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¿Cómo te sientes al volver de un viaje?

Publicado el 11 diciembre 2014 por Mundoturistico

Digamos que el fin de un viaje supone un cambio de la mayor alegría a la profunda tristeza. La gran mayoría de los viajes tienen fecha de vuelta y eso es un mal trago que tenemos que afrontar. Pero cómo: ¿De forma triste o alegre? ¿Pensar en los buenos momentos o guardarlos en una cámara de fotos dentro de un cajón? ¿Afrontar el día con una gran sonrisa o con el bajón de sentir que ese no es tu sitio? Lo único que tengo claro es que no te puedes sentir indiferente. Llegar de un viaje es un momento duro, un cambio a veces drástico que te eleva o te machaca. O algo intermedio: te da alas que van rompiéndose poco a poco. La rutina suele acabar imponiéndose. Hoy veremos tres formas de sentirse al volver de un viaje.

Solución 1: Lo dejo todo

Definición del síndrome “lo dejo todo”: Dícese de la decisión de cambiar de forma drástica la vida de uno a raíz de un viaje. Véase: Llego de un transformador viaje a Asia y dejo mi trabajo y a mis seres queridos para emprender una aventura de un año por el lejano continente; me ha gustazo tanto la paz de una isla, llamémosla X, que me voy a vivir allí; o he disfrutado tanto en el viaje y he tenido tiempo de pensar que mi vida es una mierda insustancial, que he decidido cambiarla. Me voy a buscar trabajo y prosperidad a otra parte del mundo.

En mi opinión la mejor versión de este síndrome no es la decisión impulsiva según uno llega de viaje sino la semilla que se instala en tu cuerpo y mente cuando ves cosas diferentes y sales de tu zona de confort. ¿Era mi trabajo tan importante como parecía? ¿Por qué ahora todos mis problemas me parecen tan pequeños? ¿De verdad merecen la pena ocho horas al día dejándome la piel por un trabajo que no disfruto? ¿He dedicado algún año de mi vida a disfrutar? ¿Semanas? ¿Días? De ahí que uno pueda tomar pequeñas o grandes decisiones; tomarse un año sabático con los ahorros en lugar de decidir dejárselo todo para comprar una casa o simplemente buscar otro empleo que aún dando menos dinero, dé más gratificaciones; dé más días de vacaciones o deje elegir libremente estos últimos.

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Solución intermedia: Aprovechando las alas del viaje

Hace poco cuando llegué de mi viaje a Indonesia, escribí: “Bendigo esa sensación de llegar de un viaje y creer que con toda la energía recopilada imprimirás a tu vida cambios y la rutina será menos rutina; firmar un armisticio con el mundo; creer que podrás mantener esa alegría activa por el resto de tus días”.

¿O es que no os ha pasado? Esa sensación de libertad de un viaje que hace que te levantes con más ganas por la mañana y digas: Así sí. Que la otra sensación de enclaustración y de que en tu vida no pasa nada diferente ha desaparecido. Que ya no parece que trabajes tanto porque la acumulación de días, de cansancio y de NoPuedoMás son muchos menos. Sí. Para mí, eso es así. Siempre llego de un viaje con más fuerzas y más ganas que nunca… digamos que si me hubiera hecho un análisis, tendría muy altos los índices de felicidad. El problema es que el tiempo pasa y todo acaba pasando. Solución: otro viaje. Y así se continúa la rueda que es la vida. ¡Y a vivir!

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Solución 3: De frustración al olvido

Hay diferentes formas de afrontar las cosas y volver al trabajo, la rutina y el atasco de la ciudad es para muchos un bajón total. Se sienten que no encajan en la vida que han llevado tanto tiempo. ¿Qué hago yo aquí con lo bien que estaba hace una semana? ¡No! ¡no! ¿Por qué? Pero poco a poco, como todo, el tiempo acabará con esa frustración. Olvidarán casi por entero su experiencia. Y como en la mayor parte de las cosas: otro clavo sacará a otro clavo y al volver a viajar volverán a sentir esas mismas sensaciones. Y, ¡benditas sensaciones!


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