Revista Infancia

Consulta en el Estrábico y con poca empatía

Por Patadita Paloma Micó @pataditablog

Hace un tiempo os contaba que Lucy tenía una obstrucción lacrimal desde su nacimiento y tengo una buena noticia: antes de verano ya no la tenía. No hemos tenido ni siquiera que pensar en la opción de la operación porque aunque ha tardado en abrirse más de lo que suele hacerlo, finalmente con masajitos y paciencia lo hemos conseguido.

La mala noticia, es que desde que Lucy se sienta por si misma, hemos ido notando que tuerce el ojo derecho. No lo hace siempre, solo cuando se concentra o a veces, cuando mira algo fijamente. Otras veces, sobretodo sentada en la trona, su ojo se tuerce sin hacer nada especial.

La última vez que estuvimos en el instituto oftálmico, se lo comenté al doctor y él me dijo que se lo había notado mientras le daba el pecho, porque el miedo que tiene Lucy a los médicos hace que se refugie en mamá y rara es la vez que en una situación así no lo reclama. Podía ser un caso de estrabismo.

Acudimos a la cita del estrábico por primera vez y como suponíamos, Lucy no se dejó ver absolutamente nada. Tengo que decir que el equipo médico fue muy agradable y comprensivo. Teníamos un buen grupo de personas distrayendo y enseñando juguetes a Lucy para comprobar si en algún momento torcía el ojo. Como la ley de Murphy existe, no lo torcía y nos indicaron que debían dilatarle la pupila para verle el fondo de ojo.

Y ahí hemos vuelto, Lucy y yo solas, porque Súper Papá tenía que trabajar y la conciliación laboral es terrible. Por un lado me hubiera gustado que estuviese y por otro no, pero ambas cosas por la misma razón: él tiene mucha más mala leche que yo. Y a continuación os cuento el por qué.

Para dilatarle la pupila, han tenido que echarle gotas, que al parecer escuecen, en ambos ojos 3 veces cada 10 minutos. Lo de que personas desconocidas la toquen y más para meterle algo en el ojo no le gusta nada. Lo ha pasado muy mal y cuando conseguía que se calmara, ya le tocaba ponerse otra vez las gotas. Han sido unos momentos duros en los que Lucy me cogía de la mano para irnos y mentando el parque, porque cada vez que veía pasar a la auxiliar que iba poniendo las gotas a varios niños, parecía que veía al diablo directamente. Claramente no le gustaba nada lo que estaba pasando y quería largarse de ahí cuanto antes.

Al entrar a la consulta ya venía nerviosa por las perrerías que había vivido hacía unos minutos y ver la bata blanca no ayuda. Es lo que tiene ir al médico solo para ponerle las vacunas, que no lo relaciona con algo bueno nunca.

Hemos visto a un médico residente que nos tocó la otra vez, muy empático y agradable, que no dudaba en moverse y distraer a Lucy para intentar verle los ojos. Pero no había manera. Además buscaba mi pecho y se escondía, no estaba colaboradora con toda la razón y esa tampoco era una opción para poder verle alguno de los dos ojos.

Viendo esto, la oftalmóloga a la que el médico residente acompaña, no ha estado muy fina la verdad. Contando con que la consulta de estrábico está llena de niños, pienso que debería estar más acostumbrada a que los niños tengan miedo, no estén participativos y no se dejen ver cómo podemos hacer los adultos.

En definitiva, tener más empatía, ser más respetuosa y tratar a los niños como si fueran personas, porque lo son.

Lucy es muy pequeña, todavía no tiene ni dos años, y aunque le digas que no le van a hacer daño, no se fía. Su miedo es instintivo y no se le puede culpar por ello. Ver esos aparatos tan cerca y esa luz no son tranquilizadoras tampoco.

Para empezar ha soltado un "y ahora se pone a comer" refiriéndose a que Lucy estaba al pecho. Ahí he tenido que decirle que no, que estaba nerviosa y asustada y se refugiaba en mi. Algo que es normal. Parece que le molestaba.

