Revista Cine

Critiquita 440: Secret Wars nº 1, J. Hickman y E. Ribic, Marvel-Panini 2015

Publicado el 11 septiembre 2015 por Lord_pengallan

Pues ya está aquí, ya llegó el evento al que se ha dirigido el Universo Marvel desde que nació haya por 1961. Evidentemente ese progreso fue inconsciente durante la mayor parte de los más de 50 años que median entre el principio y este fin. Pero el ocaso de los superhéroes está ya en su nacimiento como es propio de todo lo vivo (Todo muere. Vosotros, yo, todos los habitantes de este planeta. El Sol, la Galaxia y, tarde o temprano, el Universo mismo. Las cosas son así. Es inevitable. Y lo acepto: Reed Richards, Nuevos Vengadores vol. III nº 1 EE.UU. 1ª pagina). Marvel se complació con el éxito de modo que fosilizó su forma de hacer las cosas al consagrarse como la fórmula del éxito. La lógica empresarial, aunque diga que es capitalista entendiendo por esto riesgo e innovación, en realidad persigue intentar replicar un éxito del pasado. El mammonismo lleva siempre a pretender apostar sobre seguro. Si esto se reconociese el mundo sería un lugar mejor. Esta forma de obrar, antiquísima, surge de uno de los fallos de la mente humana: el considerar las cosas como eternas. No se puede replicar un éxito porque los tiempos cambian y por tanto la ecuación es caduca; de ahí los intentos del poder, a veces inconscientes, a veces conscientes, por fosilizar el mundo como si este fuese una hormiga y él fuese ámbar. Así, la repetición ciega del modelo llevó a los Superhéroes a un estancamiento que, como siempre, ha resultado fatal. Los intentos renovadores ya rebeldes (Moore, Image...) ya empresariales (megacrossovers) no han evitado el ocaso de los superhéroes, que empezó a ser evidente tras el cambio de siglo. Pero aún así Marvel tardó una década en darse cuenta de que la situación era irreversible. En la 1ª década del siglo XXI remó a contracorriente probando todo tipo de variantes de la fórmula para detectar cuál era la parte enferma de la susodicha, la que la hacía inútil en los nuevos tiempos, que si la continuidad, que si la cohesión universal, que si el exceso de seriedad, que si el género mismo, que si la desconexión con la realidad, que si la falta de reflejo de la variedad social, que si el concepto mismo de superhéroe... Todos esos intentos están en todos los eventos pasados desde Heroes Reborn incluido este. Pero con la nueva década, la 2ª del XXI, Marvel acabó asumiendo la realidad inexorable de la muerte quizás por el Cine. Está claro que el mainstream, antes de que los superhéroes cinematográficos lo petarán, vivía cómodo recordando las antiguas glorias, y calentito al considerar inevitable la marginalidad, así que a lo mejor ha sido el éxito alcanzado el que le ha hecho envidiar ese pasado y tratar de reeditarlo. No obstante, lo más probable es que Marvel decidió que necesitaba algo para contrarrestrar tanto los intentos de renovación a la desesperada de su competidora iniciados en el 2011, como su mayor efeméride: Crisis en Tierras Infinitas esto último porque, como en este 2015 aquel cumple 30 años, preveyó que el departamento de marketing de Warner iba a dictaminar que ese año era una fecha adecuada para soltar los perros de la nostalgia, cosa que al final no ha pasado. Seguramente por eso, aunque estas Secret Wars remiten a las pasadas (que el año pasado cumplieron 30 años), tiene muchos elementos de aquel monumental, de grande, no de calidad, evento DC. En fin, que en el 2012 Marvel, acuciada por la decadencia, las demandas de cambio y una competencia que apretaba como nunca, pensó que era mejor precipitar el Fin; así que en el 2013 empezó Hickman a narrar la muerte del Universo Marvel haciendo un refrito de su por entonces reciente temporada de los 4F. Pero siempre teniendo en mente, aunque sólo fuese por orden empresarial, que esa muerte no iba a ser un final. La toalla no se arrojaba. Eso está claro desde el minuto 1. En la historia de Hickman la destrucción es vida y vida es destrucción. Los creadores lucen el omega que de siempre en Occidente, y más desde el cristianismo, ha simbolizado El Fin de las Todas las Cosas. Los creadores se llaman Ex Nihilo porque es de la Nada de donde se viene-nace por paradójico que parezca. Así, el ir hacía la Nada no es más que renacer. Hubo una Nada seguida de un Todo... Vengadores vol . V nº 1 EE.UU. 1ª página. Por tanto, la historia surge de que los personajes Marvel, con Richards a la cabeza, no quieres asumirlo y por ello tienen miedo de morir. Así pues este relato nace de la asunción por parte de Marvel de que el Universo Marvel de Lee&Kirby ha de morir pero que ella ha de seguir en la brecha. 
Critiquita 440: Secret Wars nº 1, J. Hickman y E. Ribic, Marvel-Panini 2015
El episodio empieza con una breve introducción (Secret Wars nº 0; por cierto amor duro -tough love- una traducción mejor sería amor severo, significa: educación infantil disciplinaria; no lo sabía) que resume 2 años de relato. Me parece un error porque evidencia que podíamos habernos ahorrado esos años. Cuando uno demuestra que puede ser directo y conciso deja todo lo demás como basura inrecicable. Además, al ser tan breve, tampoco es que aporte algo al que no haya seguido esto desde el principio. No obstante, tiene su razón de ser porque Hickman introduce en él el último elemento anterior al Apocalipsis del Universo Marvel que faltaba: la construcción de un Arca. La metáfora de que Marvel, aunque ha abierto las puertas de las aguas celestiales (y subterráneas: aquel día fueron rotas todas las fuentes del gran Abismo y se abrieron las cataratas de los Cielos; Gn. 7:11), pretende salvar los muebles. Aunque está enfadada con sus criaturas porque no le dan lo quiere, no las quiere matar. Esto no lo ha ocultado pues ya antes de comenzar el evento final ha estado enseñando qué va a venir después, cuáles son las parejas de animales que ha metido en el Arca. Como lo Alianza entre Lee&Kirby y el público se ha roto, Marvel intenta hacer otra con gente diferente (jóvenes estadounidenses no necesariamente blancos, varones y protestantes o judíos). Esto se está poniendo demasiado bíblico para mi gusto.

