Como distinguir la demencia senil de la depresión

Las enfermedades mentales que padecen los pacientes que atraviesan la tercera edad pueden ser confundidas con gran facilidad si no se conocen adecuadamente los distintos síntomas que las caracterizan. Para distinguir dos enfermedades mentales bastantes usuales en la tercera edad podemos concentrarnos en diferentes criterios con los que no habrá posibilidad de equivocación.

Una depresión en la tercera edad suele ocurrir a partir de un suceso en particular y tiene fecha de inicio precisable. Las enfermedades mentales asociadas a la demencia senil, en cambio, se caracterizan por tener un desarrollo lento y progresivo (no tienen fecha de inicio identificable). El desarrollo sintomático en una depresión y en una enfermedad como el mal de Alzhéimer, por otra parte, también es diferente. Cuando en el primer caso la aparición de síntomas es repentina y con un alto nivel de gravedad, en el segundo el inicio es más lento y no tan grave.

La demencia senil en la tercera edad, en la gran mayoría de los casos, incluye algún tipo de daño orgánico (a nivel neuronal), mientras que la depresión no suele incluir este tipo de daños (se trata de un desajuste en el comportamiento electro-químico de los neurotransmisores implicados en ciertas zonas del cerebro). Para distinguir la depresión de la demencia senil y de una enfermedad como el mal de Alzhéimer también podemos evaluar el papel que ocupan las fabulaciones en el desarrollo de esta enfermedad. Los pacientes de tercera edad con demencia senil suelen crear todo tipo de fabulaciones como excusas de sus olvidos y fallas de memoria (esto es algo que nunca ocurre en un caso de depresión común, incluso en la tercera edad). Por último, hay que dejar por claro que el deterioro de las relaciones en uno y otro caso también es diferente. En la depresión, la persona rehúye el contacto con los demás, en tanto que en la demencia senil la pérdida de roce social es una consecuencia ulterior.