Revista Cultura y Ocio

Cuadro La guerra de Otto Dix. Primera Guerra Mundial, libro El pueblo en la guerra de Sofia Fedórchenko

Publicado el 03 junio 2013 por Hermidaeditores
El cuadro La guerra (1929-1932) de Otto Dix.
Cuadro La guerra de Otto Dix. Primera Guerra Mundial, libro El pueblo en la guerra de Sofia Fedórchenko
“El cuadro – explicaba Dix en 1964 – lo hice diez años después de la Primera Guerra Mundial. Durante aquellos años me había preparado a fondo para convertir en arte las experiencias de la guerra (…) En aquel tiempo, por cierto, muchos libros propagaban sin problemas en la República de Weimar un concepto de héroe cuya reducción al absurdo tuvo lugar en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. La gente comenzaba a olvidar los sufrimientos que había acarreado la guerra. En esta situación surgió el tríptico”.
El testimonio de una mujer en el frente de la Primera Guerra Mundial, Sofia Fedórchenko, que retrató como nunca antes se había hecho en "epigramas" las infernales vivencias de una guerra y de sus solados a los que atendía en calidad de enfermera. El libro es El pueblo en la guerra y como dijo Elias Canetti sobre el mismo:
"La mejor literatura rusa que uno ama". "Es tal la imagen de la guerra que de ellas se desprende que todos deberíamos conocerlas de memoria". "El mejor libro escrito sobre la guerra".
También fue libro de cabecera para Thomas Mann o Máximo Gorki entre otros.
Libro: http://hermidaeditores.com/descargarebooks/elpuebloenlaguerra-sofiafedorchenko-libro-ebooks-sindrm-epub-pdf-11.html
Amazon:
http://www.amazon.es/guerra-Testimonios-soldados-Primera-ebook/dp/B00A6TO6QO/ref=sr_1_2?ie=UTF8&qid=1370282054&sr=8-2&keywords=el+pueblo+en+la+guerra.+Fedorchenko
En sus comienzos puede leerse lo que los pobres soldados, muchos de ellos analfabetos (no por ello ignorantes), pensaban sobre la guerra y sobre los que les mandaban al frente:
"¿El porqué de la guerra?.. Los mercaderes han hecho un mal negocio y nos hacen pringar a nosotros..."
En otro pasaje:
"Nos apelotonaron a todos: sanos y enfermos, estuvimos apretujados como ramas de una escoba. No había forma de escapar. Detrás de mí estaba un soldado enorme y se agitaba todo el rato. Le dije: "Paisano, paisano..." Me miró con un ojo enturbiado y dejó caer sobre mí todo su peso, se murió. Menudo vecino..."


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