Voy deviniendo en molécula. De ahí a la imperceptibilidad hay un trecho poco ancho pero denso como un flan de arenas movedizas y vísceras estrujadas por el tumor del pensamiento.
A buen entendedor con pocas músicas basta…
Vino evolucionando en vida que se muere, y ya le queda menos que al reloj para dar su hora y pensar, al fin, en tomar la última decisión, la definitiva resolución que jamás adopta porque el tiempo es eterno como el amor al destino y a la belleza inefable de todo acto impulsivo.
Llegaré a ser tramo invisible de Nada, fiel de balanza, objeto de culto para paganos y eslabones sin cadena, logro de algo, silencio enclaustrado dentro del Triunfo radical de la consciencia.
Un magma que se enfría y en donde aún palpita la Memoria.
La LUZ mezclada con el calor dan lugar y crean sentimientos encontrados que luchan por emanciparse y escapar de mí rumbo al descanso eterno de la noche, la sinrazón y la larga batida en espiral del corredor de fondo.