Revista Economía

Comparación terriblemente odiosa.

Publicado el 19 septiembre 2013 por Torrens

Dije que la Vía Catalana no serviría de nada porque nada cambiaría. Me equivoqué, si ha cambiado, pero a todavía peor, hasta el extremo que la carta del Sr. Rajoy, que ni se moja ni propone, es la mejor noticia.

Nuestro Ministro de Exteriores insiste en que lo que ocurre entre Escocia y el Reino Unido no es comparable a nuestro caso y, en consecuencia, la forma inteligente y civilizada en que están actuando unos y otros no puede aplicarse a España. Su excusa ha sido siempre que el Reino Unido tiene una serie de instrumentos legales, de los que la Carta Magna fue el primero, que hacen las veces de una inexistente Constitución, mientras la Constitución española impide la celebración de un referéndum de secesión, pero la diferencia entre ambos cuerpos legislativos fundamentales no justifica en absoluto la distinta actitud. El problema no reside en la inexistente Constitución de los británicos sino en el uso tramposo de la Constitución española por parte del PP que se ha asegurado un árbitro, el TC, que pitará descaradamente a su favor. Otro argumento que se ha utilizado es que históricamente Escocia fue un estado independiente mientras que Catalunya nunca lo ha sido. Esto es lisa y llanamente mentira. No solo es mentira sino que aunque la historia no tiene nada que ver la una con la otra, la manera en que perdieron su independencia es muy parecida, incluso en fechas. Aunque la relación entre Escocia e Inglaterra desde la Edad Media pasó por varias épocas difíciles, en 1603 y por razones solo dinásticas Escocia pasó a formar una unión con los reinos de Inglaterra e Irlanda pero manteniendo cada uno de ellos su independencia, y después de un período convulso con conflictos tanto territoriales como dinásticos, en 1707 concluyeron la unión política creando el Reino de la Gran Bretaña, pero manteniendo cada uno buena parte de sus leyes, privilegios, etc. Con los Austrias, Catalunya también era un país autónomo dentro del Reino de España, con sus propias leyes, Parlamento etc. incluso sus propias leyes Constitucionales, pero en 1714 fue totalmente absorbido por España (¿o debería decir Castilla?). Las únicas diferencias entre ambos casos son las fechas, por muy poco, y que los escoceses se integraron por voluntad propia manteniendo la mayor parte de sus instituciones mientras los catalanes fueron integrados a la fuerza, después de una escabechina, y siendo borrados del mapa como país (o al menos intentándolo).

Creo recordar que fue en junio que The Economist se refirió a unas encuestas sobre la intención actual de voto de los ciudadanos escoceses para el referéndum del 2014, y el resultado era desastroso para los independentistas porque el si apenas llegaba al 26%, con una participación estimada que a duras penas alcanzaba el 60%. Además se ofrecía al encuestado escoger de una lista la razón para su o su no. La razón que de largo era la más seleccionada era que se sentían orgullosos de ser ciudadanos de Reino Unido. Una mayoría de escoceses se sienten orgullosos del Reino Unido a pesar de los recortes, la recesión y los rumores que la inmensa deuda acabará hundiendo al país, y se me ha ocurrido comparar porque muchos escoceses piensan así mientras una mayoría de catalanes quieren salir pitando. Creo que las razones son las siguientes:

Hace un montón de años me di cuenta que el sistema político británico es el menos malo cuando, entre muchas otras cosas, me enteré que en el Parlamento británico, cuando se decide constituir una comisión de investigación, esta no está formada por parlamentarios que deciden como explicar el asunto para que no sea culpa de nadie, sino que los miembros de la comisión investigadora, aunque nombrados por el Parlamento no son parlamentarios sino técnicos y expertos en el asunto a tratar que entregan al Parlamento para su debate un informe público sobre lo que realmente ha ocurrido. En España cuando conviene se recusa a un miembro del TC en relación con la decisión sobre el Estatut porque había hecho un informe para la Generalitat y porque al PP le interesaba, y pocos años después se niega la recusación a un Presidente del TC que ocultó información para acceder a su plaza, ha sido miembro de carnet de un partido, y a escrito barbaridades sobre Catalunya, porque al PP le interesa. Un sistema es el menos malo y el otro es de los más malos.

