Revista Cultura y Ocio

Contemplaciones

Por Dayana Hernandez

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Puedes sentir la gran pasión de ser humano en las canciones, de aferrarnos a existir con este incalculable deseo por seguir sintiendo, por seguir teniendo sensaciones, pues las sensaciones son todo lo que nos queda. Una sed insaciable por estimular los nervios es siempre lo que nos impulsa a la acción. No la fe ni la convicción en nuestra era. Nos duele dejar la vida porque ella es nuestro dios. Me ha tomado tiempo comprenderlo, vivir es adorar a la vida misma en completa perplejidad. Ella es la salvación. Morir es resignarse a no ser amado nunca más, resignarse a no luchar nunca más, a no sufrir nunca más. Aún cuando exista el malestar continuamos devotos a ella. No nos damos por vencidos, somos fieles monjes a la vida. Cantamos místicamente a ella cuando hacemos el amor. Damos la ofrenda máxima de nuestros huesos pulverizados a la tierra eterna. Estamos homogéneamente unidos, somos hermanos de sangre hasta la descomposición. Somos leales creyentes, de lo contrario ya hubiéramos renegado de ella. Predica, predica en el silencio con besos y tibias lágrimas tu dolor, lo entenderé pues también soy parte de esta incomprensible epifanía. Solo quiero ascender un día, a un gran campo de lapidas cubiertas de flores, cerrar los ojos y sentir que el calor del mundo ha terminado para mí. Tengo frío y Despierto. Aunque lo queramos, no, no somos suicidas.

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Arte: William Blake


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