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Consejos para un lío de faldas: Tomando las riendas.

Publicado el 11 abril 2014 por Javier De Lara @FValentis
Para los que no sepáis de dónde viene toda esta historia, podéis pinchar aquí.
Durante estos días. bastantes de vosotros me habéis preguntado qué ha ocurrido con Alonso. La verdad es que yo mismo llevaba unos días sin saber de él; cuando nos despedimos no había podido ofrecerle más consejo que el que se pensara seriamente lo que pensaba hacer y qué consecuencias podía provocar con sus acciones.

Antes de continuar, quiero explicaros un poco la relación que mantiene Alonso con su exnovia Ali, para que tengáis más datos con lo que juzgar. Aunque cortaron hace algo más de dos meses, en principio, la relación es cordial, hasta incluso cercana y cariñosa. La causa es que llevaban mucho tiempo en los que las cosas no funcionaban entre ellos, principalmente a causa de la distancia. Ella se fue a trabajar a otra ciudad y, aunque aguantaron un par de años, finalmente decidieron cortar. Dado que fue algo paulatino, ambos debieron comprender que lo mejor era seguir cada cual con su propio camino. Por lo poco que sé, Alonso lo pasó peor que ella al principio, pero tiró hacia delante como mejor pudo. Lo que nunca se hubiera imaginado es que delante de él se encontraba Lorena.Como os decía, Alonso llevaba unos días sin dar señales de vida. Incluso, tenía la tentación de llamarle para que me contara cómo había acabado todo, pero no quería que pensara que era un cotilla, así que no me acababa de decidir a hacerlo. Por suerte para mí, mi amigo me ha escrito esta mañana mismo mediante Whatsapp:"¿Podemos volver a quedar? Tengo novedades que contarte. Creo que la he vuelto a liar ¿Quedamos donde siempre?"Por supuesto, he aceptado su ofrecimiento rápidamente, preguntándole cuándo le iba bien que nos viéramos. Debía tenía prisa, porque hemos quedado esta misma tarde. De nuevo, me lo he encontrado esperándome, con una cerveza prácticamente consumida.-Te lo juro que iba con otras intenciones -me ha dicho, sin dejar que me sentara siquiera-. Te lo juro tío. Joder. No quería meterme en líos. Por una vez iba a pensar con la de arriba en vez de con la de abajo.-Hola Alonso -dije, dándole una palmadita en la espalda y sentándome mientras le pedía otra cerveza al camarero-. ¿Qué has hecho para estar así? No será para tanto, seguro.Él me miró de reojo, mientras calentaba los restos de cerveza de su vaso, agitando éste entre sus manos. Sin decir nada, hizo un gesto para que le trajeran otra y suspiró.-Mira, tengo ya una edad...-Treinta y dos -concreté.-Veintidoce -me corrigió-. Pensaba que iba a poder hacer valer mi madurez. Coño, que tengo ocho años más que ella. -¿Y? -le pregunté, animándole con un gesto a que me continuara contando.-Pues, no te voy a engañar, durante un tiempo, estuve considerando si contestar el mensaje. Tal vez si no le decía nada, ya no volvía a saber de ella. Pero, claro, ¿y si, al no contestar, se lo acababa largando todo a su hermana? Me entró el miedo, así que decidí quedar con ella y solucionar las cosas cara a cara...Tomando las riendasAlonso se presentó a la cita con puntualidad. Cuando iba a entrar al bar, vio llegar a Lorena, que cruzaba justo la calle, por lo que se quedó esperándola. Ella iba vestida con una falda corta a rayas oscuras y claras, una camisa beige de manga larga y unas botas de media caña marrones. -Hola -dijo Lorena, al llegar a junto a Alonso. Tenía las mejillas ligeramente sonrojadas, al igual que la punta de su nariz. -Ehh. Entra, quiero decir que..., ¿entramos? -dijo Alonso, cuya determinación se vino abajo al comprobar lo guapa que estaba Lorena aquella tarde. Preciosa, más bien. También se dio cuenta con horror que seguramente le hubiera parecido preciosa incluso si se hubiera presentado con un saco de patatas puesto.Nada más sentarse, mi amigo cometió el primer error: se pidió una pinta de Gordon, una cerveza de alta graduación, a la que es especialmente fiel. Cuando se la llevaron, se bebió más la mitad del vaso en menos de medio minuto.Estuvieron unos minutos hablando, sorteando el motivo por el que se habían reunido, mientras uno de los dos encontraba el valor necesario para afrontarlo. Durante todo este tiempo, Alonso se dio cuenta que la Lorena tenía una risa bonita, serena, casi musical. Y no le parecía tan jovencita; de hecho, estaba hecha toda una mujer, con todos sus complementos en perfecto estado de revisión. Estos pensamientos fluían al mismo tiempo que lo hacía por su garganta el resto de la cerveza. Se dio cuenta entonces que tenía que tomar las riendas antes de que fuera demasiado tarde. Sí, sin duda. No podía dejar que pasara más el tiempo. Carraspeó e, incorporándose un poco, decidió coger el toro por los cuernos. En vez de eso, de manera inexplicable para él, se encontró que, más que los cuernos, estaba sosteniendo una de las pequeñas manos de Lorena entre las suyas. De hecho, le acariciaba el dorso con su dedo pulgar. No sabía cuánto tiempo llevaba haciendo eso, pero se habían quedado en silencio. Notó justo en ese momento dos cosas: que la cerveza había hecho una carga en sus neuronas y que estaba completamente empalmado. Vamos, que las cosas estaban completamente bajo control.-Oye, lo del otro día... -dijo Lorena, con su vocecita dulce.-Mira Lorena,-le interrumpió Alonso, haciendo fuerza de flaqueza para conservar algo de lucidez-de eso te quería yo hablar. No estuvo bien, Lorena. He estado con tu hermana hasta hace dos días prácticamente. Nos dejamos llevar, a veces pasa, aunque haya sido un tremendo error. Pero no debe volver a ocurrir. Por cierto, sé que ahora escribís así para ahorrar caracteres, pero "llámame" se escribe con "elle" no con y griega. En realidad, esto es lo que le hubiera gustado decir a Alonso. Lo que realmente salió de sus labios fue algo así:-Gruñlsgreerf, Lorena., emmm, ¡buf! O algo parecido a eso.Ella se acercó a él, pensando que se había atragantado y le miró fijamente, con sus infinitos ojos negros. Entonces. sonrió y Alonso supo que todo estaba ya firmado, antes siquiera de que él imaginara que existía cualquier contrato; las manos le sudaban y sentía una extraña presión en el estómago. Se inclinó sobre la mesa, tirando el vaso de cerveza y la besó. Y sus labios sabían a tarta de queso.***

