Revista Comunicación

Conciencia social, consumo local y pequeño comercio

Publicado el 07 marzo 2014 por Micomerciolocal

Rompemos una lanza en favor del pequeño comercio local. Creemos que es necesaria una toma de conciencia por parte de muchos ciudadanos de lo importante que es el tejido comercial. El cercano, el del barrio, el que interviene directamente en los asuntos de la ciudad (zonas peatonales, iluminación navideña, festejos, regulaciones de urbanismo y movilidad…) y que es eje vertebrador de la vida municipal en su relación directa con los ciudadanos.

HABLEMOS DE POLÍTICA Y DE COMERCIO LOCAL

Los comercios han sido siempre el ágora donde discutir los temas más importantes a pie de calle. La verdadera democracia está en las conversaciones de las cafeterías, en las ideas constructivas frente a la parada de un mercado, en las discusiones en las salas de espera. Es posible que muchos políticos se informen de lo que es vox populi cuando salen del Ayuntamiento para tomar un café.

Los políticos de la Antigua Grecia discutían los asuntos ciudadanos en las plazas públicas. Razones tendrían…

Y si nos paramos a pensar, esas conversaciones que aún hoy escuchamos en los comercios, no se dan en las grandes superficies. Nadie se detiene a hablar prolongadamente con la cajera del supermercado o con el reponedor del lineal sobre los cambios que se están llevando a cabo en la ciudad (¿qué ciudad, la del cliente, la del reponedor, la del polígono industrial donde se enclava el súper?).

El tejido comercial local es importante por muchas razones, y una de peso es el carácter de punto de reunión ciudadana y de transmisión de opiniones.

Frutería comercio local - Flickr Creative Commons - Autor Virginia RM

Frutería comercio local – Flickr Creative Commons – Autor Virginia RM

HABLEMOS DE ÉTICA Y DE PEQUEÑO COMERCIO

La palabra “ética” suena trasnochada y definitivamente apaleada, con los índices de percepción de la corrupción en picos históricos. Pero como ciudadanos queremos creer en unos valores inamovibles y justos, que rijan el comportamiento de todos los participantes en nuestra sociedad.

Ahí el pequeño comercio ha salido ileso de la pésima percepción que el españolito de a pie tiene de sus instituciones. Un 90% de los encuestados aprueban la gestión de las pymes en tiempos de crisis, situando esta institución como la tercera mejor valorada, tras los investigadores científicos y los médicos de la sanidad pública. Y definitvamente por encima de las multinacionales y de cualquier entidad de carácter político, judicial, religioso, bancarios o de otras índoles.

¿Pero qué es lo que valoramos éticamente en el comercio local?

  • La cultura del esfuerzo
  • El trato humano y cercano
  • El percibirlos como unos ciudadanos más, que pagan sus impuestos y se ven sometidos a duras regulaciones
  • La profesionalidad y experiencia
  • La prescripción o asesoramiento, consecuencia directa del punto anterior
  • La capacidad para generar o mantener el empleo, de forma moderada y en la medida de las posibilidades, pero extendida en cientos de miles de pymes
  • La reinversión del dinero generado en el propio barrio o ciudad, al ser entidades que no expatrían sus beneficios a otros países, sino que optan por gastar localmente
  • La creatividad en los escaparates y los interiores de los comercios, dotándolos de una personalidad propia
  • La promoción del consumo local, de productos de cercanía

HABLEMOS DE ECOLOGÍA Y DE CONSUMO LOCAL

El comercio local es, por definición, aquel que vende productos de cercanía. No solo el desplazamiento del comprador a la tienda es ecológico, en el sentido de no depender de un vehículo emisor de C02. También el transporte de los productos desde el lugar de cultivo o fabricación hasta el comercio es mucho menor que en una gran superficie comercial.

En las grandes superficies es fácil que el aceite provenga de Marruecos y Túnez, las naranjas de Argentina, o la leche de Francia y Portugal, por poner ejemplos reales de productos típicamente españoles.

En algunos casos, la importación de productos puede suponer recorridos de más de 5.000 kilómetros, con sus consecuentes emisiones contaminantes.

Comprando productos locales recompensamos el esfuerzo de trabajadores españoles, dejando al margen si resultan algo más caros que los de explotación industrial, a costes difíciles de soportar por un pequeño productor nacional. Podemos hablar de un “peaje solidario” para el que es necesaria una conciencia social por parte del comprador. Pero realmente se trata de una “retribución justa”.

Los productos de proximidad son también más sanos, especialmente cuando llevan la etiqueta de ecológicos o biológicos. Esquivamos de este modo no solo el uso de elementos químicos sino también la manipulación genética, que tan tristemente ha llevado a acuñar el término de “alimentos transgénicos”. Hablar de consumo local es por tanto señal de un consumo responsable.

En definitiva, comprando en el comercio local votamos por una serie de valores en los que creemos: solidaridad, defensa del pequeño productor, ecología, salud, trato humano, fomento del empleo, reinversión de beneficios en la comunidad, precios justos, participación en la sociedad…

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