Existen distintas formas de esclavitud. Y una de ellas es la esclavitud autoimpuesta de aquellas personas que dejan de actuar de determinado modo por tener miedo al qué dirán; es decir, por convertir el juicio ajeno en la brújula de su propia vida. Tú eres dueño de tus propias decisiones y existe un motivo fundamental para dejar de perder el tiempo en medio del miedo al qué dirán: la vida avanza de una forma irremediable, nadie puede dar marcha atrás en su reloj vital. Por tanto, aprovecha tu presente porque es un regalo.
Para ser libre ante la esclavitud del qué dirán también debes de rodearte de personas que son una suma de respeto, empatía y comprensión en tu vida. Es imposible caer bien a todo el mundo, sin embargo, tener un núcleo de relaciones sociales que a nivel de resiliencia suman fortaleza emocional, es una buena medida para diferenciar entre lo prioritario y lo secundario.
No te preocupes tanto por el qué dirán porque en realidad, cada persona está centrada en sus propias preocupaciones. Por tanto, no hay nadie que dé tanto peso a los asuntos propios como uno mismo.
Toma decisiones que te ayuden a sentirte mejor contigo mismo. Por ejemplo, puedes borrar de tu agenda de contactos el número de teléfono de esas personas con las que ya no quieres volver a quedar. O puedes dejar de quedar con una persona que de forma frecuente hace juicios de valor sobre tu vida sin que tú le hayas pedido opinión al respecto. También puedes dejar de quedar con esa persona cuyas conversaciones se reducen a cotilleos sobre terceros.
En ocasiones, el miedo al qué dirán es un sentimiento que una persona ha interiorizado en las primeras etapas de su vida. Por ejemplo, al haber sufrido el vacío social en la infancia y en la adolescencia. En ese caso, es muy importante que como adulto, recuerdes que tu situación no es la misma de aquel momento. Como persona madura y responsable de tus actos puedes hacer frente a situaciones difíciles con más recursos.
Desdramatiza la situación porque no pasa nada por ir contracorriente y no contar con la aprobación de otros ante una decisión personal. Lo cierto es que incluso en una relación de pareja es normal tener diferencias de criterio.
Pon el foco de atención en el lugar correcto: vive centrado en tu propio camino y recuerda que tu verdadera brújula debe de ser el equilibrio entre razón y corazón en la búsqueda de la felicidad. Un proceso de coaching es una buena herramienta de ayuda para conocerte mejor a ti mismo, saber qué quieres y luchar por tus metas sin que el freno del qué dirán se convierta en un obstáculo. Ten siempre claro cuál es tu orden de prioridades y diferencia entre lo importante y lo secundario.
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Maite Nicuesa para 3Contigo Coaching
Coaching personal, profesional y para la salud en Madrid y Figueras.
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