Revista Opinión

Crisis y pepinos asesinos

Publicado el 13 septiembre 2011 por Carmentxu

Escucho a Felipe González volviendo a dar consejos en el pedestal desde el que habla, en medio de un aura a modo de costra creada por el tiempo y un acertado alejamiento de la convulsa política española, tan dada a recriminaciones, italianizada en perpetuo zafarrancho de combate y espectáculo de pandereta y cuchufleta. González es ese abuelito que periódicamente vuelve en sí. Lejos de contar batallitas, las ha catalizado en experiencia vivida, un activo que pocos saben utilizar tan bien y en buenas dosis. Dice Felipe que hay que decir sin eufemismos que estamos al borde del precipicio. Y digo yo, ¿decirlo sirve de algo? Estoy aburrida de oírlo y leerlo día sí y día también y esa no parece la solución.

Crisis y pepinos asesinos
Reconocer un problema es la condición sine qua non para empezar a actuar y acabar con él. Pero no es el caso, al menos todavía. El miedo a tomar decisiones valientes, imaginativas, proporcionales a esta crisis de dimensiones estratosféricas, es aún mayor que el miedo a una más que probable quiebra de Grecia (ya tenemos fecha: el 14 de octubre) a la que seguirían España, Italia, Portugal,… Obama dice que España e Italia somos el problema. Igual a él sí le hacen falta los consejos desde el más allá que dispensa Felipe González en cómodas grageas. No sólo hace falta reconocer que hay un problema (Obama aquí progresa adecuadamente), sino también identificarlo sin margen de error (sus asesores aquí deberían esmerarse más). De no hacerlo, esta crisis corre el riesgo de convertirse en un remake de bajo presupuesto de aquella crisis de serie B de pepinos asesinos.


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