Revista Comunicación

Confinamiento: ¿Cómo era eso de la conciliación?

Publicado el 23 abril 2020 por Comicpublicidad

Confinamiento: ¿Cómo era eso de la conciliación?
Todos aquellos que han comenzado a trabajar en casa desde que llegó el confinamiento ya lo saben: la conciliación es un cuento.
Sí, puedes trabajar con los niños dando vueltas alrededor. Puedes levantarte cuando quieras de tu mesa y, en lugar de para tomarte un café o fumar un pitillito en el portal, hacer la comida o poner la lavadora. A la carrera, porque antes a lo mejor comías en el comedor de la oficina o el bar de la esquina, sin perder (emplear) ese tiempo.
Y puedes darte cuenta de que al final, no distingues la frontera entre vida privada y trabajo.

Si alguna vez tuvo sentido eso de no permitir que tu trabajo se convirtiera en toda tu vida, es ahora.


Yo llevo muchos años trabajando en casa, pero nunca fue así. Una o dos veces por semana tenía que trabajar fuera. Una reunión, una presentación, una activación de campaña en retail, un evento, un rodaje…. ¡y hasta comer con un cliente!
Hoy, ya sabéis: reuniones casi a diario por videocall y en zapatillas (lo siento, yo no puedo trabajar en pijama, pero tampoco ponerme zapatos por casa).

Y por supuesto, cuando la economía lo permitía, el fin de semana salias a un concierto, al teatro, a ver una exposición, a comer fuera de casa o simplemente, pasear o ir de tiendas ¿Te acuerdas?
Todo eso era importante también para luego rendir mejor en el trabajo, especialmente si trabajas en marketing y creatividad, porque resetea la mente y la carga de nuevos inputs que después serán inspiración…

Ahora, supongamos que el futuro ya es esto. ¿Cómo será la nueva conciliación? ¿Cómo vas a separar tu trabajo de tu ocio en un piso de 50 metros cuadrados?


Es imperativo que comencemos a replantearnos esto. Quizá hay que establecer también esas prioridades. Quizá exigir, exigirnos los autónomos, trabajar sólo media jornada. Igual ganamos menos, pero también vamos a gastar menos.

Porque trabajar de ocho a diez horas al día, encerrado, sin salir al patio, es peor que una condena penitenciaria.  A trabajos forzados, además.


No se tú, pero no es mi objetivo en lo que me quede de vida.
Apunten eso en la lista de To Do. Para mañana mismo. ¿Agendamos una call?
Imagen de Martine Auvray en Pixabay
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