¿Corruptos?

El Sr. Camps está siendo juzgado por una cuestión de trajes, que si fueron pagados o regalados, con notables lagunas en las declaraciones de los diferentes testigos y peritos, y por un importe de cuatro mil y pico euros. Las supuestas operaciones fraudulentas alcanzaban, en otro orden de cosas, una cuantía próxima a los treinta mil. D. Francisco abandonó su puesto institucional, después de haber repetido una mayoría aplastante en las urnas, y se dedica, exclusivamente a su defensa.

Ni el Sr. Chaves ni el Sr. Griñán han dimitido de sus cargos, y tienen colgando unos mil millones de euros en supuestas subvenciones amañadas, entre las que se encuentran los diez millones que papá concedió a una empresa de diez trabajadores de la que su hija era apoderada. D. Manuel sigue ocupando los mismos cargos dentro del partido y si abandonó la vicepresidencia fue por el dictado de las urnas y no por voluntad propia.

Desde luego que tan ladrón es quien se apropia de un euro ajeno, como de cientos de millones de ellos, pero a los ojos del observador poco avezado, puede parecer diferente. Yo opino que no tiene la misma responsabilidad quien roba un bocadillo de chorizo para comer, que un diamante de Cartier, aunque los dos sean ladrones. En el caso que nos ocupa, mientras el político popular presentó su dimisión y se defiende en los tribunales, nadie en Andalucía parece haberse enterado de que se gastaron en cocaína casi un millón de euros para uso y disfrute, ilegal por cierto, de los conspicuos socialistas que ocupaban el poder. El asunto es doblemente grave por cuanto supone una malversación de fondos públicos y un atentado contra la salud, porque en tales cantidades, no vamos a creer que se trata de consumo: Alguien proporcionaba la farlopa, y el responsable, queramos o no, no puede ser más que un camello en toda regla. Entre traficantes, chupópteros, asesores, hermanísimos, personajes que trabajaron, según su documentación, desde el mismo día de haber nacido, se produce un fuerte olor a podrido en la administración andaluza. Lo malo no es depurar al personal, que se hará, sino que después Dª Carmen, la catalano andaluza, nos venda cien años de honradez; es ya es algo que empieza a sonar a cachondeo.

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