Crisis de identidad

Confieso que el Mundial está empezando a desconcertarme. El domingo, Alemania jugó al toque y, sólo 24 horas después, Holanda ofreció un ejercicio de fría especulación ante Dinamarca. ¿Qué esta pasando aquí? ¿La maldita globalización se está cargando la esencia de las selecciones?

No me gustó Holanda. No porque no jugara bien -para los hipercríticos, recordar que era sólo el primer partido de la primera fase-, sino por su forma de gestionar el partido cuando se puso en ventaja. No tiene nada que ver el hecho de que lo lograra con muy escasos méritos, y gracias a una doble carambola desafortunada de la defensa de Dinamarca (qué Mundialito llevamos, por cierto). Holanda no fue fiel a su esencia, la de un equipo que juega para para divertirse y divertir. Tras el autogol de Agger, se dedicó a provocar a sus rivales, dejándose dominar para matar el partido en una contra. Ésa no es la Holanda que conocemos. Es una cuestión de principios, no de fútbol.

Debutó Italia, y ofreció también una versión poco conocida de la orgullosa potencia que defiende título. Paraguay se adelantó y puso al campeón en muchos apuros, porque una derrota en el primer partido suele ser sinónimo de KO irreverisble. Y porque esta Italia, sin Pirlo, tiene muy poquito que ofrecer. Nada de fútbol. Sólo los bemoles de De Rossi, autor del gol del empate tras otra espectacular cantada, esta vez de Justo Villar. La azzurra mostró su versión más agonística, pero volvió a salvar una situación límite y a confirmar la vieja teoría: Italia no dejará de dar guerra hasta que su avión les devuelva al aeropuerto de Roma. Dicho queda.

Y, finalmente, Camerún. O Japón, para ser justos. Porque el equipo de Eto’o se estrelló con todo ante el combinado oriental. Es curioso comprobar cómo, en los últimos años, Asia ha superado a África en su pugna por acercarse al primer mundo futbolístico. Tienen menos físico, seguramente también menos talento, pero más método, más disciplina. Más rigor. Y más resultados. Otra confusión de identidades en este Mundial sorprendente.

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