Revista Cine

Crítica de cine: El árbol de la vida

Publicado el 23 septiembre 2011 por Lapalomitamecanica

El museo de Terrence Malick
Crítica de cine: El Árbol de la Vida

Nota: 7,5

Sumario 

Lo mejor: la música de Alexandre Desplat.

Lo peor: que no es nada accesible.

Presupuesto/taquilla: 32 millones de euros / 52 en todo el mundo a día de hoy.

Ficha: Imdb. 

La curiosidad: Terrence Malick ha confesado que su montaje ideal de la cinta dura 6 horas, y que tiene intención de difundirlo en formato doméstico.

El director: Cinco películas en cuarenta años nos dejan hacernos una idea de que el estilo contemplativo y meditabundo del que impregna Terrence Malick (Texas, 1943) a sus obras forma parte de su propia personalidad. Tras el éxito de El árbol de la Vida parece haberse animado, ya que prepara 2 películas nuevas con actores como Christian Bale o Javier Bardem, eso sí, rodeadas del absoluto secretismo en el que se desenvuelven todas sus producciones. Tenéis un repaso a su filmografía por nuestra redactora Patricia aquí.

La duda: ¿Por qué Brad Pitt siempre saca el mentón cuando tiene que hacer de tipo antipático?

Me resulta tremendamente irónico leer a muchos críticos referirse a esta El Árbol de la Vida como "cine en estado puro" cuando difícilmente se puede atisbar una película en el nuevo trabajo de Terrence Malick. Por supuesto, no voy a ser el primero que le ponga pegas al majestuoso tratamiento visual y sonoro del que hace gala la obra (así, en genérico) y que la convierte en uno de los espectáculos más bellos ante los que se haya podido asistir jamás en una sala de cine. Pero no puedo evitar echar en falta algo tan básico como un hilo narrativo. Una historia que sustente toda esa potencia técnica y que deje al espectador algo a lo que agarrarse. 
Crítica de cine: El Árbol de la Vida

Porque tal y como está planteada El Árbol de la Vida parece un pase de diapositivas (durante medio metraje, literalmente) con los fondos de escritorio más preciosistas que se puedan encontrar por la red y música chillout (espléndido Desplat) antes que una película. Para siquiera esbozar su sinopsis hay que hacer un ejercicio de desencriptación que deja en pañales la labor de los soldados aliados durante la Segunda Guerra Mundial en el flanco japonés. Con lo que ya ni hablamos del máster en filosofía (carrera que Malick sacó en Harvard) que se necesita para exprimirle todo el jugo a la "historia". 

Así que vamos a comenzar por lo fácil. De las tres líneas argumentales que se alternan durante el film, la más reconocible corresponde al retrato de una familia de clase media durante los años 60. Se trata de un matrimonio con 4 hijos que ha de afrontar el reciente fallecimiento de uno de ellos. Pero no tardamos en observar que el verdadero problema reside en el carácter autoritario del padre (Brad Pitt), un ex-militar que exige modales exquisitos y el máximo respeto por parte de sus hijos y de su sumisa esposa, una etérea Jessica Chastain (La Deuda).

Crítica de cine: El Árbol de la Vida

Quizás suene extraño alabar la labor de descripción de este personaje masculi tan potente cuando el eje principal de esta reseña es la falta de argumento en el nofilm, pero no hay que olvidar que sus apariciones se limitan a un rol más en uno de los ejes del triángulo de historias que forman este collage. Malick triunfa retratando a un personaje que enmascara su necesidad de cariño en una época en la que al hombre no le estaba permitido ser frágil, y que por mucho que se haga odiar por la audiencia, termina por transmitir ternura cuando reclama de su familia abrazos huidizos o miradas de cariño. 

Precisamente uno de esos retoños es casi el verdadero protagonista de esta historia. El debutante Hunter McCracken da vida al mayor e introspectivo hijo del matrimonio. Un chaval de naturaleza tímida y que ve su carácter anulado ante la sola presencia de su padre. El joven actor tiene más presencia en pantalla que su versión adulta, un Sean Penn meditabundo que se limita a pasear por los decorados de Malick y que no llega a las 10 frases en toda la cinta.

 

Crítica de cine: El Árbol de la Vida

Ese otro vértice de la historia es quizás el más flojo y gratuito. Se supone que representa el camino que recorre el personaje desde la anulación representada por la gran ciudad con sus rascacielos a la felicidad plena, que según Malick está compuesta por algo tan puro como las personas que te han convertido en quién eres esperando con los brazos abiertos en la orilla. Y pasando de puntillas por el mensaje cristiano y sin preguntarnos para qué necesitaba el talento de Sean Penn para un personaje que no cambia ni una sola vez de expresión, nos quedamos con que los contrastes entre el mundo moderno en el que vive Jack y el absoluto protagonismo de la naturaleza en el último vértice del triángulo es su mayor valor añadido.

Si. Habéis leído bien. La naturaleza es la protagonista de casi medio metraje. O mejor dicho, la formación de la vida. El Árbol de la Vida es una película especial dentro de la filmografía de este realizador porque por vez primera se ha atrevido a explorar casi sin ningún tipo de límites el que siempre ha sido su punto fuerte. No digo que el resto de tramas no estén contadas con el virtuosismo al que nos tiene acostumbrados el director de la injustamente olvidada El Nuevo Mundo, pero lo que nos encontramos en esta especie de documental de alto presupuesto es la explosión de un pintor del movimiento que ha decidido que era la hora de crear su obra más auténtica.

Crítica de cine: El Árbol de la Vida

Desde las placas tectónicas que formaban la masa terrestre hasta la primera medusa pasando por los dinosaurios. Malick no escatima en detalles y retrata ese proceso evolutivo con minuciosidad a la vez que libertad artística. Y es que durante estas partes del film también se alternan imágenes del espacio con otros planos microscópicos de organismos que se terminan fusionando y confundiendo al espectador, que una de dos, o está totalmente embriagado o profundamente dormido.

Puede que en realidad nunca hayan existido tres historias diferentes dentro de El Árbol de la Vida, y que las protagonizadas por personajes humanos solo representen la intención de Malick de retratar la formación de la personalidad humana como el proceso más complejo y rico de toda la evolución (con ecos a 2001: Odisea en ele spacio). También puede ser el mensaje de un cristiano moderno, empeñado en unificar las bases científicas de la existencia de la vida con la paz del mensaje católico. O simplemente un capricho de un realizador que se ha ganado un estatus privilegiado con esfuerzo y sin prisas. Pero desde luego, lo que El Árbol de la Vida no es, es una película en el sentido tradicional del concepto. Lo que no quiere decir que no sea capaz de producirle la misma o mayor satisfacción a todo aquel que vaya avisado y dispuesto a disfrutar de una experiencia inolvidable para los sentidos.


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LOS COMENTARIOS (1)

Por  gato
publicado el 15 marzo a las 17:06
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el trata de llevarte a lo mas profundo de tus memorias para que recuerdes el origen. muestra las cinco edades de la tierra.