Revista Cine

Crítica de Cine: 'Mad Max: Furia en la Carretera'

Publicado el 17 mayo 2015 por Lapalomitamecanica

La leyenda renace, y lo hace más salvaje que nunca

Crítica de Cine: 'Mad Max: Furia en la Carretera'

Lo mejor: la acción desenfrenada y salvaje que gobierna en la mayor parte del metraje.

Lo peor: algunos tópicos dramáticos del género.

Adrenalina en estado puro. Mejor que despertar en un día soleado, mejor que el whisky, mejor que una raya de farlopa, mejor que una canción de AC/DC, mejor que la tarta de queso, mejor que el chocolate, mejor que el jamón de jabugo, mejor que encontrar 20€ en ese pantalón olvidado, mejor que sobrepasar el límite de velocidad en la autopista, mejor que cualquier tráiler de Star Wars, mejor que tú, que yo, que dos en una cama, mejor que el amor, el sexo y, en definitva, mejor que cualquier emoción que puedas sentir. Mad Max: Furia en la Carretera es todo eso y más, porque George Miller no podía darle a su franquicia un final tan flojete como el de la tercera entrega, que se apartaba totalmente del tono que habían llevado la primera y la segunda y nos hacía una especie de crossover entre Hook y Los Goonies, una despedida demasiado indigna para una saga ochentera que a día de hoy es considerada de culto.


Igual de mítico que nos resulta su protagonista original, Mel Gibson, porque hasta ahora creíamos que sólo existía un Max Rockatansy y que, como sucede con Indiana Jones y Harrison Ford, personaje y actor se llevan en los putos genes, pero estábamos equivocados, muy equivocados. Tom Hardy es un potente heredero que ha logrado dignificar aún más si cabe al tipo que perdió a su esposa y a su hijo nonato y que, desde entonces, parece condenado a vagar por un jodido desierto con un solo objetivo: sobrevivir en un mundo sin ley que se ha vuelto completamente loco y salvaje tras agotarse el combustible.

Crítica de Cine: 'Mad Max: Furia en la Carretera'


Esta vez y siendo fiel a las anteriores cintas en continuidad, nos encontramos a un Max atormentado por los recuerdos del pasado, un Max que se siente culpable por no haber podido salvar a todos aquellos que acudieron a él, a todos aquellos que creyeron en él como un salvador y le siguieron como a un dios, un solitario Max convertido en un juguete roto que salva el pellejo por instinto, porque esperanza ya no le queda.

En esa lucha diaria por la supervivencia también se encuentra Furiosa, a quien pone rostro una Charlize Theron que se come la maldita pantalla de principio a fin en uno de los mejores papeles de su carrera y, ey, no ha hecho falta caracterizarle como a un orco esta vez. La actriz, incluso, ensombrece al propio Hardy en la piel de una mujer con un par de cojones más grandes que dos cabezas de búfalo, capaz de rebelarse y jugársela al tirano que gobierna en una de las ciudadelas de aquel infierno desértico. El azar provoca que Max sea partícipe de esa traición que acaba en huída, por lo que la vida de ambos protagonistas se cruzan en una persecución multitudinaria a muerte.

Crítica de Cine: 'Mad Max: Furia en la Carretera'


En esa carrera por las dunas de este planeta distópico somos testigos de la locura más salvaje a la que hayamos asistido nunca, acompañados de un montonazo de personajes y seres deformes que están muy, muy jodidos de la cabeza, como el encarnado por un Nicholas Hoult estratosférico, aunque el premio al villano del año se lo lleva, sin duda, Inmortan Joe,interpretado por un enorme Hugh Keays-Byrne que lo da absolutamente todo tras la máscara de ese cabronazo cruel cuya sola presencia acojona más que Falete en leggins.

Este magnífico diseño de personajes se suma a una orgía de acción desenfrenada, acrobacias, hostias, sangre y rock n' roll (brutal el colega de la guittarra) arropada por unos efectos especiales y una fotografía de infarto, cortesía del oscarizado John Seale (El Paciente Inglés), que transforma cada secuencia en un orgasmo audiovisual en el que el clímax es tan constante que nos mantendrá con el trasero encogido las dos horas que dura el metraje, a excepción de esos fragmentos del libreto más dramatizados y tópicos a los que Miller nunca renuncia y que, quizá, lastran un poquito la narración, pero así es el estilo macarra de este director y guionista que 36 añazos después de la primera aventura de Rockatansy nos ha vuelto a dejar hablando solos en la puta sala.

Crítica de Cine: 'Mad Max: Furia en la Carretera'


Y es que es en esa butaca en la que has posado tu trasero durante 120 minutos de diversión a tope, donde te das cuenta que de esto va el CINE con mayúsculas, amiguete, CINE a lo bestia, CINE del que no te deja respirar, CINE que agarra tu corazón y lo exprime hasta los títulos de crédito, CINE que se disfruta, que emociona, que no se olvida, que entra por tu retina y se adhiere a tus entrañas para no salir jamás y, sobre todo, CINE inmortal que se convierte en leyenda y ésta, colega, lleva el nombre de Max.


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