Revista Opinión

Corpus Barga, una pluma maldita

Publicado el 08 mayo 2012 por Manuelsegura @manuelsegura

Corpus Barga, una pluma maldita

La tragedia de una guerra no solo se cobra vidas; también sueños. A Corpus Barga le cupo no sé si decir que el honor de acompañar a Antonio Machado en su camino al exilio. Era enero de 1939 y la Guerra Civil española estaba próxima a finalizar. Salieron del país por la frontera en Portbou, en el Alto Ampurdán, bajo una lluvia intensa que calaba hasta los huesos. Corpus Barga tuvo que coger en brazos a la provecta madre del poeta, Ana Ruiz, y condujo a la familia hasta el hotel de Colliure. A las pocas semanas, el autor de Campos de Castilla moriría en suelo francés. En el bolsillo de su abrigo se hallarían aquellos, quizá, versos postreros: “Estos días azules y este sol de la infancia…” Apenas 72 horas después, fallecería su madre. Tras ello, Corpus Barga encaminó sus pasos hacia París. Allí viviría hasta 1948, año en el que cruzaría el charco y se instalaría en la capital peruana, Lima, fundando la Escuela de Periodismo de la Universidad de San Marcos.

Como periodista, mientras permaneció en España, ejerció en diversos diarios y publicaciones. De la mano de Ortega y Gasset lo hizo en El Sol. También en El PaísEl Imparcial o La Nación. Fue amigo de Baroja y Valle-Inclán. Y viajó y entrevistó a Rodin. Y a Benito Mussolini, aun a pesar de sus profundas convicciones demócratas y republicanas. En sus obras Los pasos contados o Las delicias es donde destila su mejor prosa: incluso pasando por ser ‘un escritor sin género‘. Juan Ramón Jiménez dijo de él que parecía que escribiera “con sarmientos, con yerbas, con agua, con carbón, con hormigas, con escoria, con rocío”.

Murió en Lima, en agosto de 1975, a los 88 años, y aunque había pedido a Manuel Aznar volver a su patria (“La verdad es que llevo mucho tiempo fuera de España y tengo ganas de volver. Todo lo que me lleve a España ‘sin compromiso’, lo acepto”, le escribió), nunca pudo ver colmado su ansiado sueño. Ni siquiera con la intermediación de Camilo José Cela.

En 2009, la Fundación Banco Santander tuvo la feliz idea de rescatar su memoria, editando Periodismo y Literatura, un compendio de sus mejores escritos, trabajo que coordinó el catedrático Arturo Ramoneda.


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