Tras este resumen-prólogo tenemos el típico cómic de Hickman. Este guionista es un tipo bastante culto y competente, pero también es bastante frío y ciclópeo por lo que, aunque meta chistes y se ponga dramático, al final la cosa resulta sosa e impersonal. Su manía por los grandes repartos y múltiples tramas paralelas no favorecen su evidente torpeza a la hora de hacer vívidos a sus protagonistas, y sin eso no se puede emocionar al personal. Sus historias son interesantes y están bien desarrolladas pero acaban por cansar por su excesiva longitud, obligación que la Industria del Entretenimiento impone hoy a los autores, y frialdad. Así, liberado aquí de la paja hace la mejor grapa de evento que existe. Habiéndose quedado tranquilo tras hacer uno de los preludios más largos de la Historia (al final esto ha resultado como si la intro de las películas clásicas de James Bond durasen 2/3 del film), Hickman se pone directo y dinámico de modo que aquí nos da, a cambio de dinero, un número entretenido aunque, como todas las grapas de evento, peca de dispersión por la obligación de tener que meter a todo el mundo en la historia. Así, resulta una lectura agradable con personajes bastante vívidos, aunque a un aficionado de toda la vida le parece la historia algo forzada. Antes, en el siglo pasado, los superhéroes de ambos mundos habrían hecho las paces para enfrentarse juntos a los villanos manipuladores y salvar la Tierra. Sólo puede quedar un planeta-Universo, pero la gente de ambas Tierras pueden vivir en el mismo planeta y en el mismo Universo. Con toda la Ciencia superheroica de 2 realidades se podría solucionar los problemas de una Tierra hipersuperpoblada. Después de todo, se conoce el viaje espacial...

Para dibujar esto Marvel ha contratado al dibujante más popular del mainstream actual, Ribic. El tío es alguien muy competente con el dibujo y conecta con el público porque le da el realismo que este piensa que es la condición fundamental de todo dibujo que se precie. Sin embargo es un gran artesano, no un artista. Ribic se lo curra y trata en cada viñeta de superar las 2 grandes lacras que la gente piensa que tiene el dibujo superheroico: incapacidad para plasmar bien la anatomía humana e incapacidad para plasmar la gestualidad humana, pero al enfocarse en eso se olvida de que también es importante no ser convencional y saber dibujar más de un rostro. Así, el resultado es bonito pero ni es espectacular como lo es Hitch, ni memorable, sus viñetas podrían ser las de cualquier otro cómic suyo. Naturalmente él no tiene toda la culpa de este bonito pero vulgar resultado pues la obligación de meter muchas cosas le impidió explayarse, jugar con la narración y hacer splash pages. El cómic sólo tiene 2 pero la 1ª es sosa y la 2ª genérica.

Así pues Secret Wars nº 1 es un buen cómic. Está mejor hecho que cualquier otro perteneciente a un evento mainstream. Tanto que incluso diría que se puede leer sin conocer nada previo, si bien entonces faltaría la necesaria conexión emocional con los personajes y el conocimiento de los mismos con lo que no habría mucho disfrute ya que eso supone, tanto el no tener interés en el destino de los protas, como la incapacidad para valorar sus actos. Sin saber cómo es una persona no se puede saber si siempre es así o no, y eso es fundamental para apreciar una historia. En fin, que aunque este cómic adolece de todos los males de los eventos, está bien sobre todo porque Hickman demuestra que tiene algo de sangre en las venas. Así este numo 1 es un buen principio que llega a enganchar a pesar de no tener nada nuevo y estar todo el pescado vendido.

He sido sobrepasado. Y así yo tengo esperanza en... Yo creo ... en la Nada. Alternativa que doy a la traducción de Panini a las últimas frases del cómic que creo que transmite mejor lo que quiere decir Hickman. Un mensaje negativo pero que en la lógica del guionista es positivo...

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