Revista Diario

Conexión extrasensorial

Por Sandra @sandraferrerv
Este fin de semana ha sido un poquillo agotador. Mil y una celebraciones y no parar de aquí para allá. Terminé un poco agotada física y mentalmente. Más mentalmente, he de reconocer. No poder desconectar ni un momento de todo lo que me rodea hay veces que provoca mi colapso mental. Y mis hijos, claro está, aun no entienden que mamá no esté a la altura.
Después de casi cuatro años en este bonito papel de mamá me he dado cuenta que nuestros hijos están siempre conectados con nosotras. Dentro de nuestra barriga es el cordón umbilical el que los une a nuestro cuerpo. Una vez fuera, otro cordón invisible nos une para siempre. Y eso está muy bien pero a veces esa responsabilidad es superior a mí.
He observado que cuando yo estoy feliz y contenta con ganas de guasa y de reir, mis hijos también están alegres. Pero si yo no estoy al 100% entonces ya nada va bien. Todo les parece mal, lloran por nada, incluso rugen (sí, Pequeña Foquita, últimamente no para de rugir).
No es que me guste estar triste o alicaída pero hay momentos en que solamente quiero estar tranquila, en lo que yo llamo, encefalograma plano. En esos momentos soy consciente que aguanto menos berrinches, malos modales o cualquier otro comportamiento inadecuado de mis hijos. Reconozco que cuando estoy con ánimos sobrellevo mejor esas situaciones y terminan normalmente bien. Pero cuando no estoy muy receptiva, las cosas terminan bastante mal y después de mucho rato de discusión.
Esa presión a veces me satura porque soy consciente de que a veces mi hijo termina castigado porque yo no he sabido reconducir una situación a tiempo y ha ido llamando mi atención de maneras inapropiadas. Vamos, que cuando yo estoy mal, provoco que ellos también lo estén.
Cuando termina uno de esos días duros empieza lo que yo llamo el reconcome. Le doy vueltas a la cabeza y me da mucha pena pensar que mis hijos lo han pasado mal porque yo no he tenido los ánimos para seguir su ritmo.
He de recordarme constantemente que existe esa conexión extrasensorial. Mis hijos me necesitan y no los puedo defraudar. Pero hay días que, lo reconozco, no estoy a su altura.

Volver a la Portada de Logo Paperblog