Revista Cine

Crítica de cine: Pequeñas mentiras sin importancia

Publicado el 31 mayo 2011 por Lapalomitamecanica
Porque en eso consiste la vida, ¿no?
Crítica de cine: Pequeñas mentiras sin importancia
Nota: 6 
Lo mejor: Marion Cotillard gritando histérica cuando no puede subir al barco y todos se ríen de ella.Lo peor: Dura dos horas y media con moralina incluida al final. 
Pequeñas mentiras sin importancia es la última cinta de Guillaume Canet, director y guionista de otros filmes como Mi ídolo (2002) y No se lo digas a nadie (2006). Alejado del tono exclusivamente dramático y de thriller que impregna estas dos últimas obras, Canet explora los pequeños detalles del día a día y la sinceridad en la relaciones de amistad y amor a través de un grupo de amigos parisinos que acuden, como cada verano, a la casa de la playa de uno de ellos tras el accidente de moto de Ludo (Jean Dujardin) uno de los componentes de grupo, quien con su percance y sin quererlo, da comienzo a la obra, colocando el detonante – el mcguffin, si queréis - que hace que sus amigos se cuestionen si sus vacaciones peligran este año. 
Crítica de cine: Pequeñas mentiras sin importancia
Canet despliega ante nosotros un catálogo de anécdotas, rutinas estivales, sentimientos que afloran, manías, costumbres, enfrentamientos y choques inevitables. Cómo afrontan la vida y sus obstáculos los diferentes personajes de esta historia: desde los indecisos en el amor (Laurent Laffite en el papel de Antoine), los que pretenden mantener las apariencias y recurren al autoengaño como método para poder aceptarse (Isabelle Ribaud como la esposa del homosexual Vincent y Gilles Lellouche como el típico inmaduro que se escuda en la infidelidad para evitar el compromiso), hasta los que optan por llenar un vacío existencial con varios amantes y viajes regulares al Amazonas para calmar sus pequeñas conciencias burguesas (Marion Cotillard interpretando a Marie). El reparto de actores y actrices, franceses todos, hace esto posible en gran medida por su buen trabajo. También destacan François Cluzet y Benoît Magimel, en quienes recae casi todo el peso de la parte cómica.  
El tono del filme fluctúa a partes iguales entre la comedia de enredos y el drama abierto buscando, en ocasiones, la lágrima fácil, que no tarda en llegar una vez se desatan las pasiones y catarsis propias del final de cualquier historia. Si bien es cierto que sabe transmitir acertadamente un ambiente alegre y desahogado propio de todo lo que se aleja de la rutina y las responsabilidades - de hecho, cuenta con momentos realmente divertidos - también hace lo suyo con la carga dramática.
Crítica de cine: Pequeñas mentiras sin importancia
Inventores del cinematógrafo, fundadores del realismo poético, creadores de Cahiers du Cinema y propagadores de la Nouvelle Vague, Francia siempre ha estado a la cabeza de las filas del séptimo arte. Por eso y teniendo en cuenta la tradición cinematográfica de la pueden presumir y a la que deben de estar acostumbrados, sorprende que últimamente triunfen en ese país películas de factura amable como Amelie (Jean Pierre-Jeunet, 2001), Bienvenidos al norte (Dany Boon, 2008) e incluso ésta última de Guillaume Canet, que dejan buen sabor de boca y la conciencia tranquila y sosegada una vez sales del cine. Pequeñas mentiras sin importancia es una comedia dramática con moralina incluida que presenta un retrato liviano sobre la inmadurez y el egoísmo encubiertos - de una generación de amigos entre los treinta y los cuarenta - que dejan paso a las angustias y tensiones reprimidas propias de la clase media occidental.

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