Revista Cultura y Ocio

Crónicas marcianas, por Ray Bradbury

Publicado el 22 febrero 2015 por David Pérez Vega @DavidPerezVeg
Crónicas marcianas, por Ray Bradbury Editorial Minotauro. 260 páginas. 1ª edición de 1950; esta de 2008. Traducción de Francisco Abelenda. Prólogo de Jorge Luis Borges.
De Ray Bradbury (WaukeganIllinois1920-Los ÁngelesCalifornia, 2012) había leído hasta ahora únicamente Fahrenheit 451, hace ya más de veinte años, cuando era un lector casi exclusivamente de ciencia ficción. Fue una pena que me acercara primero a Fahrenheit 451, porque este libro me decepcionó en su momento y esto me disuadió de acercarme a Crónicas marcianas. Especulo ahora que, si tal vez hubiese encontrado primero Crónicas marcianas y no Fahrenheit 451, en la edición de bolsillo de Orbis en que lo tengo, quizás sería en estos momentos un gran lector de la obra de Bradbury, que habría devorado hasta agotarla.
El caso es que Crónicas marcianas fue uno de esos libros que debería haber leído durante mis años de formación como lector y que se me pasó. De adulto, en más de un momento he pensado acercarme a él y algo –el recuerdo decepcionante de Fahrenheit 451, posiblemente– me echaba para atrás. Mi novia me regaló este libro en la bonita edición en tapa dura de Minotauro, y todavía han tenido que pasar dos años para que me pusiera con él. He tenido que esperar a un momento en el que me empieza a interesar de nuevo la literatura fantástica o de ciencia ficción, y he mirado en las bibliotecas que frecuento qué tenían de autores como Ray Bradbury, Kurt Vonnegut, J. G. Ballard o Stanislaw Lem. En la biblioteca de Móstoles tienen al menos diez libros de Bradbury publicados por Minotauro, a los que me acercaré.
Crónicas marcianas está constituido por veinticinco relatos, y cuyo conjunto –gracias a su unidad temática y la evolución temporal de las historias narradas– bien podría constituir una novela. Cuenta el editor en el prólogo del libro que un joven Bradbury viajó en 1949 a Nueva York con dos colecciones de cuentos en busca de editor. Se entrevistó con varios y todos le pedían una novela, hasta que el editor de Doubleday, Walter Bradbury (extraña coincidencia) le pidió que reorganizara sus relatos en un solo volumen, con Marte como motivo, y así llegó hasta nosotros este libro.
Los veinticinco relatos, escritos antes de 1950, transcurren entre 1999 y 2026 y narran las fases de la colonización de Marte por parte de los terrestres. Leo en internet que Bradbury se considera a sí mismo más un escritor de fantasía que de ciencia ficción, y que de sus obras sólo Fahrenheit 451 sería en sentido estricto ciencia ficción. Ciertamente, cuando leía Crónicas marcianas me parecía que estaba ante una obra que no tenía mucho interés en cubrir las expectativas realistas que puede despertar una obra sobre una futura colonización en Marte; el planeta rojo de Bradbury es un territorio más propio de la imaginación que de la ciencia especulativa. En el Marte de Bradbury existe una cultura milenaria de humanoides con poderes telepáticos. Esto permite que, al encontrarse con los terráqueos, se puedan comunicar en inglés: los marcianos pueden leer la mente. Las descripciones de Marte no aspiran, en ningún caso, a la verosimilitud científica, sino que prevalece la construcción poética. Así se describe un arma marciana: “El arma disparaba hordas de chillonas abejas doradas. Doradas, horribles abejas que clavaban el aguijón envenenado, y caían sin vida, como semillas en la arena” (pág. 30).
Al principio los cuentos hablan de los marcianos y de las primeras y leves incursiones terrestres en su planeta. Primeras expediciones condenadas al fracaso, hasta que en un momento dado los humanos llevarán a Marte la varicela, que se expandirá entre los marcianos, colapsando su civilización. A partir de entonces –a partir del segundo tercio del libro– los colonos terrestres se encontrarán en Marte con ciudades en ruinas y marcianos perdidos que vagan por el planeta, que podrán reencarnarse en los seres que obsesionan a los terráqueos gracias a sus poderes mentales.
