Revista Medio Ambiente

Cómo salir de tu cabeza para iniciar el cambio

Por Valedeoro @valedeoro

La acción no siempre trae la felicidad.
¿Cuántos blogs de motivación, cuántas recetas de felicidad, cuántos libros de desarrollo personal has leído en los últimos meses? ¿Y cuántas de las sugerencia has aplicado a tu día a día?

Es curioso como a la hora de pasar a la acción tu cerebro de repente se despierta y te presenta con una lista de excusas dignos de un premio literario. En resumen siempre será mejor que empieces mañana, cuando hayas cambiado de casa, cuando venga el verano, cuando ya no haga tanta calor, cuando hayas encontrado otro trabajo, cuando los niños se hayan ido de casa, cuando encuentres una caja en la que puedes dejar los libros, cuando hayas perdido 3 kg. Curiosamente tu cerebro nunca quiere dejar las cosas para mañana a las 15:30h y mucho menos te permite fijarlo en tu agenda. Prefiere que los cambios se queden en estado difuso para cuando le vaya bien.

Por cierto, a tu cerebro los cambios casi nunca le van bien.

Tu cerebro está hecho para el cambio, aunque no le guste

Sin la llamada plasticidad neuronal (la capacidad del cerebro de crear nuevas conexiones neuronales para aprender nuevas cosas) nuestra especia habría desaparecido hace mucho tiempo. Los cambios no solo son posibles, sino son parte integral del ser humano. Sin embargo, eso no significa que a tu cerebro le gusten los cambios. Al final de cuenta la creación de nuevas conexiones neuronales (lease: nuevas actividades y nuevos hábitos) cuesta energía.

Si tu cerebro puede ahorrarse esta energía con una lista elaborada de fechas futuras, lo hará encantado. No es que no quiera hacerlo, solo no quiere hacerlo hoy y mucho menos ahora. O sea, no es que no puedas, una parte de ti no quiere.

¿Más vale el mal conocido que el bien por conocer?

Además, tu cerebro tiene miedo de equivocarse. No quiere utilizar tanta energía solo para después darse cuenta de que no sirvió de nada y te lo pinta en un cuadro vivo y siniestro. En tu consciente este miedo al fracaso suele venir disfrazado de exigencias garantistas: quieres una garantía de que todo irá bien antes de empezar.

Nadie te puede garantizar que las cosas irán bien, que tus intentos darán resultados y que el día de mañana estarás más feliz (más sana, más rica, más relajada) que hoy. Lo que sí te puedo garantizar es que si no haces nada, mañana seguirás igual que hoy. Si eso te parece bien, enhorabuena. Pero si hay algo que te molesta de tu día a día, más vale la pena que busques un pequeño cambio ya.

Engatusar el cerebro pasito a pasito

Por suerte la actividad de buscar excusas también cuesta energía, así que para actividades rutinarias o muy pequeñas, tu cerebro pasa de generar excusas. No cuestiona tu decisión de lavarte los dientes por la mañana, porque es lo que se hace.

Ese hecho lo puedes aprovechar: este fin de semana, introduzca un pequeño cambio en tu día a día. Date un chapuzón de agua fría después de la ducha. Haz la cama después de levantarte. Pon el lavavajillas antes de irte a dormir. Define alguna acción tan, tan pequeña que no vale la pena pensársela mucho a la hora de pasar a la acción.

Y entonces, actúa.


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