-¿A tarta de queso? -pregunté, riéndome- ¿Cómo que a tarta de queso, cabrón?-Te lo juro, joder. No sé si la muy cerda no se había lavado los dientes después de comer o que estaba paranoico, pero ella sabía a tarta de queso.-Ya.-Después me intenté apartar, pero cuando volví a encontrarme con su mirada, sólo pude buscar de nuevo su boca. Qué bien se encuentra uno cuando se encuentra sucio; ya sabes a lo que me refiero. -¿Y qué pasó luego? -le dije, viendo que se había perdido en los recuerdos de aquel día.-Pues intenté decirle que aquello estaba mal. Pero ni yo mismo lo creía en aquel momento. Le dije que íbamos a hacer daño a su hermana en el camino, seguro. Ella simplemente asintió, pero no sé si lo hacía por lo que le estaba diciendo o porque simplemente estuviera confirmando algo que estuviera pensando en aquel momento. Y, después, me encontré acompañándole a casa.-¿A su casa? ¿Estás de broma? Y si os veían sus padres ¿qué hubieras hecho?-Ni lo pensé. Al llegar me di cuenta y, claro, me puse histérico, mirando a un lado y a otro, pensando que de cualquier rincón oscuro podría aparecer mi ¿ex? suegra, con el cuchillo jamonero en ristre. El caso, es que, por suerte, llegamos al portal sin novedades. Ella subió un par de escaleras y se dio la vuelta, quedando su rostro a escasos centímetros del mío. Me miró expectante. Y yo sólo supe besarla. Cuando me aparté, ella tenía una suave sonrisa iluminándole el rostro. O eso me pareció.-Y, entonces, entro en su casa y te dejó allí con cara de tonto.-No, no. Yo no iba a dejar que se quedara la cosa así -negó con la cabeza Alonso.-¿Ah, no?-No. Cuando estaba abriendo la puerta, le dije: Lorena, ¿sabes que llámame se escribe con "elle" ¿no?-No me jodas -exclamé, sin saber si reír o admirarme. -Sí, te lo prometo. Pero ella simplemente se rió, terminó de abrir la puerta y se marchó, sin mirar atrás. Y allí me quedé, cinco minutos, como un pasmarote, mirando el cristal de la puerta. Finalmente, me senté en el capó de un coche, pero, como saltó la alarma, salí huyendo del lugar.Y así está la situación ahora mismo. Alonso no sabe lo que hacer. Se va unos días de viaje por el trabajo y no sabe si dejar pasar el tiempo a ver qué ocurre. "Tal vez se soluciona todo sólo", me ha dicho. Pero el caso es que me ha enseñado un mensaje que le ha llegado justo cuando estábamos tomando algo. Era de Ali, su exnovia. Viene este fin de semana, justo antes de que se vaya él. Y quiere quedar a tomar algo.¿Qué es lo que puede o debe hacer ahora? ¿Queda con Ali? ¿Le da largas? ¿Le dice algo a Lorena?

La historia sigue aquí.


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