En el Reino Unido cuando un político se ve involucrado en cualquier escándalo o caso de corrupción las bofetadas más fuerte las recibe de su propio partido. En España Gürtel, Bárcenas, Palau, ERE’s, etc.

Hace un par de años en el Reino Unido se produjo una fuerte caída de los precios de ocasión de los coches de lujo, que no se han recuperado del todo, cuando el gobierno decidió vender la gran mayoría de los coches oficiales y obligar a muy altos funcionarios a ir al trabajo en metro. En España, en plena crisis y con recortes, tres ministros fueron a la misma reunión europea en tres aviones VIP distintos, y el mercado de coches de lujo es de los pocos que no ha caído.

En el Reino Unido todo diputado tiene la obligación de mantener despacho abierto en su circunscripción y residir en ella un mínimo elevado de días al año. En España no lo hacen ni siquiera cuando disponen de una red AVE radial, que nos ha costado varias inmensas fortunas y constituye un record de decisiones antieconómicas, construida para que ministros, funcionarios y demás puedan viajar a sus propiedades de provincias de forma cómoda y segura (¿).

En el Reino Unido es raro que ex ministros pasen a ocupar altos cargos en empresas importantes y cuando ocurre se produce tal ruido que en algunos casos han llegado a dimitir. En España los ministros que apoyan, ayudan y colaboran con entusiasmo con las empresas de servicios que explotan de manera indecente a la ciudadanía tienen asegurado, si lo quieren, un empleo de poco trabajo, mucha representación, generosas cuentas de gastos y mucho sueldo en alguna de estas empresas, y no pasa nunca nada.

En los últimos veinte años ha mejorado muy sustancialmente la autonomía del gobierno de Escocia, hasta el extremo que tiene cedidos por Londres alrededor del 20% de los impuestos que genera el petróleo y el gas del Mar del Norte. En Catalunya padecemos un sistema de financiación absurdo, injusto y asfixiante que cuando se intentó solucionar con el Estatut el TC a la orden del PP se encargó de anular, y en los últimos veinte años se hace difícil localizar un acuerdo con el gobierno central que no se haya incumplido.

Si a alguien importante de un tercer país se le ocurre expresar sus simpatías por los nacionalistas escoceses no ocurre nada. A la que alguien hace lo mismo con los catalanes tiene asegurada la visita de las legiones del Sr. Margallo que al grito de ¡Santiago y cierra España! le presionan para que rectifique; como si no hubiese bastado con el ridículo olímpico.

En el Reino Unido tanto el gobierno de Escocia como el de Londres encargaron la confección de un informe sobre las consecuencias económicas de la independencia, resultando en dos informes serios y muy parecidos. En España unos dicen que cuando Catalunya sea independiente se hundirá en el Mediterráneo y los otros afirman que seremos más ricos que Qatar.

El gobierno central, toda la diplomacia española en pleno y las legiones del Sr. Margallo no han parado hasta conseguir que alguien de la U.E., alguien de la casa como el Sr. Almunia, haya afirmado categóricamente que una Catalunya independiente estaría fuera de la U.E. (para mí una ventaja, los listos ya no quieren entrar sino salir). Los diplomáticos británicos no dedican ni un solo gramo de recursos a este objetivo porque ambos documentos mencionados en el párrafo anterior dicen casi lo mismo en relación al asunto. Por un lado que no existe precedente porque el que esgrime Madrid referido a Argelia se produjo hace mucho y no se refería a parte del territorio de un país miembro sino a una colonia fuera de los límites del continente europeo, y además aducen que sería más complicada la salida de Escocia de la U.E. que su permanencia, tanto desde el punto de vista de los ciudadanos sobre los que hay dudas sobre su pérdida de nacionalidad de la U.E. hasta encajes económicos, comercio exterior, petróleo y gas del mar del Norte, acuerdos de seguridad y orden público, etc., y esto en Escocia que está en el extremo norte de las islas, mientras Catalunya está en el centro de una de las rutas básicas del comercio exterior europeo.

