacabadas y ejercer cierto control de los deberes, es fundamental acostumbrarles a utilizar la agenda escolar, en ella podrán anotar las tareas que han de terminar, los temas a estudiar y los plazos para entregar un trabajo o preparar un control. Además es una herramienta muy útil para que los padres y los profesores puedan comunicarse rápidamente sin necesidad de convocar una reunión cada vez que necesites comentar algo al profesor de tus hijos.

Debemos ayudar a los niños a hacer los deberes para que sientan nuestro apoyo. Esto no significa que debamos resolver todas sus dudas ni controlar cada palabra que escriben. Es importante que estemos cerca, incluso podemos sentarnos con ellos de vez en cuando y aportarles ideas creativas para mejorar sus tareas, pero debemos dejar que sean ellos los que las hagan. Es tarea del papá o la mamá saber qué deberes tienen que hacer cada día y qué cantidad, para poder controlar si los han hecho todos o deben continuar al día siguiente. Podéis participar en sus tareas escuchándoles cuando leen en voz alta o explicándoles algún ejercicio que no entienden bien.

Si el niño se niega a hacer los deberes hay que explicarle las consecuencias claras de esto. Determinar y dejar claro qué sucederá si el niño no quiere cumplir con sus obligaciones. Una idea es identificar varias actividades o privilegios que disfrutan todos los días. Si cumplen las expectativas establecidas, continuarán disfrutando de estos privilegios. Si no cumplen, algunos o todos se podrían suspender. Si tenemos que llegar a este punto, hay que hacerlo con firmeza, sin riñas ni gritos pero de manera consecuente e inmediata. Los niños no entienden un castigo por algo que hicieron hace tiempo, por lo que la corrección de la conducta debe ser inmediata. Así será más efectiva.

Una vez el niño haya finalizado sus deberes, debemos revisarlos y darles nuestra aprobación, mostrarles nuestra alegría por ver que nuestro hijo ha cumplido con sus obligaciones que, probablemente, no es tarea fácil para él. Nos aseguraremos de que el trabajo esté finalizado. No nos pararemos a ver si está correcto; esto es tarea del profesor. Y, sobre todo, no les criticaremos por algo que han hecho mal.

DEBEMOS MOTIVARLES DESDE QUE SON PEQUEÑOS

La actitud de los padres frente a los deberes de los hijos determinará lo que éstos hagan en el futuro. Debemos dar mucha importancia a las tareas de los niños ya desde la guardería o desde el segundo ciclo de Educación Infantil, por ejemplo: cuando el niño trae una manualidad para hacer en familia. Podéis, entre todos, decidir cómo la vais a hacer, buscar juntos los materiales a utilizar… Es importante mostrar alegría y compromiso y no quejarse del fastidio que nos supone tener que realizar la tarea del niño, ni criticar a la maestra por mandarnos “trabajo”. Al niño hay que dedicarle mucho tiempo al principio, pero, si lo haces, comprobarás que cada día es más autónomo y va tomando conciencia de sus obligaciones. Si desde el principio tratáis el tema de los deberes de manera positiva, el niño los entenderá como algo bueno y los hará con ilusión. Incluso llegará el día en que, cuando otros compañeros y otros padres, se quejen de la cantidad de deberes que hay, él te diga: – ¡Si no hay tantos! Yo los he terminado casi todos en clase. – Recordemos que las tareas de casa dependen en gran medida de cómo se haya aprovechado el tiempo en clase. De ahí que sean necesarias ya que todos los niños no van al mismo ritmo; unos necesitan más ayuda que otros.

Si tu hijo es de los que necesitan ayuda, se sentirá mucho más reconfortado si son papá y mamá quienes le ayudan, con amor y paciencia, como sólo los papás y las mamás saben hacer, animándole a hacer las tareas que le cuestan, motivándole y creyendo en él para que, al día siguiente, pueda ir al colegio orgulloso, sin sentir que siempre es a él a quien tiene que ayudar el profesor.

Me gustaría que pudierais verlos en clase; cuando traen sus tareas hechas, tienen una luz especial en sus ojos y una necesidad imperiosa de mostrarlas.

También puedes leer la entrada relacionada LA HABITACIÓN DEL NIÑO.


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