Revista Comunicación

Crítica Del 7x07 "May Be The Last Time" De True Blood: Vampires And Dungeons

Publicado el 05 agosto 2014 por Dro @Drolope


A tan sólo tres episodios para terminar definitivamente su andadura, True Blood ya tiene muy definido por dónde acabará. Algunas cosas se encontraban bastante claras desde el principio de la temporada, pero otras nos han ido sorprendiendo sobre la marcha. Si quieres enterarte de lo que ha pasado esta semana, no dudes en seguir leyendo.
*SPOILERS*
Una de las cosas que más asumida tenía es que Sookie iba a acabar con Bill, y en este capítulo toda duda se ha disipado por completo. ¡Los sosos han vuelto! Tras estar todo el capítulo buscando una posible solución para la enfermedad de Compton, Sookie le ha dicho a Bill que estará con él hasta el final de sus días – que parecen ya pocos – y se lo han montado en el salón. ¿No os recuerda a algo? Han hecho que sea como la primera vez: ella corriendo por el cementerio en camisón, el otro le abre la puerta y al asunto delante del fuego, que queda muy bonito y romántico. Así que esto es un carpetazo a todos los pretendientes del hada bajo la excusa del que “el primero es el más especial y el que más me ha marcado”. Lo bueno de esta búsqueda es que hemos podido ver de nuevo al abuelo Niall, aunque ha sido bastante desastre su vuelta: no tenía nada de interesante, era todo vacío. Si esta ha sido su despedida, creo que es peor que la de Tara, y ya es decir.
Otra de las cosas que daba por sentado es que Sarah Newlin moriría, pero su final definitivo no lo diviso muy claro. Las escenas de la fanática religiosa – y vale cualquier religión que le presenten porque así de tonta es la mujer – me han parecido de lo mejor del capítulo, y esto lo está diciendo una persona que odia al personaje hasta límites insospechados. La llegada de Sarah a lo que fue en su día el Instituto de la Hermandad del Sol trae de vuelta lo que pudimos ver en la segunda temporada: Jason jugando al rugby, las canciones de la Hermandad... Pero la cosa se pone de lo más divertida y mamarracha cuando Steve Newlin, el vampiro gay norteamericano más famoso, y el maestro hindú se enzarzan en una pelea dialéctica en la mente de ella para ver cómo tiene que morir, si como una budista o una cristiana. Todo esto aderezado con la aparición final de Jason diciéndole que la muerte ya ha llegado. Y la muerte no es más ni menos que la Yakuza con Pam y Eric de acompañantes. Qué decir que la hermana de la Newlin iba a acabar hecha un moco de sangre al no decirle a Northman dónde podría encontrar a su hermana. Chica, que con el vikingo no se juega.
Por otra parte, una de las cosas que quería ver – creo que se lo merece – es que Arlene encontrase de nuevo el amor. Keith, el vampiro que le salvó la vida, es completamente diferente a todo lo que había conocido antes, y creo que es ideal para que se le vayan los prejuicios que tiene sobre los colmillos. El momento del baile en el Bellefleur’s con ella llorando – quiero creer – de felicidad por haber encontrado a un vampiro que no le dé una importancia esencial al sexo, y más teniendo en cuenta que la pelirroja es Hep-V positivo, me ha hecho emocionarme. Arlene se merece ser feliz después de los duros palos que le ha dado la vida y si es con un vampiro pues bienvenido sea. Por cierto, ¡qué pena que todo fuese un sueño tórrido! A ver si hay algún tipo de cura para la Hep-V en los humanos y estos pueden hacer el sueño realidad.
La sorpresa del episodio ha sido la vuelta del soso de Hoyt porque, sí, un trozo de pan, pero soso con avaricia. Para Jason ha sido todo un desafío, no sólo consolar a su amigo aunque este no sepa ni quién es, sino también porque la novia de Fortenberry le pone cachondo. ¡Como se la tire le mato! Ya se tiró a una de sus novias, espero que se controle, por el amor de Dios. Otra sorpresa es la reaparición de la doctora Ludwig, la cual me parece genial. Tenía ganas de volver a ver a esta mujer que dio un juego tremendo a principios de la segunda temporada y con la que seguro que muchos nos quedamos con ganas de más.
Por último, como ya suponíamos, Adilyn y Wade se han metido en la boca del lobo. La “inocente” ayuda de Violet es sólo una treta para mostrar sus verdaderas intenciones, y no son buenas. El adelanto del próximo capítulo os dará una idea de lo que quiere hacer. Pero, en sí, la pareja me da más bien ternura. Están enamorados y no son hermanos, así que tampoco lo veo un gran drama, y más si recalcamos que se enamoraron antes de que sus padres se comprometieran. Así que, Andy, Holly, ¡tampoco es para tanto!
Después del episodio de la semana pasada que fue totalmente de relleno y aburrido – nadie se salvó de mi guillotina –, este ha remontado un poco el vuelo. Sigo diciendo que no hay emoción, no hay nada que me mantenga expectante por lo que va a pasar en el siguiente capítulo y me parece una verdadera pena, ¡con lo truebie que he sido! Pero bueno, aquí seguimos viendo lo que pasa semana tras semana a esta panda de borregos que son los habitantes de Bon Temps.
Por mi parte nada más excepto recordaros que podéis dar vuestra opinión sobre el capítulo mediante un comentario. Son bienvenidos y bien recibidos.
¡Hasta la semana que viene!
                                                                                                                Irene (@MissSkarsgard)


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