Los medios de comunicación británicos, en su gran mayoría, con la sola excepción de alguna publicación “underground” muy marginal, han tratado con respeto y honestidad a Escocia, los escoceses y a sus nacionalistas, y solo se han permitido licencias en base al sentido del humor. En España es difícil encontrar un medio que no haya publicado alguna mentira o barbaridad sobre Catalunya, los catalanes y no digamos ya los nacionalistas, ataque descerebrado que en la caverna mediática llega a extremos de indecencia y estupidez impropios de un país mínimamente civilizado. Pero lo más grave no es el trabajo de unos señores que en la facultad de periodismo debieron sacar matrícula de honor en manipulación, lo desastroso es que hayan tantísimos españoles que se creen barbaridades que no hace falta ni tan solo rascar un poco para darse cuenta de que son difamaciones. Desde el 11-S han vuelto a aparecer comentarios increíbles como los siguientes:

Los niños catalanes tartamudean al hablar en castellano. Ignorantes. Un tartamudo se traba en todos los idiomas que habla.

Los niños catalanes, cuando están en el recreo, tienen prohibido hablar en castellano. Ni con todos los Mossos dedicados a impedir conversaciones en castellano lo conseguirían.

En los kioscos de Catalunya solo venden La Vanguardia en Catalán. Si, en plena crisis en La Vanguardia están dispuestos a limitar sus ventas.

Y como estas, una laaaaarga lista de profundas estupideces que cualquier idiota podría ver que son falsas, en cambio muchos españoles se las creen. La última, una referencia a la Vía Catalana en un programa para jóvenes, que he visto porque está disponible en la web de TV3, y que hace entrevistas a varios jóvenes en plena Vía catalana, que ocupa un espacio de escasos 3 minutos dentro de un bloque de noticias para jóvenes de 12 minutos de duración, ha sido transformada en un plan preconcebido para, como muchos otros, lavar el cerebro de los jóvenes catalanes llenándolo de secesionismo, hasta el extremo que la caverna exige sanciones por la aplicación a este caso de las leyes de protección de los jóvenes. Esto en un país donde en TV y en horario infantil se pueden ver spots con escenas que hace 50 años había quien iba a Perpignan para poder verlas en el cine.

No veo donde conduce este plan, por supuesto premeditado, para soliviantar  a las masas contra Catalunya. Porque cuando hayan conseguido que toda España nos odie, ¿Cuál es el paso siguiente?, ¿la independencia?.

Hay un asunto en el que si nos podemos sentir orgullosos y es en el deporte, todo y pifias olímpicas, pero incluso ahí aparece la absurda alma totalitaria hispánica y a pesar que la contribución catalana a los éxitos deportivos españoles es de largo la más importante de todas las CCAA, en cuanto un deportista catalán hace el más mínimo gesto con algún símbolo propio, la caverna le cae encima, eso sí dejando bien claro que la medalla que ha ganado es de España, pero a él o a ella que lo sancionen.

Creo que está muy claro porque muchos escoceses se sienten orgullosos de su nacionalidad actual y porque a muchos catalanes nos da vergüenza España, en cambio lo que no está nada claro es porque Londres actúa en el caso escocés de manera inteligente y civilizada, y en cambio en Madrid hacen lo posible por empeorar día a día el problema catalán como patanes estúpidos. El independentismo escocés está bajo y bajando y el catalán está alto y subiendo, y mientras Montoro suelta que España va a sorprender al mundo, ¡¡¡MÁÁÁS!!!.


COMPARACIÓN TERRIBLEMENTE ODIOSA.

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