No mentiré, este artículo va a estar más dedicado a hablar del Auditorio nacional y la experiencia que supone acudir a cualquiera de sus salas (la Sinfónica o la de Cámara) que a hablar de un concierto que sucedió una vez, y que estuvo bien, pero ni se repitió ni hay posibilidades de que vuelva a suceder; por lo que una amplia crítica no me tiene demasiado sentido (y de ahí que tampoco se haya publicado inmediatamente, sino mucho después, porque su utilidad es más hablar sobre el lugar -que permanece igual- que otra cosa).
Por otro lado, casi siempre que he ido al Auditorio nacional ha sido invitado por esta fundación (tal vez porque la música instrumental es menos de mi gusto que la vocal), por lo que puede servir esta crítica como una experiencia genérica
El Auditorio nacional es un lugar que está un tanto perdido en Madrid y que por ello no todo el mundo conoce; alejado del centro, exteriormente, su arquitectura resulta más bien repulsiva y llama poco la atención… por ello al entrar nos espera un gran desengaño.
El interior es precioso, totalmente moderno y contemporáneo, pero realmente majestuoso; quizás demasiado inmenso y amplio, pues parece que hay que recorrer interminables pasillos para llegar a cualquier sitio.
Por lo demás, la arquitectura sí que ha sido suficientemente sabia (y eso es lo más importante) para asegurar una gran acústica en todas sus salas de conciertos, algo que se agradece mucho, y que en algunos casos hasta llega a sorprender (abajo me explico).
La atención al público me ha parecido un tanto inexperta y que se deja sobrepasar fácilmente por las circunstancias o por el exceso de gente.
Por lo demás, en general, se puede decir que en este lugar se puede ir a dos sitios:
-Sala sinfónica: a nivel arquitectónico es bellísima e impresionante (sólo hay que ver unas cuantas fotos) y puede sorprender el hecho de que todo el patio de butacas esté rodeando el escenario, de modo que al mirar delante, fácilmente verás a más público como tú.
Cuando me senté una vez al lado del órgano (ya se sabe, hoy toda sala de conciertos que se precie tiene que tener uno… y además está cogiendo mucho auge el gusto por este instrumento en los últimos años), me horroricé, detrás y algo por encima de la orquesta, pensé que la sonoridad sería pésima… pero descubrí que en absoluto. Dicho de otro modo, si en un lugar aparentemente tan inadecuado, la música sonaba de forma tan deslumbrante, ¡como sonaría en otros!. Así pues, podemos decir que esta sala da garantías de un excelente sonido en cualquier sitio y que realmente ha sido concebida para su función final.
En definitiva, es un lugar maravilloso para escuchar música.
-Sala de cámara: una versión más reducida de la Sala sinfónica, con una forma mucho más tradicional y convencional, el sonido también se oye extraordinariamente bien. Es algo más íntima.
-Concierto ORCAM, extraordinario Fundación BBVA (30 de noviembre de 2015): con la costumbre que tiene esta fundación de hacer conciertos de músicas inaudibles, me alegró ver el programa de este… y aún más conseguir entrada, porque hay que pelearse furiosamente por ellas (el sistema para conseguirlas es más bien pésimo y claramente desigualitario)… pero como era en la Sala sinfónica, pues conseguir sitio no fue tan difícil.
A la hora de la verdad, no se ha tratado más que de una pobre excusa para presentar una pieza de unos pocos minutos titulada “Paseando por Madrid”, que, aunque tiene un poderoso componente sentimental, si somos sinceros con nosotros mismos, nos damos cuenta de que sólo se trata de un refrito musical muy bien orquestado, de los temas de toda la vida más amados por los madrileños. ¿Te enternece?, sí, pero la razón te dice que no es ninguna genialidad.
No puedo decir lo mismo del resto de las piezas, que también disfruté muchísimo y eran brillantes, tanto la de Say como la de Sibelius.
Destacó especialmente Víctor Pablo Pérez dirigiendo magníficamente a todos los músicos; especialmente a los niños, que si bien no me dejaron absolutamente impresionado, sí que parece que hay un gran potencial.
En definitiva, fue una velada musical realmente encantadora… ¡qué me dejó con ganas de más!.