Revista Filosofía

¿cual es la visión de españa de nuestros políticos?

Por Occidental En Lucha @occidentaldecad

Decía Cipolla que lo más terrible para la Humanidad no es un hombre malo si no un estúpido. El estúpido afirmaba es mucho más peligroso, pues, en sus actos es impredecible y además no sabe en ningún momento que es realmente estúpido. Lo mismo podríamos decir de la ignorancia que no es si no una forma querida de estupidez  , en nuestros tiempos de la información y los medios de comunicación, voluntaria al contrario de lo que pasaba hace cien años y por lo cula lucharon intelectuales europeos desde el S.XVIII.

Se ve que el hombre se ha cansado de la máxima "el saber no ocupa lugar" y prefiere el "digo lo que me apetece, hago lo que me parece y además tengo razón"

Como el relativismo hace que la cultura entendida como conocimiento humanístico sea absolutamente prescindible por su iniutilidad consecuencia de la interpretación , aquí ya todo vale.

Y he aquí que nuestros políticos , y sobre todo la izquierda por llamarla de alguna forma que nos gobierna aún lo tiene más claro. Creen que se puede prescindir de más de 500 años de Historia en común, destruir una Nación y recomponerla de nuevo en base a unas premisas absolutamente contrarias a las que la hicieron nacer. Y he aquí donde ese mal del relativismo tiene las consecuencias más terribles cuando entra en el terreno de los sentimientos políticos y nacionales.

Cuando se trabaja desde la estupidez inducida de la ignorancia pasan cosas como el deseo de Leire Pajín ,fuerza viva e ideológica de nuestra izquierda ahora post-revolucionaria, de que se hable en el Senado como si fuera este país las Naciones Unidas. Una especie de confederación de mini-estados, aglutinados torpemente en una especie  Imperio de "chichinabo" , remedo del fenecido Imperio Austrohúngaro con grandes posibilidades de balcanización.

Pero es que lo peor de todo y ahondando en la tesis de Cipolla , es que se lo creen. Se creen que pueden apoyar a las fuerzas centrifugas de España , a los nacionalistas de aldea y pensar que esa concesión puede apaciguar su instinto independentista e incluso reforzar la idea de España. ¿Realmente creen en España? ¿O en su afán de crear una nueva no pensarán inconscientemente en destruirla?

Leía hace poco como Neville Chamberlain primer ministro británico en la época de entreguerras mundiales utilizaba la política del apaciguamiento para contener a Hitler. Lo que no se dio cuenta es que a alguien que sólo tiene una voluntad clara de conseguir un objetivo al que se subordinan todos los demás no puede ser "apaciguado" y menos aún integrado en una realidad de la que abomina. Simplemente se le puede apoyar si no molesta a los intereses propios utilizarlo de trampolín o destruirlo en caso contrario. El problema de los nacionalistas no es que en el Estado no se encuentren comprendidos si no que su propio fin, como dice la palabra, es crear naciones donde nos las hay y acabar con España.

En esta época descafeinada de ideales los únicos que prosperan son los más descabellados, pueriles y aldeanos por ser las mas atractivos para la clase de gente que aún conserva alguna fe. La ignorante.

En cualquier caso hay dos tipos principales de ignorantes. El nihilista que imbuido por la época del relativismo y normalmente especialista en algún campo limitado de la técnica o el saber tiene fe sólo en sí mismo y cree en las utopías sin sustento cultural ni histórico, principalmente por lo que ha visto en las películas de moda y algún panfleto o familiar más o menos digno intelectualmente y generalmente sesgado ideologicamente. Es lo que yo llamo el ignorante de ciudad del cual cualquier sacrificio supone el abandono de su creencia y que sigue la máxima de Groucho Marx de "no se preocupe por mi ideales si no le gustan me busco otros nuevos".

 Y por otro lado el ignorante del campo. Ese hombre rudo pero de sentido común que antepone su experiencia vital y su conocimiento heredado de padres a hijos aunque limitado a sus tradiciones culturales a cualquier otra consideración. No se puede esperar de él grandes soluciones pero sí grandes sacrificios por sus ideales.

Como los medios de comunicación han acabado casi con este último tipo y la educación general no ha conseguido por desgracia erradicar la ignorancia no encontramos masivamente con el primero de ellos.

He aquí quenos encontramos aquí con el último hombre de Nietzsche , un hombre que aplica la opinión como dogma y el hedonismo como religión. Todo es respetado y con ello nada lo es. La paradoja del nihilismo hecha carne. Y ante eso cualquier solución es "pan para hoy y hambre para mañana". Los sistemas políticos actuales alimentan áún más a ese Último Hombre, aquel que se levantará sólo en las tumbas de la naciones occidentales y terminará gritando dando a nacer a un nuevo humano en un mundo de cenizas intelectuales.


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