Monstruos que es mejor dejar en el armario
Nota: 5
Lo mejor: el exquisito cuidado técnico que Pixar continúa manteniendo y el encanto de algunos personajes nuevos.
Lo peor: la escasa creatividad de la historia y la orientación casi total al público infantil.
Con 82 millones de dólares recaudados durante su primer fin de semana en las carteleras USA, Monstruos University se ha convertido en el segundo mejor estreno de la historia de Pixar,
manteniéndose además en la primera posición en el ránking de taquilla y
acumulando a día de hoy más de 300 millones de dólares en todo el
mundo. Sin duda, unas cifras envidiables que disipan cualquier duda
acerca del grado de rentabilidad que es capaz de obtener una
secuela/precuela de cualquier historia de la fábrica de sueños. Sin
embargo, cabe preguntarse si el resultado objetivo, que atiende a
valores económicos, es suficiente para considerar a esta segunda
aventura de Mike y Sulley como un éxito. Sí, en ganancias, no, por el
contrario, en calidad, plano en el que la cinta olvida la dualidad
característica de las producciones de la compañía, atenta a pequeños y
grandes, y cae en la laguna de la sencillez y la facilidad argumentales
impropias de las películas del estudio, con algunos recursos técnicos y
cierta confección en determinados personajes que funcionan de salvavidas
para mantener a flote una obra que por los pelos no acaba ahogada en el
fondo, donde yacen sus compañeras Cars y respectiva continuación.
No es casualidad que el tono infantiloide y la simplicidad de Monstruos University coincida en parte con el de la mentada animación sobre el mundo del motor, pues ambas producciones comparten realizador. Dan Scanlon
es como aquel empleado de reserva de la oficina escaso de talento nato,
pero esforzado y con ganas de currar, al que se le encargan los
trabajos de menor relevancia, aquéllos para los que no tienen tiempo las
mentes más brillantes de la empresa como Lee Unkricht y John Lasseter (Toy Story 3) o Pete Docter, responsable este último de la infinitamente mejor Monstruos S.A., de la grandiosa Up o del libreto de la estupenda Wall·E. Pixar
era consciente sobradamente y desde un principio de que suplir el hueco
de estos artesanos de la imaginación era tarea imposible, al igual que conoce
perfectamente la misión de la secuela del filme, que no es otra que
inundar las arcas del estudio valiéndose de la ilusión de los críos por
volver a disfrutar de la carismática pareja protagonista y a costa de la
cartera de los padres, y para eso no es necesario genio alguno cuando
todo el trabajo estaba ya hecho por Docter en la primera.
Aún así, la película no es tan mala y a favor de Scanlon
hay que destacar cierto progreso como director en lo que podría haber
sido fácilmente un retroceso y, en consecuencia, un rotundo fracaso que
hubiera significado la crucifixión no sólo del cineasta, sino también de
una Pixar que ya decepcionó bastante con su anterior largometraje, Brave (crítica aquí),
y cuya legendaria hegemonía peligra gracias a los grandes esfuerzos de
la competencia por arrebartarle el trono. Insignias como Universal Pictures (Gru), Dreamworks (Cómo Entrenar a tu Dragón) Laika Animation Studios (Los Mundos de Coraline) o, incluso, su propia socia, Disney (¡Rompe Ralph!) deben ser los peores temores de un imperio que comienza a tambalearse.
Por tanto y por fortuna para Scanlon, no será Monstruos University
el naipe que derrumbe el castillo. La precuela, a pesar de adolecer de
una trama ultramanida en millones de ocasiones en el cine, no llega a
ser un completo desastre gracias, por un lado, al carisma del dúo
protagónico, Mike y Sulley, con quienes nos transportamos al pasado para
ser testigos de sus años universitarios y del inicio de la relación que
tan estrechamente los unirá en la posteridad. Allí, asistiremos a un
relato de espíritu de lucha, superación y amistad a través de un
contexto plagado de tópicos propios de cualquier facultad
norteamericana, como la división de hermandades y su habitual enemistad
entre ellas o la relevancia conferida a la popularidad y el apellido como
cualidades indispensables para ser aceptado. Nuestra pareja de
monstruos se verá obligada a participar en los "Sustijuegos", una
competición deportiva anual, para asegurar su permanencia en la
licenciatura, sin otra alternativa que formar equipo con la hermandad
más pringada y marginal de todas, Oozma Kappa, compuesta por "adorables" seres que no transmiten miedo, precisamente, sino todo lo contrario.
Así,
nos hallamos ante un argumento que se desarrolla sin demasiadas
sorpresas, que no asombra ni rebosa ingenio y que delata a una Pixar
perezosa que sólo se ha provisto de mimo en el aspecto técnico y en la
invención de algunos roles secundarios con cierto encanto, como el
simpático arco peludo Art, cuya intervención, muy a pesar del público
menor y adulto, queda relegada a una aparición casi anecdótica,
extrañándose una profundización mayor en un personaje que podría haber
proporcionado tanto juego al colorido festival.
No
sólo la originalidad escasea en esta regulera precuela, sino que además
vuelve a quebrarse la particular y agradecida dualidad que confiere el
estudio a sus producciones, factor clave base de ese reconocimiento
histórico que le ha llevado a ocupar un puesto de honor entre
espectadores de todas las edades. Un vez más, Pixar comete el mismo error en el que derrapó Cars
y centra el foco de su famoso flexo en la audiencia más pequeña,
ignorando casi por completo a los sacrificados tutores maduros que los
acompañan, quienes descubrirán en la cinta una infrecuente pobreza de
referencias sarcásticas al mundo adulto -a excepción de la burla hacia
los filmes de terror, la horrible etapa adolescente y poco más- y de
creatividad, encontrándose ante una película infantil más con la que
únicamente pueden entretenerse y disfrutar los niños, y no todos, doy
fe.
Claro que Monstruos University no es la peor película de Pixar, para eso ya está Cars,
pero dista bastante de la calidad demostrada en otras producciones del
estudio que al contrario que ésta y a pesar del paso de los años, sí permanecen frescas en la memoria
de mayores e infantes, no sólo por ofrecer a ambos sectores un óptimo
entretenimiento y placer visual, sino por contener una creatividad e
imaginación únicas de incalculable valor que ha hecho de la fábrica de
sueños la máxima referencia de la animación a nivel mundial. Que Brave y
esta última no hayan sabido conectar con la audiencia y que, incluso,
hayan decepcionado a parte de ella, no significa que la compañía haya
entrado en fase REM. ¿La razón para continuar creyendo en la magia? "Por
motivos artísticos... es muy importante de verdad que hagamos una
película original al año (...) Cada cierto tiempo, damos con una
película que nosotros o la gente quiere ver continuar en el mismo
universo, que es la razón detrás de las secuelas. Quieren a esos
personajes, lo que significa que hemos triunfado. Pero si seguimos
haciendo eso, entonces nos quedaremos sin películas originales". Ed Catmull, presidente de Pixar, en una entrevista reciente para BuzzFeed.