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Crítica silencio (2016), por albert graells

Publicado el 04 febrero 2017 por Matias Olmedo @DragsterWav3
CRÍTICA SILENCIO (2016), POR ALBERT GRAELLS
Sinopsis: En 1663 dos jesuitas portugueses viajan a Japón en busca de un misionero que, tras ser perseguido y torturado, ha renunciado a su fe. Ellos mismos vivirán el suplicio y la violencia con que el shogunato recibe a los cristianos.
Los jesuitas son una orden religiosa de la Iglesia Católica fundada en Roma en el año 1534 y aprobada por el Papa Paulo III en 1540. Sin embargo las diferencias con el catolicismo clásico hizo que la orden fuera perseguida y expulsada a lo largo de su historia. Francia en 1594 y de nuevo en 1762, Inglaterra en 1604, Portugal en 1759, España en 1767, Nápoles en 1768. La culminación de esa persecución y exclusión llegó de la mano del Papa Clemente XIV a través del breve de 1773 de supresión de la Orden de Jesús.
Sin embargo la persecución que sufrieron los jesuitas en Japón a partir de 1615 se diferencia del resto de casos por cuanto la causa no fue las diferencias con otras ordenes católicas sino por el hecho de ser una orden propiamente cristiana, no fue un enfrentamiento entre facciones de una misma religión sino una persecución a toda una religión, y no por parte de otra religión sino por parte de un Estado. Porque de hecho a lo que se enfrentaron los cristianos en Japón en el siglo XVII no fue a una persecución por intolerancia religiosa, como pudo ser la matanza de los hugonotes en Francia la noche de San Bartolomeo en 1572, fue a una persecución de intolerancia cultural, fue un choque violento de la cultura japonesa contra la cultura occidental que era en su totalidad cristiana. Fue una persecución contra una religión pero no fue una persecución religiosa sino cultural contra una cultura representada por el cristianismo. De hecho en el siglo XVII Holanda era el único Estado con el que Japón admitía relaciones comerciales cuando llegaron en 1600. Lo que ocurre es que antes ya llegaron los españoles por Filipinas y los ingleses con los chinos, y luego los portugueses. El shogunato temía que la cultura japonesa, la identidad japonesa, se viese arrinconada en el propio Japón por la cultura de Occidente, que estaba no sólo tecnológicamente mucho más avanzado sino también culturalmente mucho más extendido, culturalmente mucho más extendido y mucho más dominante precisamente porque venía de la mano del cristianismo.
CRÍTICA SILENCIO (2016), POR ALBERT GRAELLS
Así que en “Silencio” Scorsese no narra una historia de persecución religiosa, por el simple motivo de que la película no está contextualizada en la persecución religiosa, como ya he explicado anteriormente. Scorsese aprovecha la contextualización de un persecución cultural hacia una religión para hablar de la fe a una deidad, en éste caso de la fe a Jesucristo, pero Scorsese permite extrapolarlo a la fe hacia cualquier deidad. Scorsese habla de la fuerza espiritual que aporta la fe, y que para muchas personas es mucho más vital que la fuerza física, pues precisamente su fuerza espiritual ayuda a su fortaleza física. En definitiva Scorsese muestra lo que es vivir la fe. No confundir con la religión, que no es lo mismo. Una cosa es la religión y otra cosa es la fe. Scorsese muestra lo que es la religión pero se centra en lo que es vivir la fe.
Scorsese también habla de algo de lo que también hablan Clint Eastwood en “Sully” y Oliver Stone en “Snowden”, que es el individuo frente al sistema, el sistema contra el individuo, concepto kafkiano primeramente y orwelliano posteriormente. “Silencio” nos dibuja una situación que se vuelve a repetir en la actualidad, y no en Japón sino en China, y no contra los cristianos sino contra los practicantes de Falun Dafa. Un sistema tiránico establecido se encuentra con que hay una creencia que tiene más popularidad, y por temor a que la mayor popularidad de dicha creencia termine por derrocar o abolir dicho sistema, que tiene menos apoyo popular, el propio sistema persigue a aquellos que profesan dicha creencia. En vez de que el individuo, colectivamente, controle al sistema, es el sistema el que controla al individuo.
En “Silencio” Scorsese muestra como la fe, vivida profundamente a nivel espiritual, es mucho más fuerte y mucho más persistente y mucho más resistente que cualquier sistema opresivo. A un creyente le pueden amenazar, le pueden torturar, e incluso le pueden obligar a apostatar tantas veces como quieran, pero eso no hará que interiormente, espiritualmente, esa persona deje creer en lo que cree. Consciente de eso el sistema obliga e impone al individuo vivir su fe sólo interiormente y no exteriormente, so pena de tortura o incluso de muerte. La burocracia es una medida del sistema para mantener controlado al individuo y someterlo a una vigilancia constante, el sistema usa la burocracia para obligar al individuo a vivir exteriormente como el sistema quiere que el individuo viva; así, como el sistema no consigue controlar al individuo interiormente, al menos sí puede hacerlo exteriormente.
CRÍTICA SILENCIO (2016), POR ALBERT GRAELLS
Propuestas como “Brazil” o “Elysium” muestran, en mayor o menor medida, como la burocracia es la mejor arma que tiene el sistema para controlar y someter al individuo, atándolo y aprisionándolo en una realidad opresiva y asfixiante, haciendo del mundo del individuo un lugar deprimente. En ese aspecto Scorsese juega muy bien con el espacio escénico, mostrando Japón como un entorno pantanoso, todo lleno de barro, con mucha humedad y mucho calor, con mucha niebla y mucho vapor, como una ciénaga. Es una ambientación asfixiante y opresiva, porque así siente que vive el individuo en un sistema totalitario.
