Revista Cine

Crítica de TV: 'Black Mirror' (Temporada 2)

Publicado el 04 marzo 2013 por Lapalomitamecanica
El móvil, esa pantalla capaz de absorber tu alma
Crítica de TV: 'Black Mirror' (Temporada 2)
Nota: 7,5
Charlie Brooker, el profeta distópico, regresa con sus infaustas premoniciones a nuestras pantallas para, una vez más y tras el merecidísimo reconocimiento recibido en 2010 con la primera temporada de esta miniserie de Channel 4 (Utopia, Shameless), aleccionarnos sobre los perjuicios que acarrea el abuso de la tecnologíaentendiendo sus repercusiones a un nivel global, planteando contextos probables en los que la insensibilización que provoca el exceso de información ya ha cicatrizado en una humanidad que, día a día y tweet a tweet, es un poco menos humana.
Dos años después, el mensaje de Brooker no sólo conserva la misma fuerza que en la primera temporada, sino que se ve legitimado día a día por anuncios como el de Google con sus gafas de realidad aumentada, un primer paso para el dispositivo sustitutivo de la memoria que planteaba The Entire History of You (el 1x03); o por la temática del mejor capítulo de esta segunda entrega, The Waldo Experiment, con no pocas similitudes con el triunfo del cómico Beppe Grillo en las últimas elecciones italianas. Dos coincidencias que son sólo los ejemplos más palpables de la necesidad de reivindicar esta serie visionaria incluso, como es el caso de esta segunda entrega, cuando no todos los episodios funcionen tan bien como deberían en la construcción de sus relatos.
El análisis de los tres episodios de la segunda temporada de  Black Mirror, tras el salto. 
Aunque Charlie Brooker vuelva a enmascarar su discurso en torno a la misma premisa central que en la anterior tanda de episodios, esa apología a la tecnofobia se ha visto superada en su segunda temporada por una visión más profunda de la condición humana, donde los avances modernos ni siquiera son el catalizador del relato -por lo menos, en la 2ª y 3ª historias-, sino meros adornos contextuales que ayudan al espectador a comprender mejor a los personajes y sus miedos. Se trata de un claro intento por parte de Brooker de hacer evolucionar a su criatura sin perder nunca el horizonte, de ahí que resulte hasta paradójico que Be Right Back, el primero de la nueva hornada, sea el más continuista con la anterior entrega y también el más flojo de la nueva, como si la historia que presenta se quedara pequeña para tantas ganas de diseccionar a la raza humana. 
Crítica de TV: 'Black Mirror' (Temporada 2)
Lo que plantea Be Righ Back es la forma perfecta para burlar a la muerte, eso sí, sólo de cara a los que aún siguen vivos. La trama tiene lugar en un futuro cercano en el que una empresa ha elaborado un programa en fase beta capaz de recopilar toda la información online de cualquier persona (fotos, vídeos, formularios, comentarios...) para después, y a voluntad de cualquier ser querido del fallecido, ser capaz de reproducir su personalidad mediante chat en vivo e incluso notas de audio por medio del teléfono móvil.La metáfora sobre el egoísmo y la desnaturalización de las relaciones personales funciona a las mil maravillas durante la primera mitad del metraje, mientras somos testigos de cómo la viuda protagonista (magnífica Hayley Atwell, vista en El Capitán América y Los Pilares de la Tierra) llega a creerse que su marido no se ha ido del todo, pero decae estrepitosamente cuando hace acto de presencia el robot idéntico a él Ese giro no sólo desestabiliza uno de los pilares en los que se cimenta Black Mirror, el realismo, sino también la coherencia tecnológica del propio capítulo, en el que un avance tan espectacular como es una copia cien por cien funcional de una persona no encaja con el futuro cercano, casi presente, que transmiten el resto de elementos. 
