Cristian Gallardo Trío – Cuok Cuok

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¡Qué bueno es cacarear de vez en cuando! Hilarante a la vez que profundo es el título del postrero álbum del chileno Cristian Gallardo. Cuok Cuok es un concepto inventado por Gallardo, y sus amigos, con el que ponen nombre a todo aquello de lo que no están seguros, a la incertidumbre del porvenir y a la inseguridad del futuro; aunque también lo aplican a las penas de amor, a los flechazos del maldito Cupido, a los amores eternos y a los simples enamoramientos momentáneos. Todo ello es Cuok Cuok, y todo ello describe a la perfección la tercera placa del multiinstrumentista chileno.

A Cristian (saxo alto, flauta y clarinete) lo conocemos, por lo menos en España, por formar parte del genial cuarteto (pianoless) llamado Contracuarteto, valga la redundancia, junto a Andrés Pérez y a los hermanos Lecaros (saxo tenor, contrabajo y batería); y posteriormente por su incursión en solitario, creando un álbum perfecto titulado Sin Permiso, asociándose, esta vez, con Gonzalo Palma, Cristian Orellana y Carlos Cortés (piano, contrabajo y batería) con los que repetirá para su segundo disco, Puro Jugo. Con el primer trabajo como líder, Cristian buscaba libertad compositiva, cosa que encontró y consiguió con creces e incluso aumentó con su segunda placa como cabeza visible. Con el tercer álbum en solitario, Gallardo, quiere ir más allá y para eso elige la formación a trío: saxo alto (Cristian dobla a flautas, clarinete y compone), batería y bajo eléctrico. Una formación atrevida e inusual en su carrera, aunque no para el objetivo que Gallardo quería alcanzar, que no es otro que acercarse al rock y al funk e incluso coquetear con la fusión. Eso sí, sin alejarse nunca del lenguaje bop y hard bop. A Cristian se le unen esta vez, Gonzalo Gómez y Hugo Manuschevic, que dicho sea de paso, éste último ha sido todo un descubrimiento para mí.

Cristian Gallardo, (c) Diego Pérez .

El trío comienza sus andanzas de forma muy cauta, con el saxo de Gallardo creciendo exponencialmente. Buen trabajo del bajo que realiza varias intervenciones de calidad. Pero si tengo que resaltar a alguien, ese es Hugo Manuschevic, que está brillante no sólo en este corte, sino en todo el disco. “Casa Matriz” es una composición con variados matices sonoros que dan mucho color al tema y que son origen de una simpática anécdota. Originalmente, el trío llamaba a esta pista “matices”, nombre que al grupo le parecía algo pobre. En una brainstorm, Manuschevic dijo lo primero que se le vino a la cabeza que fue: casa. El titulo quedó como “Casa Matiz” que fue variando hasta obtener el nombre final: “Casa Matriz”.

La segunda composición, “Jota”, nada tiene que ver con la danza y cante popular de la región aragonesa. Es tan sólo el nombre del archivo donde guardaron la pista. Y hablando de pista … un tema muy bailable, casi funky podríamos decir, en el que Cristian está soberbio. En su línea.

Hugo Manuschevich , baterista . (c) Jorge Lardone .

El grueso del nuevo trabajo de Gallardo llega con el tercer y el cuarto tema. Las dos primeras notas de la pista tres, Fa y Sol, le dan nombre a la misma. En posteriores momentos, el título mutó hacia “Fa-So” (en Argentina un cigarrillo de marihuana) cuando los espectadores que la escuchaban en directo coreaban al unísono: ¡FASO! ¡FASO!. Toda la composición se debate entre una intensidad contenida y los distintos solos de los componentes del trío. Encuentro guiños a Coltrane, sobre todo a su suite en cuatro movimientos: A Love Supreme. Por su parte, “Cuok Cuok” es un track más suelto y rápido, sin ese corsé compresivo del que hablamos en la anterior composición. En ella los tres músicos están sobresalientes, con un Gallardo que parece estar tocado por el hada de la improvisación, mientras que el bajo eléctrico mantiene un obstinato agotador que recorre esta cuarta parada de la placa, incluido un solo de campeonato. Por detrás, el gran Manuschevic, como el dios indú Shiva, el de los numerosos brazos, descarga una tormenta percusiva durante todo el tema. ¿Deberíamos llamarlo a partir de ahora Hugo “Manushivic”? ¡Tremendo!

“Vientos”, es esa ráfaga de aire fresco que, de vez en cuando, alivia los calurosos días de verano de Santiago de Chile. Gallardo da muestra de su virtuosismo, tocando para la ocasión: dos saxos tenores, dos clarinetes y tres flautas. Siete pistas mezcladas que dan como resultado una composición muy bella.

Subidas, bajadas y hasta loops se dibujan en la línea melódica del siguiente track, con una particularidad: una velocidad de vértigo. Después de esto, es fácil intuir el porqué del título: “Montaña Rusa”, un tema que Gallardo compuso en plena pubertad, y se nota…ya que queda impregnado de ese afán por demostrar que todos los adolescentes hemos experimentado.

Gonzalo Gómez , guitarra .

Por último, nos encontramos con “Jimi”, el tema más roquero del disco, teniendo en cuenta que Gallardo, usa la línea del bajo de una de las canciones de Hendrix para formar su composición: “Machine Gun”. En ella, el saxo tenor estira, tuerce y retuerce la melodía, llevando al paroxismo más extremo la experiencia de la escucha de la pista. Un gran cierre para el álbum.

Y hablando de cierres, para ir cerrando el gallinero, reiterar mi admiración por el trabajo de Cristian Gallardo, que ha dejado ya de parecernos una sorpresa prometedora para convertirse en toda una realidad. Lo mismo ocurre con la escena jazz de su país. Chile, se está convirtiendo, poco a poco, en una nación dentro del canon del jazz mundial, dejando de ser un lugar apócrifo para esta música. Todo ello, gracias a discos como el de Gallardo, que dentro de su carrera discográfica es un escalón más para corroborar lo que muchos intuíamos: Cristian es un grande. En él podemos encontrar: inventiva, saber hacer y pasión por la música, además de experimentación e improvisación. Una pena que su trabajo no trascienda como se merece y que tenga que acudir a la autoedición para poder expresar todo lo que lleva dentro. Tan sólo me queda por decir: ¡MUCHO CUOK CUOK!

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