Revista Cultura y Ocio

Críticas y críticos

Publicado el 22 noviembre 2014 por Escrilia @escrilia

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Hay un aspecto en la vida del escritor (no importa si es aficionado, consagrado o cualquier grado intermedio) que puede afectar al trabajo y a las emociones por igual: La crítica.

Sin lectores no hay mensaje. Dar a conocer nuestros escritos es uno de los objetivos básicos de nuestra actividad como escritores, la alternativa sería escribir sólo para nosotros mismos, escondiendo en los cajones toda nuestra producción literaria. Pero en cuanto otra persona posa sus ojos en esas líneas que tanto trabajo nos costó producir (o que exponen nuestros sentimientos) le estamos dando la capacidad de alentarnos o despedazarnos con un par de frases.

Desde que comenzamos con nuestros intentos de escribir, descubrimos que este arte tiene una particularidad: todo el mundo se considera un crítico. Todos creen tener la habilidad, los conocimientos y el criterio para emitir opiniones, consejos y correcciones de lo que ha leído.

Como escritores vamos descubriendo que sólo son valiosas las críticas con conocimiento de causa, por eso nos volvemos mucho más cautos al escoger a quién damos a leer nuestros escritos ‘en proceso’ y nuestras nuevas obras. También empezamos a recibir escritos de conocidos y compañeros de profesión, que entienden que estamos preparados para evaluar algunos aspectos de sus trabajos.

Cuando leemos lo suficiente, desarrollamos un sentido del gusto literario. Mientras más páginas recorremos se nos empieza a hacer más evidente la buena escritura y podemos detectar cuándo un texto no está del todo bien. La parte difícil es saber con claridad qué es lo que no funciona y cómo corregirlo.

Leer las enseñanzas de los grandes maestros de la escritura ayudan, por descontado. Lo que dicen proviene de la práctica, la erudición y nos dan una bases sólidas de lo que está bien hecho y lo que no, pero casi todo es teórico.

Criticar escritores que se encuentran en nuestro mismo nivel de aprendizaje y dejar que ellos critiquen nuestro trabajo es una importante herramienta para mejorar nuestra escritura. No sólo cuando conocemos la opinión que otra persona tiene sobre nuestro trabajo (puede ser bastante la revelador darse cuenta de la discrepancia entre lo que quisimos decir y lo que se entiende), sino también cuando vemos cómo los otros lo hacen, cómo entienden los conceptos, cómo aplican las técnicas. Es notable en trabajos ajenos lo que funciona y lo que no, al eliminar la ceguera por cercanía que tenemos al releer nuestras historias.

De hecho, leer para criticar trabajos de otros escritores es una de las mejores maneras de aprender.

Cuando comenzamos a criticar otros trabajos nos damos cuenta que la crítica en sí es una habilidad que se aprende y se mejora con la práctica.

Al principio nos atenemos a los comentarios técnicos, gramática, ortografía, sintaxis. Todo muy útil, pero insuficiente.  Luego damos un paso más allá hacia el estilo y el contenido, pero siendo extremadamente cautos al evaluar escenas e ideas. No queremos herir susceptibilidades ni egos y siempre aclarando que lo que opinamos es relativo y personal.

Una buena manera de criticar es tratar de descubrir el sentido de esas palabras, qué quiso hacer el escritor y cómo ayudarlo a hacerlo mejor, manteniendo su estilo y personalidad, no la nuestra. Hay que distinguir entre la escritura eficaz y la que simplemente nos gusta.

Leyendo mucho nos damos cuenta que, si bien las enseñanzas de los consagrados son esencialmente buenas, muchos libros tuvieron éxito sin seguir ese camino y muchas veces contradiciendo abiertamente esos consejos.

Incluso las novelas de escritores famosos por sus reflexiones sobre el proceso de escritura (como Stephen King y Elmore Leonard) rompen algunos de sus propios consejos en sus novelas. Por otro lado, muchos best sellers parecen estar muy mal escritos y editados. Pero gozan de un gran éxito.

¿A dónde quiere llegar con esto? Se preguntarán. Simplemente a demostrar que nuestros criterios de análisis y críticas no son compartidos por todos. A comprender que si bien la base técnica es buena para emitir una crítica, el componente intuitivo (el que nos hace decir si es buena o mala escritura pero sin saber por qué) tiene mucho peso.

Comenzamos a ser buenos críticos cuando analizamos la obra desde todos los ángulos. Cuando perdemos el miedo de decirle al autor exactamente dónde perdemos interés, qué parte no nos gusta, cual es el momento en que la historia se vuelve confusa, cuándo parece que falta o que sobra algo.

Esto no quiere decir que debemos de empezar a ser despiadados e insensibles. Hay maneras correctas de decir las cosas sin herir gratuitamente. Como puede imaginar, no todo el mundo encaja bien la crítica, especialmente la crítica que se hace con fundamento. Hay quienes lo ven como algo personal, un error que les impedirá mejorar. Pero hay otras personas que lo ven como una ayuda, que lo entienden. Esos escritores son los que se toman su trabajo seriamente, tratando de elevar la calidad de sus escritos. Ellos agradecen estas críticas.

En el momento en que sus críticas alcancen este nivel de sinceridad, encontrará personas que le devolverán el gesto criticando sus trabajos de la misma manera. Verá cuáles son los puntos flojos de sus escritos y podrá trabajar en mejorarlos.

