Revista Psicología

Cómo pasar la crisis de los 30 y no sentarse en el intento

Por Laorejaquehabla
Imagen Los 30. Frontera temida antaño y por la que ahora la gente se viste de indiferencia.  . Hoy mientras mi compañera de desayuno en el trabajo, que ya los ha pasado de carrerilla, me ha confirmado mis sospechas.  "Alucinarías con mis amigas", ha dicho dando un bocado a una de las napolitanas que tanto le gustan, "están todas como si estuvieran jugando al puto juego de la sillita, como si tuvieran miedo a quedarse de pie." 
Pero de lo que tienen miedo es de quedarse sin silla, claro. Recuerdo cuando me quedaban 15 años para tener 30. Había acumulado ya 15 años de experiencia en esta vida, tenía novia y tenía clarísimo que a mis 30 tacos ya habría dejado atados todos los cabos de mi vida, igual que todos los demás. Jodidos ilusos. Entran ganas de ir a la puerta del colegio y empezar a soltar sopapos de realidad. Quince sopapos de realidad.
Mi compi de desayunos me ha puesto en situación: 
“Ayer por la noche, mi novio conelquevivoyllevo5años se puso a ver fotos antiguas y me dio envidia, así que decidí hacer lo mismo. Cuando saqué las fotos más antiguas me dio un vuelco el estómago. Ahí, abrazado a mí, estaba un hombre con el que había estado 3 años de mi vida. ¡TRES AÑOS! Y ahora parece como si nunca hubiera pasado. Miro estas fotos y es que no sé quién es ese tío”, ha dicho mientras terminaba su napolitana, que parecía atravesar su esófago.
Es increíble cómo pasa la vida, en un suspiro. Ahora está casado. Feliz. Con hijos.” Cuando se ha levantado a tirar el papel, una mujer entrada en años le ha preguntado si se iba y dejaba libre la silla. “¡ES MI SILLA!.”
Aquel hombre era la silla en la que quería sentarse. Ahora cuenta que no hay necesidad de casarse tan pronto. De tener hijos tan pronto. Eso es porque la silla que le ha tocado le escuece el culo, con perdón.  La pobre no quiere jugar al juego de la silla porque no quiere perder, pero no sabe que ya jugó. Y plantó su culo en la primera que pilló. Tal vez en la segunda o tercera. El caso es que perdió.
Imagen Porque en este juego de la silla el que gana es el que se queda de pie. Me puedo imaginar a unas cuantas solteras dando vueltas alrededor de un montón de sillas ocupadas por otros tantos solteros (-1), mientras de fondo suena la música que Bernard Herrmann compuso para psicosis. Y de repente se para, y todas plantan sus nalgas en la primera que pillan. Con esa persona tendrán hijos, se casarán para toda la vida o tal vez se divorciarán en unos meses. Y todo eso es mucho más probable que haber encontrado su amor verdadero. “Ay, yo no quería ésta silla. Me gusta más ese…, bueno venga, va.”
Mientras tanto, la que se ha quedado de pie, dice que está bien sin ser verdad. Y no es verdad porque seguirá jugando al juego de la sillita. No es verdad porque la muy tonta sigue sin darse cuenta de la puta suerte que ha tenido. Sin darse cuenta de que ha ganado, cuando la orquesta global le dice que ha perdido. 
Sin darse cuenta de que tiene otra oportunidad de encontrar (o reencontrar) su amor verdadero mientras los demás brindamos por esos "por siempre juntos" que duraron lo mismo que "Her Majesty", la canción más corta de los Beatles. Aunque claro, si fuera así, no sería tan malo sentarse.
Tal vez hijos, y un perro. Y un jardín. Mucho mejor que ver una peli con un desconocido en la sala de estar por estar. Y es que el estar por estar está de moda, y el esperar al amor verdadero demodé.
Qué casualidad que hoy me he enterado de que una ex-novia mía se casa. Creo que siempre fue de jugar a la sillita. Y he empezado a escuchar la música de nuestro querido Herrmann. Y he empezado a notar como todo el mundo me miraba. Y cuando he visto como empezaban a dar vueltas alrededor de mí mientras oía buitres, me he levantado de la silla a dar una vuelta, a ver si aparece el amor de mi vida por casualidad, antes de que alguien se me siente encima.
Al final, nosotros somos los que nos buscamos nuestra propia suerte, y no tenemos en nuestra vida más que lo que nos esforzamos por tener. A lo mejor menos, pero nunca más.
Imagen
"No ames las formas, los cuerpos, ni las apariencias. 
Esas son cosas que se deterioran con el tiempo. 
Procura enamorarte de las almas. 
A ellas el tiempo no las puede tocar" 
Anónimo.
Por eso hay que apuntar muy alto. No conformarse. Pasear mucho, y sentarse poco. Intentar ser como aquellos que están juntos, en la barra tomándose un daikiri y un whisky hielo, mientras los demás juegan a la sillita.
La Oreja que habla

Volver a la Portada de Logo Paperblog