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Crónicas Cannes 2012: “Sueño y silencio” el retorno a Cannes de Jaime Rosales

Publicado el 24 mayo 2012 por Fimin

Crónicas Cannes 2012: “Sueño y silencio” el retorno a Cannes de Jaime Rosales

24 de Mayo del 2012 | etiquetas: Festival de Cannes, Festivales 2012, Crítica  Compartir

Hace un par de semanas ya hablamos de todo lo que había alrededor de la última película de Jaime Rosales. Su estreno mundial en la Quincena de Realizadores en Cannes y su buena recepción por parte de la crítica reafirman que el esfuerzo de tres años del director ha merecido la pena. Vayamos un poco más allá.

¿De qué va?

Oriol y Yolanda viven en París con sus dos hijas. Orion es arquitecto y Yolanda maestra. Durante unas vacaciones en el Delta del Ebro sufren un accidente que cambia sus vidas por completo.

¿Quién está detrás?

Jaime Rosales vuelve al lugar donde consiguió acceder a la fama: la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes. Esta año, el festival francés acogerá el estreno mundial del cuarto film de Rosales: “Sueño y silencio”. Un proyecto largo y tremendamente exigente llega a su fin después de años de trabajo.

¿Quién sale?

Los protagonistas, Oriol Roselló y Yolanda Galocha son actores no profesionales que tampoco disponían de texto para memorizar. Del mismo modo que no ser repitió ninguna toma en todo el rodaje, los diálogos eran fruto de lo que ocurría en cada escena.

¿Qué es?

Dolor. Realidad. Memoria. Rosales continúa el tema de “La Soledad” llevándolo a extremos insospechados.

¿Qué ofrece?

La crítica nacional parece haber recibido gratamente el nuevo título de Rosales destacando su retórica y la manera tan especial de Rosales de hacer la película.

Sin ir más lejos, Sergi Sánchez comenta en el diario La Razón cómo “la notable película de Rosales vincula esa indagación de lo espiritual con la creación de una imagen fantasmática”.

En La Razón también, Alicia García de Francisco aplaude las imágenes de Rosales a partir de sus declaraciones, hablando de lo notable del film tal que “Una historia rodada en un expresivo blanco y negro, una decisión "puramente estética" porque le da "una materialidad a la imagen, le da un realismo, una belleza del grano que todo lo que ha ocurrido está ahí, le da una verdad"”.

También en la misma línea, Oti Rodríguez Marchante nos explica en el diario ABC que “Yolanda Galocha, la madre, es un frontón que rebota cada uno de sus sentimientos, y Oriol Roselló, el padre, absorbe los suyos con rara naturalidad, y de este modo tan azaroso también predica la película uno de sus varios dilemas, mediante un doble elogio al recuerdo (a la presencia) y al olvido (la ausencia).”. Por otro lado, aquello difícil de leer en la película hace dudar al crítico sobre la dimensión final del film en sí “Uno se levanta de la proyección de “Sueño y silencio” con un marcado signo de interrogación en la cabeza y otro de admiración en el pecho, y con la duda de si ha visto algo muy pequeñito o algo muy, muy grande.”.

Finalmente, el cuadro crítico de Micropsia mantiene “Sueño y silencio” bien recibida; con notas como el 7,5 de Carlos F. Heredero.  


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