Cuando he conseguido que se tranquilizase cantando y distrayendo, la he oído decir dirigiéndose a su residente "si no se deja, se lo hago a la fuerza". En ese momento la que se ha puesto nerviosa he sido yo. Soy consciente que hay que verle el ojo, que estamos ahí para eso, pero es muy diferente decir "vamos a tener que agarrarla para poder vérselo" y me lo digas a mi, que queda mucho mejor y yo te doy mi beneplácito, a que hables como si ninguna de las dos estuviéramos presentes, que además Lucy se entera de todo, y a que utilices esa expresión que parece que incluye hacerle daño.

"Vamos con calma, que es muy pequeña y tiene miedo. A la fuerza solo conseguimos que se ponga peor" he dicho yo intentando controlarme. Súper Papá había montado una guerra mundial y con toda la razón, pero es que la diplomática de la pareja soy yo. Y ahora lo pienso y me siento cómplice de un momento tan terrible para mi hija. La verdad es que me siento muy impotente y pienso que tenía que haberle dicho cuatro cosas más, cosas que Súper Papá si habría dicho.

Si, hemos tenido que agarrarla, todo muy poco respetuoso, y no hemos tardado mucho porque solo había que mirarla, pero con una luz en un ojo con la pupila dilatada. Nada agradable para Lucy, ni para mi, ni para el médico residente que por su cara también lo pasaba mal. Hacer algo así, permitir que lo hagan con tu propia hija duele como una patada en el corazón. Pero ¿qué hago?

Lo peor ha sido que no ha visto nada. No sabemos si porque no tiene nada o porque no había manera de verlo. Es frustrante que tu hija pase por todo ese sufrimiento para no obtener nada concluyente.

Lucy se ha dirigido a la doctora directamente, señalándola con el dedo, quejándose y luego señalándose el ojo. Estaba diciendo que no le gustaba lo que le había hecho y ella le ha soltado "claro, pero es que te estás portando mal". Y por ahí no paso, "la niña tiene miedo no se está portando mal, lo está pasando mal, encima no te pongas a la defensiva con ella y la trates de malas maneras". A esto no he recibido contestación y el médico residente nos ha llevado a otra sala intentando apaciguar, porque yo ya estaba visiblemente cabreada, para verle el fondo de ojo, solo con el médico residente majo. Y solo ha podido verle un ojo porque, el otro no había manera de abrirlo y él mismo no quería insistir más.

Ha llorado muchísimo, se ha resistido, ha gritado, ha pataleado... Y yo he llorado con una pena terrible mientras le decía que no la iban a hacer daño, que abriera el ojo y ya nos íbamos al parque. Se me saltaban las lágrimas solas y tenía la garganta contenida. No podía ni hablar, ni preguntar cosas que ahora se me pasan por la cabeza. Solo quería salir de ahí con mi hija y ella decía adiós cuando hemos salido de la consulta con unas ganas increíbles.

El diagnóstico: ninguno por ahora. Solo saben lo que yo les digo y que tiene antecedentes familiares de varios grados. Debe pasarle algo parecido a lo que cuenta El Rincón de Mixka: estrabismo divergente convergente, que además tiene mucha más experiencia que yo en estas lindes.

El tratamiento: Oclusión alterna con parche 4 horas al día durante 4 meses que tenemos que volver de nuevo a pasar otra vez este calvario. Y esa es otra, ponerle el parche y mantenerlo puesto...

Es por el bien de nuestra hija y necesario, lo sabemos. Pero no podemos evitar sentirnos mal, por llevarla a que le hagan algo que no le gusta y con lo que lo no lo pasa bien. A mi se me siguen saltando las lágrimas cada vez que recuerdo lo mal que lo ha pasado y que yo he sido parte activa de ello. Muchas veces pienso que todo sea que le tengan que poner unas gotas o mirarle el ojo, porque si tuviera algún otro tipo de problema alguna vez y hubiera que hacerle un análisis por ejemplo, no sé cómo íbamos a conseguirlo.

¿Tenéis experiencias con el estrabismo?

¿Ideas para poner y mantener el parche puesto?


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