Revista Cultura y Ocio

Cosas por las que discutimos mi chica y yo, de Mil Millington

Publicado el 14 abril 2017 por Laura Coll Rigo
Cosas por las que discutimos mi chica y yo, de Mil MillingtonHace un par de semanas, fue el mes del humor en mi biblioteca habitual, por la cual cosa había dedicado toda una estantería a este tipo de libros. Sabéis lo aficionada que soy a darles una oportunidad a los libros más variados, con la esperanza de encontrar alguno que me arranque una sonrisa. Esta vez me contuve y solo cogí tres, de los que no tenía ninguna referencia. Dos de ellos no estaban mal, pero no estaban consiguiendo hacerme reír, por lo que los abandoné a medias. Así que, como podéis imaginar, no tenía muchas expectativas con esta lectura. Y la verdad es que me he llevado una grata sorpresa
Nº de páginas: 408 págs.
Editorial: ALFAGUARA
Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788420402086
Año edición: 2005
Plaza de edición: MADRID
Sinopsis:
Pel Dalton no sabe de ordenadores, trabaja como supervisor del equipo informático de una biblioteca universitaria, y es feliz cuando puede pasarse horas jugando con el mando a distancia del coche. Su vida sería perfecta si no fuera porque tiene una novia alemana atractiva e inteligente, trabajadora, buena madre, eficiente, muy eficiente...
Las desternillantes discusiones y las aventuras del protagonista dan como resultado una novela cargada de humor que sólo puede dejar indiferentes a aquellos que se atrevan a decir que nunca, nunca han discutido con su pareja.
Opinión:
Impresión: Tronchante
¡Cuánto hace que no me río tanto! Mirad que El dios asesinado en el servicio de caballeros fue un libro divertido, pero este lo supera. ¡Lo que me ha gustado este libro! Su humor está al nivel de David Safier y eso ya es decir. Me ha atrapado desde la primera página y conseguido que mantuviera mi sonrisa durante toda la lectura. ¡Es más! En numerosas ocasiones me he reído a carcajadas, sin importarme quién estuviera mirando.
Cosas por las que discutimos mi chica y yo, de Mil Millington
Si buscas un libro divertido, ¡este es tu libro! Sin ningún tipo de dudas. Es un libro que intenta hacer reír y lo consigue. Además, es un libro con el que te puedes identificar sin ningún problema, porque todos los personajes son muy reales. Ninguno de los personajes está idealizado y todos son muy cercanos. Es cierto que tampoco no están tratados con gran profundidad, pero es porque todos se nos presentan bajo el filtro del punto de vista de Pel, el protagonista.
Pel es un personaje fantástico. Diría que es el estereotipo de hombre inglés y es así, excepto en el hecho de que no le gusta el fútbol. Pero sí, es vago hasta la saciedad, no expresa sus emociones, no entiende de ordenadores (aunque es técnico informático), un gran sentido del humor y una capacidad de improvisación para salir de cualquier situación propia del mejor actor.
Cosas por las que discutimos mi chica y yo, de Mil Millington
Cosas por las que discutimos mi chica y yo, de Mil MillingtonAdemás, no solo eso, Pel se enfrenta a situaciones muy cotidianas, por las que pasamos todos. El autor hace un gran retrato de la sociedad, fijándose en los más pequeños detalles. En especial, me ha gustado ver ese afán que tiene todo el mundo por no hacer las cosas como toca. Pel miente, al fingir que entiende de informática, pero no es el único que engaña en la novela y el resto de personajes lo hacen a mayor escala y también para su propio beneficio. Como ya he dicho, de personajes idealizados no hay ni uno, ni siquiera Ursula, la mujer de Pel.
Ursula (sí, sin acento, es algo que me costó un poco aceptar) es un personaje muy peculiar. No la conocemos más que así como nos la presenta Pel: el estereotipo de mujer alemana. Ursula es guapa, lista, cuadriculada, exigente, fría, vengativa, mandona,...Sus discusiones con Pel han sido muy divertidas y su relación...poco romántica.

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Mirad qué descripción tan poco corriente...

Sí, la verdad es que sobre esa relación tenía mis dudas. Durante la mayor parte del libro no he logrado entender por qué Pel y Ursula estaban juntos: no tenían nada en común y siempre estaban peleándose. Aunque claro, como la historia está contada desde la óptica de Pel...Además, al final demuestran que se quieren.

Cosas por las que discutimos mi chica y yo, de Mil Millington

Nunca había leído un diálogo (es de dos personas) en el que los personajes hablaran a la vez

De esta novela he de destacar que en cierto modo, hay cosas que me han recordado a los monólogos de El Club de la comedia. Ha sido un poco como cuando José Mota de los sketchs (ni idea de cómo se escribe) hace una película. Había veces en las que Pel se marcaba un monólogo interior gracioso sobre algo concreto. Por ejemplo, en determinado momento de la historia, tiene que poner en venta su casa y eso le lleva a hablar sobre su opinión de los agentes inmobiliarios durante una página o dos. Que a ver, no es aburrido, porque me reía un montón, solo que por eso, el libro ha sido como si un monologuista de El club de la comedia nos hablara de su día a día las 24 horas.
Cosas por las que discutimos mi chica y yo, de Mil Millington

