Revista Deportes

Corazones de hierro

Publicado el 02 abril 2016 por Carlos Romero @CarlosRomeroSFC

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Jamás, o casi nunca, nadie regaló nada al Sevilla FC.

Pueden comprobar cómo prácticamente todos los equipos andaluces tienen sus campos o estadios ‘regalados’ por cuenta del municipio correspondiente, incluido el estadio del otro equipo de la ciudad, que si bien no lo parece, prácticamente lo fue. No les costó ni un duro construirlos, quizás alquilarlo por un precio irrisorio, cedidos a cambio de su mantenimiento, o busque usted una de las mil fórmulas, que en connivencia con los políticos de turno -ávidos de los votos del fútbol- han maquinado. Esto ha supuesto una ventaja, con la que han contado como oportunidad para conseguir llegar más allá de lo que nunca fueron, y aún así no lo han conseguido.

El Sevilla FC construyó con el esfuerzo único y exclusivo de sus socios, los cuatro campos que ha poseído en sus 126 años de historia. Una frase que debe estar marcada a sangre y fuego en la piel del sevillista que se precie de serlo.

El sevillismo jamás clamó por un mesías que le proporcionase los medios necesarios para subsistir, y más aún, llegar a hacerles campeones de algo. Nunca existieron los mecenazgos, fue por contra un equipo asambleario, con el aficionado marcando muy de cerca y pegajosamente a sus dirigentes, incluso en los momentos de mayor éxito de su historia. Sus presidentes nunca ostentaron grandes patrimonios con los que invertir en el Club, por el contrario sí fueron magníficos gestores con el dinero del sevillismo, salvo excepciones muy contadas, tenemos casos claros como el de D. Ramón Sánchez-Pizjuán.

Esta raza de aficionado es única. Se mimetiza e identifica con su club y pelea por él hasta la muerte, y así se ha comprobado en los momentos claves. Crisis graves como la de los años 60 y 70, contaron con el apoyo incondicional de los que se llamaron "socios protectores", socios de base que pusieron su amplio o escaso patrimonio, y su trabajo al servicio del sevillismo, hasta lograr sacar al Club de situaciones verdaderamente deprimentes.

Las famosas filas cero que se pusieron en marcha para aportar dinero para terminar de construir el estadio; incluso la petición de la directiva para fichar a jugadores, como fue el caso de Bertoni, en el que se le pidió al socio 1.000 pts. añadidas a la compra de su carné para poder financiar al jugador. O bien el préstamo que se le pidió a los socios a devolver en 5 años en 1937.

Esta es la verdadera diferencia entre un aficionado de verdad, y el aficionado folclórico "llenaestadios", que ni en sus sueños imposibles podrían jamás imaginar ni comprender qué significa luchar por su club hasta estas cotas.

Es el Sevilla FC reconocido internacionalmente, como uno de los clubes más temidos, no solo por su juego, sino por el empuje de su afición, que está ahí siempre que el Club la necesita, llevando a sus jugadores en volandas hacia la victoria.

Por eso este Club es un club grande. Enorme. Por su afición es de facto dueño de su club, aunque la ley le obligue formalmente a tener una determinada estructura administrativa, una afición con un poder inmenso, nos remitimos al triste suceso acaecido en 1995 con el descenso administrativo, y sus secuelas a posteriori.

Que la propaganda goebbeliana no haga mella ni confunda a las mentes para erosionar la idiosincrasia sevillista, ni el martilleo rompa los corazones rojos de gloria, Guardianes de la memoria somos todos.


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