El cambio hacia una dimensión más global en la visión de Brooker se aprecia mejor en el segundo episodio, White Bear, que, en la mejor tradición de ilustres precedentes televisivos como Más Allá del Límite, une de inicio al espectador con un "héroe" desmemoriado junto al que irá descubriendo un mundo en el que todo parece estar en su sitio pero que aún así resulta extraño. Un logotipo se repite en las pantallas, los sádicos abundan en cada esquina y las personas normales, lejos de acudir en su ayuda, se limitan a grabarlo todo con sus teléfonos móviles presumiblemente con la idea de fardar en las redes sociales. Lo que parece un macabro régimen sociopolítico no tarda en desvelarse como el instrumento de tortura definitivo, la última creación del sistema penitenciario para dar un castigo ejemplarizante a los reos más viles y, de paso, entretener a las masas en el proceso. 
Crítica de TV: 'Black Mirror' (Temporada 2)
Como si se tratara de una mezcla entre Pekin Express y el Coliseo romano, el reality que propone White Bear, en que la participación y el respeto a las reglas por parte de los ciudadanos es crucial, intenta ser el reflejo futuro de una sociedad en la que triunfan programas con jóvenes borrachos peleándose y una multitud de gente es incapaz de poner fin a la tortura policial más gratuita en plena calle. En ese sentido, el triunfo de la propuesta es total, no tanto el de sus decisiones argumentales. La excusa lanzada al vuelo por un personaje secundario sobre el extraño influjo provocado por la señal nunca termina de encajar del todo como explicación para el comportamiento de las personas, animando a la audiencia a buscar una explicación que, aunque elaborada, se ha limitado a actualizar una premisa clásica en este tipo de series autoconclusivas como es la que relata macabros juegos con condenados a muerte.
Y justo cuando habíamos perdido un poco de nuestra fe en una de las series revelaciones de la década llegó The Waldo Experiment, el tercer y último capítulo de la temporada. Con más parecidos con el caso del cómico Beppe Grillo y su discurso antipolítico de los que nos gustaría reconocer, el episodio de cierre trasciende el aura profética del conjunto para convertirse en un retrato del presente, quizás no en el Reino Unido, pero sí en los países más castigados por la corrupción y desilusianos con sus líderes como España, Grecia o Italia. Lo que logra The Waldo Experiment es sacudir el sistema político establecido, la democracia bipartidista, aunque no de una forma tan gráfica como es la de obligar al Primer Ministro a violar la inocencia de un cerdito. Su propuesta se centra en Waldo, un oso azul irreverente que participa en un programa de televisión y que, debido a su éxito de audiencia, se verá protagonizando la mayor campaña publicitaria posible: las elecciones.
Crítica de TV: 'Black Mirror' (Temporada 2)
Lo que comienza como una burda estrategia de marketing por parte del despiadado ejecutivo de la cadena (un 'espídico' Jason Flemyng) no tarda en adoptar un cariz de seriedad que sólo el hombre encargado de poner voz y gestos a Waldo parece comprender. Jamie (Daniel Rigby), obligado contractualmente a encarnar a la criatura, asiste atónito a cómo el mensaje vacío y cargado de odio que escupe con gracia Waldo cala en una sociedad que, tras años asistiendo a la perversión del sistema político con las miras puestas únicamente en el escaparate que son los comicios, ha perdido el sentido de responsabilidad ciudadana, respaldando a Waldo como si se tratara del candidato simpático de un reality cualquiera. 
Si el capítulo piloto de la serie, The National Anthem, era capaz de mostrarnos la absoluta rendición de nuestros dirigentes a la opinión pública en una era donde todo el mundo está a un clic de vomitar cualquier discurso, éste 2x03 gira el foco 180 grados para analizar a los que estamos al otro lado de la papeleta de voto y nos avisa de los peligros de la frivolización de la política, pero sobre todo del desinterés, de ese 40% de ciudadanos que prefieren quedarse en casa un domingo de elecciones y de aquéllos que ejercen su derecho a voto únicamente guiados por un color favorito. Porque si eso no cambia, si no hacemos que cambie, The Waldo Experiment, White Bear y Be Right Back, todos sucediendo al mismo tiempo, es la sátira perfecta de lo que nos espera. Avisarnos de ello ha sido la misión que se ha encomendado Brooker en ésta segunda temporada, más imperfecta y desequilibrada que la anterior, pero igual de bienvenida.
La segunda temporada de Black Mirror llega a España hoy mismo (lunes 4 de marzo) al canal TNT.

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