Revista Cine

Crítica de cine: 'Bienvenidos al Fin del Mundo'

Publicado el 30 noviembre 2013 por Lapalomitamecanica
Un digno broche para la trilogía del cornetto
Crítica de cine: 'Bienvenidos al Fin del Mundo'
Nota: 6'5
Lo mejor: es una comedia disfrutable que funciona por sí sola.Lo peor: que Zombies Party y Arma Fatal son mucho mejores.
Dicen que todo lo bueno se acaba y la cachonda trilogía que inició Edgar Wright allá por el 2004 con Zombies Party no iba a ser una excepción. Hemos tenido que esperar un sexenio desde la secuela espiritual de aquélla, Arma Fatal, para llegar al punto final de las aventuras capitaneadas por un par de gamberros que se deben a una franquicia ya icono del género paródico. Simon Pegg y Nick Frost se despiden con la cabeza alta, los ojos cristalinos y un dedo corazón apuntando directamente a Hollywood. Sí amigos, porque si de algo puede enorgullecerse la saga británica es de haber avanzado hacia el éxito de la manera más honesta posible y sin grandes presupuestos. Para ser precisos, la primera entrega no llegó a los 5 millones de euros, la segunda costó el doble -10- y la tercera otros 5 más, 20; pecata minuta en comparación con los 190 invertidos en Guerra Mundial Z, por citar algún ejemplo reciente y post-apocalíptico.
Claro que, al contrario de la protagonizada por Brad Pitt (o cualquier otra de Will Smith o Tom Cruise si lo prefieren), a Bienvenidos al Fin del Mundo no se le puede exigir más que un desternillante entretenimiento y el homenaje a un género que su realizador tenía como asginatura pendiente. Porque si en Zombies Party se rendía culto a las obras de terror de Romero o Raimi y en Arma Fatal a la acción de Brian de Palma, Tony Scott o Jerry Bruckheimer, en esta tercera el guiño va dirigido a los clásicos de la ciencia ficción, concretamente a las películas bebedoras de la tan inspiradora novela de Wells, La Guerra de los Mundos, o de Jack Finney, Los Ladrones de Cuerpos.
Crítica de cine: 'Bienvenidos al Fin del Mundo'
Así, la cinta de clausura de Wright vuelve a colocar a sus protagonistas en un nuevo aprieto, que en esta ocasión tiene que ver con una invasión extraterrestre. Gary King (Pegg), un loser humano cuarentón y alcohólico que aún no ha superado la fase adolescente, decide reunir a su pandilla de la infancia y regresar a su pueblo natal para conquistar "La Milla Dorada", una ruta que dejaron a medias veinte años atrás y que consiste en pimplar birras como hooligans en doce pubs diferentes en una sola noche. Nuestro protagonista utilizará su carisma y artimañas para convencer a sus tres amigos (Eddie Marsan, Martin Freeman y Paddy Considine) y a su colega más íntimo, Andy Knightley (Frost), quienes tienen una vida familiar y laboral estable, acorde a la madurez que les correponde. A pesar del escepticismo y desconfianza que despierta Gary en ellos, el cuarteto decide finalmente acompañar a su desdichado amigo a la aventura, pero al llegar a su destino descubrirán que sus habitantes se comportan de manera extraña.

Si bien la historia a simple vista resulta algo más bobalicona que las anteriores, el trasfondo es más rico, presentando un discurso moral acerca de la amistad y la libertad, así como una enseñanza final que el director ha querido reservar para el cierre de la trilogía, a modo de un broche que no le  resta protagonismo a una base cimentada en buenas dosis de humor británico, en la línea de sus predecesoras, y en un honorable guiño a otras referencias míticas cinematográficas. Por si esto no bastara, la película nos descubre además a dos todoterrenos que complementan a la perfección el siempre estupendo trabajo de PeggFrost y Freeman. Ellos son Eddie Marsan (Sherlock Holmes, Ray Donovan) y Paddy Considine (La Saga Bourne, Bosque de Sombras), cuya presencia es todo un acierto para extraer a la audiencia un sinfín de carcajadas, sobre todo a ese sector más friki nivel máster de la escena sci-fi.

Crítica de cine: 'Bienvenidos al Fin del Mundo'

En ese deseo de Bienvenidos al Fin del Mundo por regalar unos cuantos guiños y continuar respetando el estilo de sus hermanas, la película incluye alguna sorpresita al estilo de la aparición del James Bond Timothy Dalton en Arma Fatal, o la propia continuación de la coñita del helado. También se preocupa por conservar esa manufactura de serie B que no hace más que acrecentar ese saborcillo simpático a cinta de bajo presupesto que en todas las entregas ha jugado como baza para nostálgicos y nunca a la contra. Quizá esta tercera aventura no sea la mejor de las tres, pero ello no impide que funcione por sí sola, como tampoco evita que sintamos bien invertido el dinero de nuestra entrada de cine para gozar de esta última fechoría de aquel equipo que se formó en los 90, en la alocada serie Spaced, y que hasta hoy nos ha aportado su talento y buenrollismo con el propósito de hacernos pasar un rato cojonudo. Quién sabe, quizás esto sólo sea un "hasta luego" y no el adiós definitivo de esta panda de ingleses descerebrados que por ahora prosiguen su camino por separado, al menos hasta que Edgar Wright termine de rodar Ant-Man para Marvel

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