Cosas por las que discutimos mi chica y yo, de Mil Millington
Y esto me lleva a una de las pegas del libro: no hay trama. A ver, que sí, que Pel se mete en un par de líos, pero en general el libro nos narra su día a día, con humor, sí, pero su día a día. Así que no hay momento de emoción, ni de tensión, ni de acción. Así que, en el fondo, el libro no engancha ni es adictivo. Al contrario, es un libro que se disfruta más leyendo a ratos, porque sino llega un momento en que tienes sobredosis y te cansas.
Cosas por las que discutimos mi chica y yo, de Mil Millington
Mi mayor miedo era el final: al no haber una gran trama no tenía ni idea de cómo iba a terminar. En general ha sido un final aceptable, quizás un poco precipitado, pero sin duda acorde con la novela, un final propia de una novela de comedia absurda.
En conclusión, un libro muy divertido, con el que te ríes a carcajadas y con el que enseguida te sentirás identificado, pues tanto los personajes como las situaciones son muy cotidianas. Eso sí, no hay ningún tipo de trama, es simplemente el día a día, contado con mucho humor, de un protagonista muy divertido.
Nota: No he encontrado ninguno otra reseña del libro, únicamente comentarios de diversas personas sobre este libro en un Bookcrossing. A la mayoría les ha gustado, pero no les ha terminado de llegar porque encuentran el protagonista insufrible. También puede ser que yo tenga un humor muy particular, pero no sé, creo que deberíais darle una oportunidad.
Avance en Goodreads:
Cosas por las que discutimos mi chica y yo, de Mil Millington

PUNTUACIÓN...4/5!
Cosas por las que discutimos mi chica y yo, de Mil Millington
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Cosas por las que discutimos mi chica y yo, de Mil Millington
Fragmento inicial:"—¿Dónde demonios están las llaves del coche?
Ya llego tarde. Hace diez minutos tenía tiempo de sobra. De hecho, deambulaba por un limbo de tiempo libre, dedicado a una serie de actividades absurdamente triviales e insatisfactorias, luchando con un esfuerzo ocioso por quemar etapas de tiempo de sobra. Los niños, que habían notado enseguida que estaba condenado a vagar por el mundo sin razón ni descanso, se habían enganchado cada uno a una de mis piernas. Paseaba por la casa como si llevara botas magnéticas mientras ellos se partían de risa al tiempo que se disparaban el uno al otro con los dedos y hacían ruidos con sus bocas chorreantes, protegidos tras rodillas opuestas.
Sin embargo ahora estoy furioso porque llego tarde. La culpa de esto la tienen exclusivamente las llaves del coche y, por tanto, su superior inmediato: mi chica, Ursula.
—¿Dónde... dónde demonios... están las llaves del coche? —grito escaleras abajo. Otra vez.
La sensatez ha desaparecido hace rato. He buscado en sitios donde sé que no hay la menor posibilidad de que se hayan escondido las llaves. Y luego he vuelto a buscar en esos mismos sitios. Ya sabéis, por si acaso sufría ceguera histérica transitoria la primera vez que he mirado. Luego he bajado la mirada jadeando de agotamiento, he rogado a los niños que se apeen de mis piernas y he buscado una tercera vez. En la escala de la frustración colérica, estoy a un solo paso de continuar la búsqueda de la única manera posible, que consiste en rasgar las fundas de los cojines, arrancar la tarima del suelo y abrir con una piqueta la pared de pladur del desván.
Hago un descenso casi suicida de las escaleras hasta la cocina, donde Ursula se está preparando una taza de café, inmersa en su propia burbuja de indiferencia protectora, serena y sin retrasos.
—¿Y bien? —estoy tan tenso que las palabras salen de mi cabeza a borbotones.
—¿Y bien qué?
—¿Cómo que y bien qué? Acabo de preguntártelo dos veces.
—No te he oído, Pel. Tenía puesta la radio —Ursula señala con un gesto de cabeza el pequeño transistor que hay sobre la balda. Y que está apagado.
—¿Cómo que puesta? ¿Puesta de qué? ¿Dónde están las puñeteras llaves del coche?
—Donde están siempre.
—Te voy a matar.
—Me imagino que no será —Ursula revuelve la leche de su café con gestos teatrales— con gases de combustión.
—¡Arrrrgggh! —y lo repito para dar énfasis a mi intención—. ¡Arrrrgggh!
Así de desquiciado retomo el debate moderado.
—Bueno, pues resulta obvio que no se me ha ocurrido mirar donde están siempre. Dios Santo, ¡qué banal sería por mi parte mirar precisamente allí! Sin embargo, preciosa mía, sólo para que podamos compartir una sonrisa ante la chusca y prosaica obviedad de todo esto, dime, ¿DÓNDE ESTÁN LAS LLAVES DEL COCHE? ¿SIEMPRE?
—Están en la entrada. En la estantería, detrás de la lámpara de lava.
—Y allí es donde están siempre, ¿verdad? ¿No ves ninguna contradicción en que el lugar donde siempre están sea un sitio en el que no han estado nunca hasta esta mañana?
—Es donde yo las pongo todos los días.
Engancho las llaves y me lanzo hacia la puerta, poniéndome la chaqueta por el camino; levantando un brazo por el aire y sacudiendo la mano para abrirse camino por la manga, como un estudiante de preparatoria que sabe la respuesta.
—Eso es una mentira cochina y descarada.
Mientras mi brazo libre cierra la puerta a mis espaldas, Ursula grita por encima de la taza de café:
—Compra pan... nos hemos quedado sin pan."

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