Revista Sociedad

Crítica de “Bullhead”

Publicado el 29 diciembre 2012 por Elvolumendelaarmonia @elvolumendelarm

Un original telón de fondo, como ser puede la mafia que envuelve a la venta de productos químicos para crianza de las reses y una tragedia personal, no justifica las idioteces que ocurren en la segunda mitad de la película. Jacky Vanmarsenille, que en un principio resulta ser un personaje intimidatorio e interesante, acaba desdibujándose hasta convertirse en un patán de mucho músculo pero poco cerebro. Sus acciones, estúpidas, el cómo abarca el desentramado final, todavía peor.

Una película entorno a un gilipollas haciendo gilipolleces se convierte en una gilipollez. Bien filmada, eso sí.

<<<<<<<<<<<< AVISO A NAVEGANTES, SPOILERS A SACO >>>>>>>>>>>>

Asesinan a un policía que investigaba sobre hormonas y demás mierdas que pueden llegar a tener que ver con los chanchullos que se lleva para con su granja. En vez de hacer el menor ruido posible, decide ir a buscar a la hermana del tipo que ha destrozado su vida en ese preciso momento. Sí, lleva toda su vida amargado y obsesionado con ello, pero ahora que la cosa está chunga, en vez de esperarse, ¡ale, a meterse en otro asunto turbio!

Pero no contento con darle su merecido al bastardo que le hizo eso y de atosigar a su hermana por si acaso puede pillar, decide liarse a palos con un tipo que estaba intentando ligar con ella porque sí. ¡Bravo, llénate de más mierda!

Y el remate de los tomates: el desenlace del entuerto. Por una casualidad la policía tiene sospechas de que él está implicado en el asesinato. Su antiguo amigo -al que más adelante se nos señala que es homosexual y no sé para qué, sería como decir que es heterosexual, lo mismo daría- se ‘pringa’ avisándole de que la policía va tras él. Su familia tiene que huir por su cuenta y Jacky se deshace de las reses, lo que según él, el cuidado de las mismas es su vida.
Su amigo, un informante de la policía de aquí te espero, le lleva hasta la casa de la tía a petición de Jacky. Él está hasta arriba de mierda, tiene que separarse de su familia y de sus reses por el follón en el que se ha metido, pero ¡eh! ¡Un polvo es un polvo! Que me duelen los huevos -perdón, olvidé que no los tenía, aquí no vale tal expresión-. El poli acepta su petición sin ponerle ni un pero, hay tiempo para recogerla, llevarla a un bar, luego a la discoteca y después a un after si nos da por ahí.

El tipo llega a la casa de la chica, se lía a porrazos con la puerta -si por si acaso no se hubiera enterado de que se lió a hostias con el tío de la discoteca, entra como un salvaje para que ya tenga una excusa perfecta para llamar a la policía-, llegan los maderos y se lían a balazos con él por oponersee a la autoridad. Fin.

Y por todo esto, una nominación a los OSCARS en la categoría de “Mejor película de habla no inglesa”. Acojonante.


Crítica de “Bullhead”

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