Este año tuve la oportunidad de participar en la Competencia Naves del IAE, acá en Argentina. Fue un esfuerzo grande desde lo económico y también desde lo familiar. La competencia tiene varias etapas e incluía seminarios intensivos los sábados de 8 a 18hrs. Una mamá como yo, con cuatro chicos y ahora también una gata, necesita un marido como el mío para poder cumplir con estos sueños e ir alcanzando esas metas personales que llevamos en el corazón.
El esfuerzo bien que valió la pena. El día uno, Silvia Torres Carbonell te dice que lo importante no es ganar más allá que se llame “Competencia Naves”. Yo, la escuche, la entendí, pero solo ahora que finalizó el proceso comprendí porqué lo decía y cuanta razón tenía.
Creo que no importa la edad que tengas, siempre podes intentar algo nuevo y que hoy en día, está todo ahí para que lo aproveches y llegues a donde vos quieras. En mi caso tenga la mejor de las cargas en mis hombros: mi familia. Esto por un lado hace que los tiempos no sean como a los veinte. Veo emprendedores jóvenes que dejan todo en la cancha. Yo no puedo hacerlo hoy porque mi “cancha” es puertas adentro. En un momento lo sentí como una traba, tanto la diferencia de edad como la diferencia en las expectativas y prioridades. Pero ahora veo que no es así.
Aprovechar un momento, tomar las herramientas que necesitas, abrirte a crecer, a cambiar, disfrutar el camino a tu ritmo que no es ni mejor ni peor que otros: es el tuyo. Darte cuenta que podés lograr cualquier cosa que te propongas no es fácil. Cuando ya tenés responsabilidades y ocupaciones que amas y no querés dejar de lado. Entonces llega el momento de equilibrar, de entender que todo llega y que los éxitos no son una oportunidad en un millón, sino que están esperando que los encuentres cuando vos estés lista.
La experiencia #Naves me enseño de mi misma, me mostró un mundo de posibilidades que estaban esperando a ser aprovechadas. Y también entendí que si no las aprovecho hoy no pasa nada, porque ya tengo la metodología para aprovecharlas cuando lo necesite.
Durante el proceso te asignan mentores y consultores. Yo, los tuve de lujo. Personas de bien, que se metieron en mi proyecto con alma, con garra y con ganas de ayudarme a sacar todo mi potencial. Porque fue eso: un proceso de crecimiento personal guiado por expertos donde me dieron lo que necesitaba para sentir que haciendo las cosas de manera correcta podés cumplir con tus sueños.
Con mis compañeros de viaje aprendí que proyectos hay miles, de todos los colores, y qué en definitiva importa el equipo de trabajo, la gente linda que te rodee, las ganas, la pasión y el empuje que le pongas a ese proyecto, a esa idea que llevas en el corazón.
Y lo mejor, es que esa idea puede mutar, crecer, achicarse para expandirse. ¿Qué pensás que es mejor?¿A dónde tenés ganas de llegar?
Puede avanzar hasta las #semifinales. Un orgullo propio, una palmadita en la espalda para mí y para mi familia. Porque ellos me vieron crecer, emocionarme, reír y llorar (alguna lágrima pequeña) cuando no pasé a la final.
Aprendí de negocios pero sobre todo de transformación, de nuevos paradigmas, de la posibilidad infinita que tiene el mundo de hoy.
Gracias totales a todos lo que lo hicieron posible y a los emprendedores que hay por el mundo se los recomiendo.
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