“Los marcianos, seres morenos, de ojos rasgados y amarillos”, así se describe a los habitantes de Marte en la página 35; y en esta descripción se puede intuir el espíritu de denuncia de Bradbury sobre la propia historia de su país: los marcianos serían los indios, cuya cultura destruyeron los europeos. En la página 95, esta interpretación de la novela parece hacerse más explícita: “¿Cómo se sentirían si fuesen marcianos y viniera alguien y se pusiera a devastar el planeta?”, pregunta un personaje. Y recibe esta respuesta: “Yo sé muy bien cómo me sentiría –respondió Cheroke–. Llevo en mis venas sangre Cherokee. Mi abuelo me contó muchas cosas del Territorio de Oklahoma. Si hay algún marciano por los alrededores, yo estoy con él”. También podríamos hablar de una crítica a la política de la época, al miedo a un conflicto nuclear que dominaba el mundo en un año como 1949. En Crónicas marcianas (la novela apocalíptica más imaginativa que he leído) no sólo Marte acabará arrasado por la mano del hombre.
En su prólogo para este libro, Borges se interroga: “¿Qué ha hecho este hombre de Illinois, me pregunto, al cerrar las páginas de su libro, para que episodios de la conquista de otro planeta me llenen de terror y de soledad? ¿Cómo pueden tocarme estas fantasías, y de una manera tan íntima?”. Me ha resultado curioso encontrar una conexión entre los cuentos de Crónicas Marcianas y los de Borges: la obsesión por el otro, o por las paradojas de la creación de la realidad (estoy pensando en el cuento Encuentro nocturno, en el que un hombre se encuentra con un marciano y cada uno ve Marte en momentos diferentes de su historia); o por la simulación.
Una posible respuesta a las preguntas de Borges sería que en realidad Bradbury no habla del futuro, sino de su propia época y país. El lector, pese a que las fechas que se señalan en los relatos le deberían llevar a unos 50-80 años después del momento en que están escritos, siempre acaba viendo un pueblo norteamericano de los años cuarenta, con sus granjeros en el porche y su miedo a la bomba nuclear. De hecho, el cuento Un camino a través del aire está fechado en 2003, y en él se narra el éxodo de la comunidad negra de un pueblo del sur de Estados Unidos hacia Marte. Los negros van hacia el cohete que les llevará a un mundo mejor montados en caballos y carretas, ante la mirada atónita de un tendero blanco con ideas racistas. El pueblo americano de 1949, con todos sus problemas sociales, está narrado en este cuento, en esta fantasía especulativa.
Me ha llamado la atención descubrir en Crónicas marcianas una clara influencia de la obra de mi admirado Philip K. Dick. Los marcianos perdidos en el Marte de Bradbury me han recordado a los de su novela Tiempo de Marte; sus robots, que actúan como sustitutos de personas, a los de sus novelas Podemos construirle o Los simulacros; y el uso de los poderes psíquicos de los marcianos, y las confusiones sobre el concepto de realidad que esto genera, a toda la obra de Dick.
Hay cuentos muy cortos en Crónicas marcianas, que casi parecen poemas en prosa, y otros más largos, a veces de más de veinte páginas, con una estructura más clara de relato. Entre ellos me ha llamado la atención por ejemplo el titulado Usher II, donde un excéntrico personaje reconstruye en Marte la mansión del famoso relato de Poe, después de que la literatura fantástica fuese prohibida en la Tierra. Este relato parece un claro antecesor de la novela Fahrenheit 451. Me ha llamado la atención mucho también Vendrán lluvias suaves, un cuento sin presencia humana. O La mañana verde, que podría acercarse a los preceptos del realismo mágico, con un hombre que siembra semillas de árboles en la atmósfera enrarecida –pero respirable– de Marte y ve cómo crecen en una sola noche.
Crónicas marcianas fue el último libro que leí en 2014 y me alegro de haber esperado hasta el final para elaborar la lista de las mejores lecturas del año, porque tengo claro que este libro de 1950 se merecía un hueco de honor en esa lista. Como dije al principio, una pena que no me acercara antes a esta obra. Lo compensaré leyendo más libros de Ray Bradbury en 2015.

Volver a la Portada de Logo Paperblog