No digo que el análisis técnico de los textos no sea útil o importante, simplemente que no es prioritario. Primero la historia debe decir algo de una forma que valga la pena leer, luego se pueden cambiar algunas palabras, poner comas y acentos.

Es que la crítica sincera es muy difícil de alcanzar y dominar. Siempre hay que estar atentos a que no se nos cuele nuestro gusto personal, nuestro estilo, nuestros egoísmos, envidias, pasiones y lealtades al género de nuestra preferencia.

Lo que realmente ayuda es tener a alguien que simplemente le critique de ésta manera. Aunque no sea tan erudito en las cuestiones técnicas. Obviamente, es sólo una opinión, y diferentes personas le dirán cosas diferentes, pero el desarrollo de un criterio acerca de cómo responder a las críticas es una parte integral del proceso de convertirse en buenos escritores.

Por supuesto: aun le dolerá cuando alguien le diga que su historia no lo conmueve, o que la sintieron superficial. Pero no lo tome de forma personal y evalúe de quién viene la opinión (y con qué intención). Recuerdo lo frustrante que era cuando todo el mundo me decía que todo lo que escribía estaba muy bien (técnicamente) y yo veía que algo faltaba. Desde que critico mejor escribo mejor.

El tema de cómo recibimos las críticas y cómo lidiamos con quienes nos critican no es menor. Puede afectar seriamente nuestro ánimo y hacernos el hecho de escribir menos placentero.

Por alguna razón, la gente que con soltura alaba y aplaude a un aprendiz de músico, un pintor que está empezando o un escultor novato, se vuelve mucho más mordaz e hiriente cuando critica los primeros esfuerzos de un escritor creativo.

Nunca es fácil detectar a un crítico compulsivo, de esos que en realidad creen que su opinión es más importante que la obra que reseñan. Quizás este comportamiento está originado en los años escolares, donde los maestros de literatura hacían opinar a la clase sobre un texto que debíamos leer en voz alta. Esto habitualmente degeneraba en ataques mezquinos, sin sentido ni base.

La crítica gratuita a menudo carece de fundamento. Podemos reírnos de ella o hacer caso omiso. Puede a veces hasta ser útil. Un ojo no entrenado puede a veces darnos un nuevo punto de vista sin querer.

Pero una crítica abiertamente despectiva, hostil y carente de reconocimiento a la labor del escritor sólo nos hace ponernos a la defensiva. Ese tipo de opiniones no tiene nada que ver con su historia y sí mucho que ver con el “crítico” en cuestión.

Un sorprendente número de personas, incluso algunas que han superado la adolescencia, todavía piensan que las opiniones negativas suenan más inteligentes. Pero es bueno recordar que cualquiera puede mirar un Picasso y decir: “¡Mis pinturas del jardín de infantes, a los tres años, eran mejores que eso!” Apreciar algo requiere educación.

Todos necesitamos saber cómo escribimos. Si usted no tiene un editor o un lector beta de confianza, busque un buen grupo de crítica, preferiblemente escritores de su propio género. Una buena crítica es un regalo valioso. Usted sabrá apreciarla cuando la escuche. Provocará en usted ese momento de lucidez que permitirá mejorar su historia.

Las buenas críticas no confunden el “no es mi género preferido” con “tu historia es un asco”. Además saben balancear los puntos negativos señalando los positivos.

Desde que los textos de toda clase de escritores están expuestos en los diversos modos de publicar en la red, las críticas sin sentido abundan. Nadie encaja bien el criticismo absoluto, el troll. El cerebro registra esto como un ataque que dispara la respuesta básica de huir o pelear.

Algunos puntos a tomar en cuenta para lidiar con la crítica negativa gratuita:

1. Evite entregar su trabajo a quien no comprenda el esfuerzo que conlleva crearlo.
2. Considere la fuente. Tome las opiniones de cada persona como de quien vienen.
3. Escape de las solicitudes de lectura de gente abiertamente agresiva. Deje claro que usted no está buscando opiniones de todos en esta etapa de su trabajo.
4. Si algo parece un abuso verbal, no responda. No surge nada bueno de ello.
5. Considere los problemas que pueda tener ese crítico para emitir esa opinión.

Hay razones que pueden explicar ese tipo de críticas destructivas:
a- Sentirse marginado o no comprender cabalmente la obra. En ese caso reúnase con él para conversar más en profundidad sobre sus objetivos e intenciones. Con más información puede que cambie su perspectiva.
b- Ser un escritor frustrado. Quiere escribir, pero está bloqueado, asustado o simplemente es vago. La envidia hace a la gente agresiva. Y descargar las frustraciones sobre el que hace algo es fácil.
c- Ser un matón narcisista, un troll. Esto no tiene arreglo. Los escritores somos imanes para este tipo de personas. Prestamos atención, que es lo que les gusta, y somos de naturaleza solitaria, lo que nos convierte en una presa fácil. Este tipo de gente va a decir cualquier cosa para destruir nuestro sentido de autoestima. Recuerde que NADA de lo que dice un troll tiene valor. Gane un Premio Planeta, y oirá, “¿Qué, no hay Nobel?” Nunca va a complacerlos por más que se esfuerce, porque nada les agrada más que tener el poder de deprimirle.

La buena crítica es necesaria en cualquier forma de arte, pero la variedad negativa, la crítica despectiva y tendenciosa es veneno.

Si los comentarios son inútiles: ignórelos. Vivirá feliz y escribirá mejor.


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