Seguramente, alguna vez en tu vida, te va a tocar describirte. Uno de los capítulos del ensayo en el que estoy trabajando, habla del autoconocimiento y también habla de cómo tenemos costumbre de definirnos y las situaciones usuales en las que lo hacemos. La más común, por supuesto, es una entrevista de trabajo. Y definirse en un contexto así supone todo un reto debido a que no puedes definirte como todos hacemos (por nuestra profesión/estudios, mirad la mayoría de las bios de Twitter) ni tampoco mediante nuestras virtudes (que no queremos enardecer demasiado por aquello de no sonar prepotentes) ni defectos (por motivos obvios). En el capítulo explico cómo hacer un DAFO personal (muy diferente al DAFO empresarial que todos conocemos), en el que definir nuestras Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades, con el que escribir nuestro propio elevator pitch, de cara a describirnos en ciertas situaciones o incluso, de cara a definir nuestra marca personal.
Hoy quiero centrarme en las fortalezas porque, si tratas de convencer a un entrevistador de Recursos Humanos de que eres su candidato ideal, creo que deberías centrarte en ellas. Por eso, te traigo un sencillo plan de 4 pasos para que aprendas a descubrirlas y a describirlas, de cara a tener una posible entrevista en la que te pregunten la típica de: “¿Por qué tenemos que contratarte?” o “¿Cuáles dirías que son tus puntos fuertes?“. Espero que te sirva ;)
PASO 1. ¿Qué te hace feliz?
Partir de la base de aquellas cosas que te hacen feliz, puede parecer lo más opuesto a aquello que debes destacar en una entrevista, pero tus fortalezas son, en buena medida, parte inseparable de tus pasiones y por eso tienes que descubrir primero qué es eso que te hace feliz. Las empresas, además, tienen mucho miedo de que una persona que contraten pueda frustrarse a la primera de cambio y que no rinda al 100% que ellos esperan, así que es fundamental destacar qué cosas te hacen feliz y relacionarlas con tu trabajo potencial, puesto que un trabajador feliz es mucho más productivo.
PASO 2: ¿En qué destacas?
Por fuerza tienes que destacar en algo. Estás en este mundo porque tienes un objetivo o una misión, aunque no la conozcas. Si no, serías una piedra o un helecho (incluso los helechos tienen una misión en la vida). Por eso es necesario que, desde la humildad (y sin creerte el mejor ni mucho menos), seas capaz de definir aquellas aptitudes que hacen de ti un buen profesional y aquellas cosas en las que destacas y por las que podrías ser necesario para una empresa.
PASO 3: ¿Qué dicen los demás de ti?
Lo mejor es tener terceras opiniones en las que tus fortalezas se apoyen y que hagan la función de buenos cimientos. Así que habla con 2 familiares, 2 compañeros de trabajo o antiguos jefes y 2 amigos, y pídeles que te ayuden a descubrir tus fortalezas diciendo aquello que destacarían de ti. Unos valorarán tus aptitudes profesionales como que eres responsable y puntual, que eres dinámico y te adaptas a cualquier cosa; y otros hablarán de tus aptitudes personales: que eres buen compañero, que siempre intentas ayudar a los demás o que trabajas bien en equipo.
PASO 4: Pon nombre a todas tus conclusiones
Que tu habilidad con los ordenadores, se convierta en una “aptitud para la informática“; que tu compañerismo se traduzca en “excelente capacidad para trabajar en equipo“; que tu actividad y tus ganas de aprender de todo que resalta tu tía Manuela de ti, se convierta en “proactividad y capacidad para el aprendizaje“; que la puntualidad se convierta en “seriedad y responsabilidad“… Y así un largo etcétera.
Poner nombre a las habilidades que has destacado tú mismo o que han destacado los demás, harán que tu elevator pitch le suene bien a quien se lo expongas. Nada de”Mi tía Manuela dice que soy una persona muy activa y que aprendo todo muy deprisa“, mucho mejor: “Una de mis mejores aptitudes es que soy una persona muy proactiva y que tengo muchas ganas de aprender, y por ello me esforzaré el doble“. No es lo mismo, ¿a que no? ;)
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