La dirección de Scorsese en “Silencio” es magistral, desde el primer segundo mete al espectador en la película. Es maravilloso como el director usa el sonido, y la ausencia de sonido, no sólo para lograr el interés del espectador, sino para transmitir la confusión y las dudas espirituales que siente el protagonista. Scorsese usa el silencio como una comunicación con Jesucristo, como una respuesta de Jesucristo. El sonido es una comunicación terrenal, porque en la Tierra no hay silencio, en la Tierra el silencio es imposible, siempre habrá algo que haga algún sonido. Por lo tanto la comunicación con lo celestial, con lo divino, con lo espiritual, es el silencio.
En cuanto a composición visual el trabajo de Scorsese es increíble. La manera en que trabaja el plano cenital como una mirada de Dios, y como el plano cenital deja de usarse cuando los personajes de Andrew Garfield y Adam Driver llegan a Japón para que notemos la ausencia de Dios. Como el plano cenital vuelve a usarse detalladamente cuando el personaje de Andrew Garfield tiene que superar la prueba más dura y es entonces cuando se produce una intervención divina a través del silencio.
No cuesta ver en “Silencio” las referencias que Scorsese hace de “Apocalypse Now”, en la que claramente se ha inspirado (Francis Ford Coppola se debe sentir muy halagado). El protagonista de “Silencio” también hace un viaje para encontrar a su particular coronel Kurtz (el personaje de Liam Neeson) en lugar hostil y peligroso. Es una inspiración, referencia y evocación muy acertada, no es gratuita, y eso hace que sea muy disfrutable de visionar.
CRÍTICA SILENCIO (2016), POR ALBERT GRAELLS
Los personajes están muy bien construidos. Es fácil ver en el personaje de Andrew Garfield una extrapolación de Jesucristo, e incluso el personaje pasa por varios momentos que vivió el propio Jesucristo según los evangelios. Por supuesto el personaje de Yôsuke Kubozuka es claramente una representación de Judas Iscariote. Y el personaje de Issei Ogata es una suerte de Poncio Pilatos.
En la película somos testigos de cómo el personaje de Andrew Garfield vive su propio evangelio, y es la manera que tiene el personaje de vivir la fe, como una serie de sacrificios en pos de ayudar a los demás, superando a lo largo de la película diversas pruebas no sólo físicas sino emocionales que tuvo que superar también Jesucristo. Finalmente el protagonista consigue predicar el evangelio en Japón sin que los burócratas del shogunato se den cuenta, y lo hace no con palabras sino con actos, con enormes sacrificios personales, no sólo físicos sino también emocionales, para amar incluso a los que le han hecho daño, que es precisamente lo que hacía Jesucristo.
Las actuaciones son todas asombrosas. Andrew Garfield está grandioso, está soberbio, en “Silencio” demuestra que es un actorazo como la copa de un pino, al mismo nivel por ejemplo que el lamentablemente fallecido Phillip Seymour Hoffman. Al principio de la película, cuando el personaje de Andrew Garfield intenta convencer a su superior jerárquico de la necesidad de ir a Japón, mira arriba como indicando que es la voluntad de Dios, que Dios le pide que vaya a Japón. Eso es dirección de actores, eso a parte de que Andrew Garfield hace bien eso gesto. En esos matices se percibe un gran trabajo interpretativo y una buena dirección de actores.
CRÍTICA SILENCIO (2016), POR ALBERT GRAELLS
Los demás actores también están fenomenales, destacando Issei Ogata, que interpreta al inquisidor. Las escenas de diálogo entre Garfield y Ogata son alucinantes, el duelo interpretativo que hay entre ellos es una gozada. Tadanobu Asano, que interpreta al intérprete de Garfield, no se queda atrás y también mantiene un equilibrado duelo interpretativo con el actor protagonista en varios momentos. Lo que hace Yôsuke Kubozuka interpretativamente es increíble, es maravillosa su actuación. Shin'ya Tsukamoto hace un trabajo interpretativo extraordinario. Ciarán Hinds sale sólo un rato pero también está muy bien. Y ya lo de Liam Neeson es... no hay palabras para describirlo, es de Oscar. No me olvido, por supuesto, de Adam Driver, que interpretativamente no está al nivel de Neeson, ni siquiera al de Garfield, pero lo hace muy bien, se lo trabaja mucho.
No doy crédito a que “Silencio” sólo haya sido nominada al Oscar a la mejor fotografía (nominación por otra parte más que merecida). No ha sido nominada a mejor película cuando le da mil patadas a “La La Land”, Martin Scorsese no ha sido nominado a mejor director cuando es un millón de veces mejor que Damien Chazelle, Andrew Garfiled ha sido nominado al Oscar a mejor actor pero por “Hasta el último hombre” cuando en “Silencio” lo hace mucho más mejor aun (personalmente creo que debería estar nominado por ambas películas), Liam Neeson no ha sido nominado a mejor actor secundario y eso no tiene perdón de Dios, la película merecía mucho más la nominación al Oscar al mejor maquillaje que “Escuadrón suicida”, y no digamos ya las nominaciones a mejor dirección artística y mejor vestuario. La de éste año es la edición de los premios Oscar con más tongos que recuerdo, y mira que la del 2004 parecía imposible de superar, y “Silencio” ha sido la mayor y principal afectada, lo que es una gran injusticia. “Silencio” termina por ser una de las mejores películas del año pasado sino la mejor, magistralmente dirigida, una obra maestra de visionado ineludible.
Mi calificación es:CRÍTICA SILENCIO (2016), POR ALBERT GRAELLS

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