Con paciencia y salivita

Sócrates llega a su casa y al minuto que cruza la puerta, su esposa comienza a quejarse de todo lo que él hace mal. Jantipa era famosa por su malhumor, sus quejas, y los escándalos públicos a los que sometía a Sócrates. Platón al percatarse de ello comentó; Maestro porque no le dice algo si bien sabe que ella no tiene razón. A lo que Sócrates respondió; Siempre que llego a casa empieza mi examen de paciencia. 

La paciencia nunca ha sido mi fuerte estudié todos los instrumentos musicales que puedas imaginarte y no toco ni la puerta. Mi falta de constancia, disciplina y sobretodo paciencia me llevó a aburrirme a la primera de cambio. Pero la vida te pone en su lugar cuando menos te lo esperas y me topó a un hombre que tiene esa palabra tatuada en el alma. Así que cuando estoy a punto de perder los estribos (la mayor parte del día) sólo basta levantar la cabeza y verlo para volver al carril.

La paciencia sale a relucir en boca de todos cuando la pasas mal. Llevas años buscando trabajo y la gente rápidamente responde paciencia ya encontrarás algo. Lo mismo pasa cuando el amor nomás no se asoma ni por la ventana o cuando la suerte de plano es tu peor enemiga. Te reconfortan sus palabras pero cuando el tiempo pasa y sigues igual empiezas a preguntarte

¿dónde se compra la mentada paciencia?

Quizá para mí es fácil hablar de paciencia pero para ti no, sobretodo cuando tu vida pende de un hilo. Ya lo dijo Ana Hidalgo en su blog Vivir con insuficiencia renal cuando estás atada a una máquina a veces la paciencia se esconde.

Ayer en la consulta del cavernícola uno de los pacientes recién trasplantado comenzó a quejarse de la pérdida de tiempo que es visitar al doctor. El público comenzó a seguirle el juego y un comentario convirtió la espera en 30 minutos de quejas. Nosotros sentados en silencio cada uno haciendo lo propio eso sí atentos a la revuelta. No teníamos razón para impacientarnos, nuestra visita al consultorio fue inesperada y sabíamos que para ser atendidos habría que esperar a que el último paciente citado entrara a la consulta. Al cabo de 3 horas uno a uno se fue retirando y el paciente que inició la revuelta se acercó a nosotros con un “de que sirve esperar horas para cinco minutos que te ve el doctor y terminas entendiendo nada que si las transaminasas y quien sabe que más”. Mi marido rápidamente respondió pero sales mucho más tranquilo sabiendo que estás bien o que estás mal pero harán algo al respecto. El paciente incrédulo no supo que responder hizo un ligero aspaviento y siguió quejándose. Nosotros seguimos callados y tras tres quejas más, el cavernícola hizo otra intervención. Quizá crees que todo está mal pero vamos ya estás trasplantado has ganado tu primera batalla y ahora poco a poco te irás recuperando debes darle tiempo al tiempo. Le toco el turno y tras salir de la consulta se despidió con un gracias y un apretón de manos.

La paciencia muchas veces se agota, se esconde se frustra sobretodo porque estamos mal acostumbrados a que las cosas sucedan cada vez más rápido; 4 G, speed dial, wi.fi, olla express, robot de cocina, doble palomita en el whatsapp, etc. Y si le sumas que un día cualquiera de la nada te enteras que tu vida tiene que cambiar pues retomar el camino es mucho más difícil de lo que la gente a tu alrededor cree.

Nosotros nos hemos topado con frases como pues ya está trasplantado ya puede hacer todo ¿no? O ¿qué esperas para hacer x o y si ya estás bien? Si bien el trasplante te salva la vida pues el cambio de refacción no es como cuando metes el coche al taller. Todo tiene un periodo de adaptación y aunque de ti depende que la pases rápido o lento, la evolución lleva su tiempo y es cuando la paciencia y tu miedo se convierten en los personajes principales del juego.

La paciencia no es otra cosa que esa templanza para afrontar esa espera desesperante cuando crees que el mundo se te viene encima.

Los niños son nuestro mejor ejemplo de paciencia, tenacidad y destreza. Pueden pasarse horas tratando de alcanzar algo sobre la mesa y cuando se dan cuenta de que en efecto no alcanzan corren por un banco y no se mueven hasta lograr su objetivo. 

En la primera crisis del cavernícola y después de días y días de verlo dormido lleno de tubos y sin reacción aparente, obviamente no podía dormir y mi papá que en ese momento se metía al mundo de la tecnología terminaba cantándome vía skype para que pudiera al menos cerrar los ojos y dormitar lo que duraba la canción. En un intento de desesperación enojo, frustración o como quieras llamarle comencé a despotricar de la vida, de mi, de él, de todos. Mi papá en silencio y con guitarra en mano escuchó atento, cuando por fin terminé sólo dijo no ti lo priocupes tanto dijo la indita, con paciencia y salivita un elefante le hizo cosquillas a la hormiguita.

Mi papá no sentía en carne propia mi angustia ni yo siento la de mi esposo cuando veo que no puede hacer x cosa y tus papás tampoco la sienten cuando te ven conectado a una máquina. Pero escuchar esas palabras relajan, despejan la mente y te invitan a pensar, es cierto, el mundo no se construyó en un segundo y si quieres que las cosas pasen tienes que hacer que sucedan. 

Sé que te agota escuchar el poco a poco, paciencia, dale tiempo al tiempo, tu puedes y aunque no puedo decirte dónde diablos se compra la paciencia porque ni yo sé, sí te digo que la busques dentro de ti porque sólo ahí vas a encontrar esa fuerza que necesitas para afrontar tu día a día.

Habrá días malos pero de ti depende pensar que SIEMPRE tendrás un nuevo día para empezar de cero. Y cuando creas que ya no puedes más, sonríe al pensar que con paciencia y salivita un elefante le hizo cosquillas a una hormiguita.