· En primer lugar, tenemos que tener muy claro qué es lo que queremos. Tener claro que lo que queremos conseguir es justo y nos lo merecemos para ir a por ello con convencimiento, energía y tesón. · En segundo lugar, debemos estar muy atentos al otro. Saber cuáles son sus intereses, sus motivaciones; en qué puedes ayudarle. Respetar sus opiniones. Escuchar sus argumentos y observar atentamente cómo reacciona ante los tuyos.· Utilizaremos el lenguaje no verbal buscando una actitud positiva, abierta. No debemos ser agresivos o provocaremos rechazo. · Si estamos en un grupo, trataremos de implicar a los demás. Nos dirigiremos a ellos en primera persona del plural. No debemos transmitir el mensaje de que vamos a resolverles la vida, sino de que entre todos podemos encontrar lo que es mejor para el grupo.- Tenemos que ser flexibles. Transformar las dificultades en oportunidades. Adaptar nuestros objetivos a las motivaciones e intereses que vayamos descubriendo en la otra parte.
- Mostrar seguridad. Demostrar que sabemos de qué hablamos, que somos expertos, pero sin altanería y por supuesto nunca mentir. Hemos de conseguir que se fíen de nosotros no sólo por nuestros conocimientos, sino también por nuestra honestidad.
- Actuar con seriedad, sí, pero sin olvidar el buen humor: la cordialidad crea ambientes relajados en los que es más fácil conseguir una respuesta positiva.
Y en cualquier caso, si finalmente no consigues convencer, no pasa nada.
No siempre se gana. Es posible que otro haya exhibido mejores argumentos que tú, de manera que ya has conseguido algo: la posibilidad de aprender.
Y lo más importante:Si durante la negociación te has mantenido firme habrás demostrado que eres asertivo. Si has sabido entender y respetar a tus oponentes, habrás demostrado que sabes escuchar y tienes empatía. Si has convencido a algunos, aunque no a todos, entonces verás que también sabes motivar.
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