Revista Opinión

Crónicas afganas: Homofobia

Por Antoniopampliega

Si en Afganistán los soldados norteamericanos odian más que a Osama Bin Laden, a los talibán o los terroristas de Al Qaeda, esos son los homosexuales. Mientras esperaba mis cuarenta minutos de rigor para poder acceder a internet- de manera gratuita- sucedió una cosa que me llamó poderosamente la atención y que ha hecho que retrase la entrada que tenía prevista en el blog para hoy por esta otra.

En la base aérea de Kandahar los soldados y todo el personal civil que lo desee puede acceder a internet y a los teléfonos de manera gratuita- 30 minutos los ordenadores y 20 para llamar por teléfono- en una pequeña barraca que el ejército norteamericano tiene junto al gimnasio y a la pista de baloncesto. La sala de espera cuanta con una serie de sillones- bastante decentes teniendo en cuenta donde nos encontramos- algunas sillas y una televisión donde los encargados del recinto ponen películas para entretener a la tropa mientras espera.

Las películas suelen ser de lo más variopintas. Desde alguna francesa, subtitulada en inglés, hasta Matrix pasando por la Milla Verde o Forrest Gump. Pero la película de hoy era un tanto especial. Interpretada por el actor Robert Carlyle- el mismo de Full Monty- cuenta las peripecias de un homosexual… Durante la película hay una escena subida de tono entre dos hombres. Los soldados que estaban en la sala se han empezado a dar codazos mientras los dos actores se empezaban a besar. Algunas no podían reprimir una risita por lo bajo mientras otros apartaban la cara asqueados del espectáculo. Pero en esa sala había un soldado especial, Ryan McKee. Que ni corto ni perezoso se ha levantado de su asiento se ha encaminado hacía el reproductor de vídeo ha sacado la cinta y la ha tirado al cubo de la basura. Sus compañeros han comenzado a vitorearle y a aplaudirle mientras el soldado hacía una reverencia con la cabeza. El encargado del establecimiento no entendía el motivo del enfado y le ha pedido explicaciones y el soldado McKee se las ha dado con mucho gusto. “Ninguno de los que estamos aquí nos gusta morder almohadas; así que coge esa puta cinta de maricones y no la vuelvas a poner nunca más. Y ahora nos pones una película donde no salgan maricones”… Una ovación del respetable mientras McKee miraba desafiante al encargado que ha agachado la cabeza y nos ha puesto Matrix Revolution.

El soldado McKee es de los que piensan que los homosexuales no deberían poder acceder al ejército. Para él, un homosexual no está capacitado para morir por su país. Ni debería para compartir una trinchera con él mientras disparan a los insurgentes. No son personas… Pero la opinión de este joven soldado es compartida por la inmensa mayoría de sus compañeros. Ser homosexual no está bien visto en el ejército norteamericano. Aunque den la vida por su patria… ¿Pero qué pensaría McKee si supiese que su compañero de litera es un ‘muerde almohadas- como él los llama? ¿O si se enterase que ese compañero con el que ríe en la trinchera mientras se pasan un cigarrillo para combatir el frío es homosexual?

Quizás, ¿el joven McKee carece de educación o de valores? ¿O por el contrario esos valores de los que hace gala son parte de su instrucción que tan orgullosamente se la han inculcado en el ejército? Sea como fuere, es significativo su comportamiento. Ser homosexual no debería ser motivo de su ira ni de su desprecio… ¿Sabrá acaso el soldado McKee que los talibán ejecutan a los homosexuales? Quizás no haya mucha diferencia entre los dos… Muy triste.


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