Revista Cocina

Cómo simplificar tu vida en tres pasos

Por Robertosancheze

Si es tu primera visita, me gustaría darte la bienvenida que te mereces.

(Como cada lunes, me gustaría aportar mi granito de arena para que el primer día de la semana sea un gran día para ti. Por eso comparto este capítulo revisado y actualizado de “Una vida sencilla”. ¡Feliz lunes!)

Más allá de las causas y razones -volveríamos al debate sobre educación, religión, publicidad, etc.-, estás acostumbrado a vivir al límite. ¿Al límite? Seguramente por encima del límite.

Estás plenamente convencido de que una vida “plena” es sinónimo de una vida “llena”.

Llena de actividad, llamadas, estrés, trabajo, compromisos, comida, nervios, conocimiento, responsabilidades, dinero, rabia, diplomas, recuerdos, dolor, emails, pertenencias,… Hasta que un día te das cuenta de que no, que precisamente todo eso que “llena” tu vida en realidad la está “vaciando”, vaciando de sentido, de tranquilidad, de alegría, de disfrute,… Tu vida se está vaciando de vida.

¡Es suficiente! Ya has tomado conciencia y decides cambiar. Sin embargo, te resulta difícil. Por un lado está el hábito. Llevas toda tu vida viviendo de esa manera, pensando de esa manera, sintiendo de esa manera, creyendo de esa manera, etc. Por otro lado, tu entorno y cultura no tiene por qué cambiar –vive y deja vivir–, a la vez que seguirá invitándote a llenar tu vida de cosas sin sentido –todos lo harán: tu familia, tus amigos, la tele,… la sociedad en general.

No temas. Aprende de los errores y recuerda adonde te llevaron. Y a partir de ahí simplifica. Sigue estos pasos:

1. Libérate

Empieza siempre por aquí. Vacía, despréndete, haz hueco, desaprende, rebobina, crea espacio. Hubo un día en que no tenías nada de lo que hoy te satura y estabas igualmente vivo. ¿Recuerdas cuándo? Vuélvete inocente como un niño.

Deshazte de tu mundo material. Quédate con lo indispensable, lo mínimo que necesites para reiniciar tu vida. Practica el minimalismo.

Olvida las creencias que te limitan. Deja atrás los miedos banales, como a no terminar la carrera o perder el trabajo, al igual que otros más imponentes, como llevar la contraria a tu padre –de verdad– o incluso temer a la muerte.

Deja de tener en cuenta las opiniones y juicios de los demás. Piensa que la mayoría de cosas las hacías sin querer hacerlas, sólo para aparentar, para lograr la aprobación de los que te rodean, para mostrarte al mundo de una forma que no eres.

Para simplificar, libérate.

2. Elige

Ahora sí, empiezas de cero. Es momento de elegir. Cada elección debe ir acompañada de tres cualidades: conciencia, coherencia y responsabilidad.

Elegir es la cúspide la libertad. Si puedes elegir es porque eres libre, porque antes te has liberado. Precisamente uno de tus problemas era que estabas tan atado a tantas cosas que tus posibilidades de elección cada vez eran más pequeñas y eso te llevaba a un estado de ansiedad, a una claustrofobia en vida. Cada vez te quedaba menos espacio, menos luz, menos movilidad.

Elige poco y bien. Porque ser libre y poder elegir no quiere decir hacer siempre lo que te dé la gana. Cuando empieces de cero, después de haberte liberado, para cada elección, recuerda que cada vez que eliges eres menos libre. Así que, repito, elige poco y bien.

Debatiendo sobre la libertad, el maestro le pide al alumno que levante una pierna. Éste levanta la pierna izquierda, dejando la derecha apoyada en el suelo.

Seguidamente el maestro dice: “Levanta la otra”. A lo que el alumno contesta: “¿Cómo? Es imposible levantar la otra”.

Con lo que el maestro concluye: “Es cierto. Te pedí que levantaras una pierna, y levantaste la izquierda. Eras libre de elegir la pierna a levantar. Ahora bien, elegir levantar la izquierda implica no poder levantar la derecha. Ejercer la libertad y elegir también conlleva limitar. Toda elección supone una limitación”.

3. Mantente atento

Te has liberado, ya no hay nada que te ate. Antes no podías, habían demasiadas cosas, demasiado a gestionar, demasiada información. Pero ahora sí puedes, eres libre, y eliges, poco y bien. Sólo te queda un paso: mantener la atención.

Por fin sabes qué es lo que quieres, cómo quieres vivir, has escogido lo que es realmente importante para ti y empiezas a disfrutar de ello.

No pierdas tu atención. Porque como decía, el resto del mundo seguirá ahí, intentando despistarte, listo para distraerte. Un mundo lleno de posibilidades, cada vez más, aunque en realidad son limitaciones. Somos esclavos de la libertad.

Si te mantienes atento en tu vida simple –cada cual que entienda simple como quiera–, confía en ti mismo, todo irá bien.

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