Revista Cultura y Ocio

Conversación con... Guillermo Carnero 1/5

Por Agora
Conversación con... Guillermo Carnero 1/5

La publicación de Cuatro noches romanas nos suscitó la idea, hace ya casi un año, de tener una larga conversación con Guillermo Carnero. Entendíamos Francisco Javier Illán y yo (Fulgencio Martínez) que para acercar el libro a los nuevos lectores debíamos revisar, con los ojos actuales del propio autor, toda su anterior trayectoria poética. La entrevista, finalmente, tuvo lugar el 2 febrero de 2011 en su casa de Alicante. Hicimos fotos y grabamos más de tres horas de conversación.

El making of y el texto definitivo de esta entrevista – que estás leyendo – se funden para presentar ángulos generales y detalles esclarecedores de la personalidad de Guillermo Carnero.


DISCURSO DEL MÉTODO

FULGENCIO: La conversación quisiera enfocarla no sólo sobre tu último libro, sino en torno a tu trayectoria poética; incluso tocar tu obra erudita y de investigación, y también algunos aspectos tuyos (en la medida en que quieras entrar en el tema) personales. Hablemos sobre los temas que vayan surgiendo, no importa si uno nos lleva a otro... Luego hay tiempo de revisar la conversación y de poner orden al texto de la entrevista.

GUILLERMO CARNERO: Que la conversación sea pues una especie de materia prima, aunque deberíamos – y no lo hemos hecho – haberla preparado concienzudamente, para que pareciera no haberlo sido. No hay nada que parezca menos espontáneo que la espontaneidad. La espontaneidad produce una sensación de excesiva familiaridad. No hay peor enemigo de la sinceridad que ser sincero; lo importante no es sólo ser sincero sino, siéndolo en realidad, parecerlo también. Juan Benet, que era un hombre muy inteligente, presumía de ser un intelectual desaliñado…

FULGENCIO: El novelista e ingeniero…

GUILLERMO CARNERO: Un día, bromeando con él sobre la espontaneidad, llegamos a la conclusión de que lo que más le gustaría sería ponerse su mejor traje de lana inglesa y mancharse un poco de arcilla, de unos frascos de arcilla que tuviera en el baño, para parecer que venía de la obra. ¡Un hombre tan exquisito, que iba de Burberrys al fangal, vestido de la mejor lana inglesa, con manchas de arcilla que hoy sería arcilla de Armani! Ese extremo cuidado y sofisticación causarían una auténtica sensación de desaliño, mientras que el desaliño auténtico sólo sería suciedad y descuido. Lo sabía perfectamente Diderot

FULGENCIO: ¿A qué te refieres?

GUILLERMO CARNERO: A uno de sus libros titulado La paradoja del comediante. Una de las conversaciones más inteligentes que he tenido, no por mi parte sino por la de mi interlocutor, fue con Jaime Gil de Biedma a propósito de esa obra (Paradoxe sur le comédien: este texto de Diderot lo parafrasea Carnero en el poema que comienza con el verso: “¿Por qué habría de hacerlo con palabras?”, de Espejo de gran niebla). Diderot es genial. Nos dice: si se quiere expresar en el teatro el dolor de un padre que ha perdido a su hijo, por ejemplo, y entre el público hay un hombre que la víspera ha perdido efectivamente a su hijo, y se lo sube a escena, hace el ridículo y todo el mundo se ríe. En cambio, un actor que no ha perdido a nadie, que viene de una juerga y va a otra, pero que conoce la retórica del dolor, será convincente y hará llorar al auditorio. De modo que la autenticidad y la espontaneidad son conceptos retóricos primitivos y equivocados. Y eso trasládalo a la literatura, hay quien cree que con una gran emoción y un bolígrafo basta para escribir.

FRANCISCO J. ILLÁN: Pregunta de procedimiento. ¿Puedo ir tomando fotografías mientras habláis? Porque veo que tú cuidas mucho tu imagen...

GUILLERMO CARNERO: Será que no me he puesto la arcilla. (Ríe). El otro día oí algo peligroso. El periodista dijo que un político había estado muy fraternal y comunicativo porque iba sin corbata. ¡Qué mundo es éste! A mí, que voy siempre con corbata y alfiler, me considerarán un resto arqueológico.

FULGENCIO: Hay por ahí mucho aficionado a la sociología de los signos, a la semiología.

GUILLERMO CARNERO: A mí me enseñaron en el colegio que es un signo de buena educación y de respeto a los demás ir con corbata y aseado; ahora parece ser lo contrario, una especie de filadelfia de la mugre y la pringue. O me pongo la corbata o me quedo como estoy, no sé lo que preferís, qué público tenéis.

EL PROCESO DE LA CREACIÓN POÉTICA

FULGENCIO: Vayamos a tu obra, siguiendo un hilo diacrónico. La crítica ha señalado en ella cortes o épocas. ¿Podrías comentar hasta qué punto responde el cambio a una evolución interna tuya, o cómo percibes la evolución de tu obra?

