Revista Cuba

Conoce a Frédérick Lavoie el canadiense que desafió al régimen en la Feria del Libro de la Habana

Publicado el 16 marzo 2017 por Yusnaby Pérez @yusnaby
Conoce a  Frédérick Lavoie el canadiense que desafió al régimen en la Feria del Libro de la Habana

La lectura del joven escritor canadiense Frédérick Lavoie en la Feria Internacional del Libro de La Habana fue un claro desafío a la dictadura cubana aprovechando la ocasión de que el evento cubano estuvo dedicado a Canadá como país.

Lavoie leyó un capítulo de Antes del después: viaje a Cuba con George Orwell, un libro en el que se encuentra trabajando. El capítulo se titula “Relato de anticipación” y, como la obra misma, se nutre de las numerosas conversaciones que sostuvo el autor, en viajes anteriores, con varios escritores cubanos, acerca del país, de la novela 1984 y de George Orwell, y en general sobre literatura y sobre muchos otros temas.

Lavoie advirtió que, pese a su nerviosismo, no tenía miedo a expresarse, y que cada año más de un millón de canadienses viene a Cuba, “donde los cubanos y las autoridades del país los reciben con manos de seda, aunque se comporten como basura. ¿Por qué sería distinto conmigo?”

Frédérick Lavoie (1983) no es un escritor común. Parte siempre de sus reportajes periodísticos en el extranjero, lo mismo en Moscú que en Bombay. Ucrania, una fragmentación es un libro acerca de su experiencia en ese país. En Bielorrusia estuvo detenido durante quince días acusado de hacer periodismo “estúpido”. “Tengo la pasión de lo real”, asegura, y solo acude a lugares donde está ocurriendo algo y luego narra lo que sucede, “sin arte”, humanamente, sin ficción, en una especie de himno al periodismo independiente.

Conoce a  Frédérick Lavoie el canadiense que desafió al régimen en la Feria del Libro de la Habana

En su lectura del “Relato de anticipación” leyó alto y claro: “Las dictaduras viven siempre del tiempo cobrado a la libertad. (…) Pues bien, la vigilancia constante y la represión agotan al pueblo, pero también al régimen. Tanto más porque, contrariamente a los regímenes democráticos, las dictaduras no tienen ningún horizonte en el que afirmarse para poder regenerarse. (…) Están condenadas a proclamarse eternas y a procurar serlo. Es por ello que envejecen tan mal”.

En otro fragmento de su texto hizo alusión directa al dictador cubano Fidel Castro al leer: “En 1955, seis años después de la publicación de 1984, un joven ambicioso que todavía no tenía treinta años, pero llegaría a marcar la historia de su pequeño país y la del mundo entero, declaraba: ‘Los déspotas desaparecen, los pueblos permanecen’. ¿Será ese pequeño fondo de humildad, bien oculto bajo un ego desmesurado, lo que lo llevó a exigir que no se erigiera ninguna estatua con su efigie tras su muerte? ¿O será más bien que temía el día en que tendría que ver desde ultratumba su rostro de bronce estrellarse contra el piso, sin poder hacer nada?”

Continuó Lavoie recordando la prisión de “El Sexto” por su performance “Rebelión en la granja”, e inquirió: “¿He ofendido al presidente del Consejo de Estado, Raúl Castro, al afirmar que lo odio? Si es así, ¿él u otra autoridad competente ordenarán mi arresto en virtud de ese artículo ambiguo de la ley? Lo dudo. En estos tiempos de capitalismo de Estado, en que el régimen busca atraer a los inversores extranjeros, imagino que no querrán alejar a un aliado tan fiel como Canadá encarcelando a uno de sus ciudadanos por una falta de cortesía. Aunque quizás me equivoque. Se verá. Yo no controlo esa dimensión del futuro”.

Le gustaría saber “¿por qué el dictador necesitaría de mi amor o incluso de mi respeto? ¿Por qué alguien tan poderoso debería preocuparse por mi opinión o por la de cualquier ciudadano cubano que quisiera tomar la pluma o el micrófono en público? ¿A qué podría temerle? La pregunta es tan inocente que merecería una respuesta. Lástima que el cable de este micrófono no sea lo suficientemente largo como para llegar al principal interesado”.

Por último, el joven periodista y escritor canadiense contó cómo, al ver que se publicaba 1984 en Cuba, se lanzó a investigar las circunstancias de esa edición, para responder por qué “una editorial controlada por un régimen comunista de partido único publicaba de pronto una de las novelas antitotalitarias más famosas?”, aunque sabía que “mucho más significativo” sería anunciar la publicación de “las obras completas de Heberto Padilla, Reinaldo Arenas, Guillermo Cabrera Infante o algún otro autor cubano ‘problemático’”.

Las autoridades culturales no pudieron estimar la repercusión de esta lectura ni su contenido. ¿Rodarán las cabezas?. Amanecerá y veremos.

Con información de Ernesto Santana Zaldivar-Cubanet. ¿Qué Opinas?

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