Revista Opinión

Cosas de Evo

Publicado el 10 octubre 2010 por Cronicasbarbaras

Hay políticos que cuando creen que no hay una cámara de televisión grabándolos se portan tal cual son, a veces como individuos peligrosos y rencorosos de los que nadie puede fiarse.

Como cuando una pequeña cámara recogió el rodillazo en la entrepierna que Evo Morales, el presidente boliviano, le dio alevosamente en La Paz a un opositor distraído y alejado de la pelota durante un partido de fútbol Gobierno-Oposición.

Morales se vengaba de una falta leve recibida antes, y que ahora denuncia como grave tras ver en las televisiones su agresión: trata de justificar su conducta malévola.

Observemos ahora que prácticamente todas las cadenas del mundo presentan la agresión como una anécdota entre nativos bolivianos.

¡Este Evo!, ¡Cosas de Evo!, dicen los comentaristas con una sonrisa para disculparlo, sin recordar que hablan del presidente de un país dos veces más grande que España, con 10,6 millones de habitantes e inmensas riquezas naturales.

En Evo confluyen dos aspectos que para el buenismo del primer mundo atenúan su acción: es un indígena latinoamericano de antepasados explotados hace siglos por los españoles, y pertenece a la izquierda fildel-chavista que se proclama antiimperialista.

Pero imaginemos haciendo lo mismo con un opositor a otros iberoamericanos, los presidentes chileno y colombiano, blancos y de derechas: los gritos llamándoles fascistas, asesinos, traidores y pidiendo su inmediata destitución recorrerían el mundo, y los editoriales de los periódicos de toda ideología advertirían contra cualquier concesión a tales desalmados.

A Evo se le perdona por izquierdista y, sobre todo, por indígena: el racismo paternalista crea distintas medidas que deciden que la dignidad y decencia de las personas son diferentes según su origen étnico.

Es el perenne supremacismo del blanco que oculta con buenismo vergonzante su convicción de que hay razas inferiores.


Volver a la Portada de Logo Paperblog