Revista Psicología

¿Cómo flexibilizar nuestras preocupaciones?

Por Centro Psiconet

Puede que tras haber leído los últimos artículos sobre las preocupaciones y la ansiedad generalizada nos hayamos sentido identificados, a la vez que hemos pensado “Siempre he sido así, a estas alturas ya no tiene solución y no lo puedo cambiar”, y eso no es del todo cierto.

El objetivo no es dejar de preocuparnos, ya que además de imposible es contraproducente. Como ya sabemos, las preocupaciones y la ansiedad comparten algo a pesar de no ser conceptos sinónimos: nos alertan sobre un posible peligro inmediato.

Si experimentar consecuencias negativas forma parte de nuestra vida también lo forman nuestras preocupaciones, pero como en tantas otras cosas, un exceso de ellas solo consigue bloquearnos y creernos destinados a un futuro irremediablemente negativo.

Nuestra intención es relativizar aquellas preocupaciones que no nos aportan nada útil (por ser muy pequeñas o por no tener indicios en el presente para sufrir por ello).

Pongamos un ejemplo: Preocuparme porque tengo una gotera hará que avise rápido al vecino (reacción útil) pero anticipar que tardarán y estaremos semanas esperando y que si la gotera aumenta quizás se desprenderán partes del techo (y así hasta generar un bucle continuo) no tiene ninguna utilidad.

¿Cómo podemos dejar de preocuparnos por todo y por nada?

  • Tomando conciencia y diferenciando mis tipos de preocupaciones

 Nadie dijo que fuera fácil, dice la canción, y esto no es una excepción. Si estamos continuamente preocupados es precisamente porque no diferenciamos qué es lo que verdaderamente nos altera, todo lo hace.

Podemos empezar preguntándonos ¿qué me preocupa y hasta qué punto? Y escribir una lista para después probar a clasificar cada una de ellas en tipo 1 (si mi preocupación está justificada) y tipo 2 (si aún no ha pasado nada malo ni tengo indicios).

Si somos capaces de establecer algunas en el número 2 estaremos ya desprendiéndonos de fuentes de malestar y comenzando a flexibilizar las cosas que nos afectan.

  • Reconciliándonos con la incertidumbre

 Aceptar que nuestro control es limitado y que por muchos esfuerzos que hagamos lo que tenga que ser, será facilitará nuestro afrontamiento de los problemas y la toma de decisiones, o dicho de otro modo:

Si tratamos de huir de la incertidumbre visualizando diferentes alternativas posibles, o si vemos como un beneficio que pensar negativamente nos ayuda a prepararnos por si finalmente ocurre, lo único que hacemos es multiplicar y perpetuar nuestras preocupaciones, sufriendo antes de tiempo o peor aún: en vano.

  • Hacer frente a nuestros miedos

Autores como Walter Riso sostienen que hay que hacer frente al miedo para domesticarlo, y para lograrlo, tendremos que reflexionar sobre nuestros argumentos para pensar mal.

Podemos preguntarnos si aquello que tememos es posible (casi todo puede serlo), pero preguntándonos también si las circunstancias del contexto lo hacen probable o no.

¿Es posible que esta tarde mi amigo y yo discutamos?

¿Es probable? ¿Para qué hemos quedado? ¿Solemos discutir?

Hemos visto que no se trata de dejar de preocuparnos o preocuparnos menos, sino de establecer fuentes de preocupación más realistas. Podemos empezar analizando aquellas preocupaciones que nos resulten más fáciles e ir avanzando poco a poco. Si quieres más información sobre cómo hacerlo, no dudes en consultarnos.

Si quieres saber las claves para detectar la ansiedad generalizada pincha aquí


Volver a la Portada de Logo Paperblog