Revista Cultura y Ocio

Corrupción

Por Daniel Vicente Carrillo


Corrupción
Está mal planteado. La violencia no es "el mal", pues ello depende de los fines que persiga. El mal moral conlleva desear la destrucción de los demás, sin que pueda alegarse una razón comprensible para ello y con independencia de si somos nosotros mismos quienes la llevamos a cabo. Es una característica de la esfera intencional, no de la conductual, aunque penetre en ella eventualmente.
El mal está más allá no sólo de la justicia, también del egoísmo y de la racionalidad. El egoísta sacrifica el bien ajeno en favor del propio, al que valora mucho más, y en este sentido es coherente con su escala de valores en la medida en que no logra identificarse con nadie distinto a él. Pero el malvado siente placer ante la desgracia ajena precisamente al identificarse con ella. La empatía funciona aquí en sentido inverso al esperado: en lugar de propiciar la compasión, da lugar al odio.
Alguien es herido y, con todo, no lamento la suerte de mi semejante, ni me conformo con aliviarme por no ser él, sino que me alegro en secreto. Ésta es una secuencia de pensamiento habitual y a un nivel consciente en hombres normales. Se manifiesta a través de la íntima satisfacción sádica, que a menudo es exteriorizada mediante la risa, pues uno suele reírse de las desgracias del prójimo, pequeñas o grandes.
¿Qué vestigios animales, qué remoto instinto se halla en la raíz de la maldad humana?


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