GUILLERMO CARNERO: Responde, primero, al miedo al vacío que tengo siempre que acabo un libro. Lo he tenido siempre, desde el primer libro, porque soy incapaz de autocopiarme: lo que ya he hecho no me interesa por segunda vez. Cuando acabo una cosa me falta la motivación, el instinto, la fuerza, o la ilusión de descubrir algo, y entonces, hasta que no tengo otra cosa que decir no se me ocurre volver a escribir. Es un proceso mental subconsciente, imprevisible. A lo mejor tardo un año en dar un paso en pensamiento, en emoción, en elaboración intelectual de lo uno y de lo otro. Un año, o diez.

FULGENCIO: Un período de silencio.

GUILLERMO CARNERO: Te puedo asegurar que hasta que no tengo la convicción íntima de que estoy diciendo algo, que será algo más o menos importante, probablemente no lo sea, pero para mí lo es, y además es nuevo, en el sentido de que yo me descubro a mí mismo, mucho o poco, no lo sé al empezar; si no tengo esa sensación, no me pongo a escribir.

FULGENCIO: No tienes la motivación profesional...

GUILLERMO CARNERO: La actitud profesional de decir: “tengo un repertorio, una serie de ingredientes en la alacena, y sé que con ellos puedo darle a la manivela y repetir lo que ya hice”, nunca me ha valido. Por eso, cada libro mío creo que es distinto. Claro, no puedo olvidar lo hecho, pero no lo repito. Siempre digo que escribo en espiral, dando vueltas a lo mismo pero a mayor altura cada vez. “Mayor altura” significa sólo que cuento con lo anterior, como en una sucesión de estratos geológicos.


FULGENCIO: Sea una u otra la evolución, lo importante es tener algo que decir.

GUILLERMO CARNERO: Supongamos que tenemos algo que decir. Hay quien lo dice de una vez y se calla, y hay quien se repite hasta la extenuación propia y ajena porque se autoexplota, porque la manivela gira; abre la alacena y tiene allí los ingredientes para el guiso que sabe hacer.

FULGENCIO: Una retórica de la inercia.

GUILLERMO CARNERO: A mí eso no me interesa. Tengo la necesidad de dar cada paso contando con el anterior pero superándolo; por eso tengo silencios de vez en cuando.

DIBUJO DE LA MUERTE (1967): IMPULSO Y SÍNTESIS DE PRIMERA ETAPA. La sombra de la censura se alargó también sobre la poesía de los novísimos.

FULGENCIO: Al menos por la fecha de publicación de tus libros se pueden establecer etapas, y por tanto cada etapa vendría precedida por uno de esos silencios. Podríamos llamar primera etapa a la que gira en torno a tu primer libro, Dibujo de la muerte. Esa etapa germinal incluye también una serie de poemas del ciclo de Dibujo, que dejaste fuera de las primeras ediciones del libro y algunos de los cuales has añadido en la recopilación de la primera parte de tu obra en la colección LetrasHispánicas, de Cátedra, en 1998. La recopilación (le muestro mi ejemplar) se titula Dibujo de la muerte, como tu primer libro, y recoge tu poesía publicada con anterioridad a Verano inglés

GUILLERMO CARNERO: Hay una edición posterior a ésa, de 2010, también en Cátedra, donde se recogen los mismos poemas pero se han aumentado las notas, el estudio preliminar de Ignacio Javier López, y la bibliografía.

FULGENCIO: Dibujo de la muerte (primera edición, de 1967, en Málaga, Librería Anticuaria El Guadalhorce), el poemario germinal, lo conocí en la segunda edición, de Ocnos (Barcelona, 1971). Siempre me ha llamado la atención un poema, “El movimiento continuo”, que es un poema satírico, con un componente crítico.

GUILLERMO CARNERO: Podría ser incluso un poema social. Ahí estaba yo mirando con ironía a la poesía social. Lo hice a propósito. La cita inicial de Herrick tuvo problemas con censura.

FULGENCIO: ¿La recuerdas?

GUILLERMO CARNERO: “Pronto envejeceremos, moriremos / antes de conocer la libertad”. Debieron de pensar que me estaba refiriendo a la libertad política, y que el movimiento continuo era el llamado “Glorioso Movimiento Nacional”, cuando en realidad era una noria; y qué iba a saber un censor de Robert Herrick. Estaba hablando de una cuestión existencial, del fracaso existencial por falta de amor. Claro que la falta de libertadamorosa es una consecuencia de la represión moral de las dictaduras; así que la censura se equivocó y acertó a la vez, a pesar de su propia estupidez.

Texto Fulgencio Martínez, fotografías Francisco Javier Illán Vivas

(Continuará...)


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