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Cuando con las palabras no llegan

Publicado el 28 enero 2016 por Trescuatrotres @tres4tres

Soy de los que piensa que el movimiento se demuestra andando, que las palabras se las lleva el viento si no vienen acompañadas de hechos o gestos y que el trabajo constante trae el resultado deseado. En numerosas ocasiones escucho en los campos de fútbol a entrenadores gritar ¡Concentración!,¡Intensidad!,¡Movilidad!. La pregunta es, ¿Hacemos todo lo posible para que nuestros jugadores afronten un partido concentrados?, ¿trabajan a diario para jugar con intensidad?.

Siempre digo y diré que el fútbol es de los jugadores y que el entrenador que crea que gana partidos va por mal camino. Nuestro trabajo es ayudar al jugador. Ayuda para que no sufra en los partidos, para que las situaciones que se planteen durante el partido le sean familiares y las contextualice. Trabajo al fin y al cabo. De poco o de nada sirve exigir desde la banda sino está trabajado.

La concentración se trabaja, al igual que la relajación, otra cosa es que no se le dé la importancia adecuada. Podemos planificar tareas para que el jugador piense, siempre tiene que pensar diréis, pues no, ese es otro tema pero hoy en día se mecaniza todo, se trabaja poco la toma de decisiones. Planificaremos ejercicios para provocar una tensión en el jugador que la haga estar concentrado.

Jugamos un mantenimiento con la mano, introduciendo variantes de dificultad progresiva:

  • Dos equipos conservan el balón mientras el tercero intenta recuperarlo.
  • En la conservación no puedo jugar con ningún compañero de mi propio equipo.
  • Tras recuperar tengo que jugar con un compañero de otro equipo.
  • En la conservación un pase tiene que ser con bote y el siguiente por el aire, así sucesivamente.

Son diferentes consignas que podemos introducir y que elimine la anterior o bien combinar unas con otras. Si el jugador no está centrado en la tarea fracasará. Podemos comenzar con un espacio amplio e ir reduciéndolo, también podemos, si tienen la dinámica del ejercicio adquirida pasar, a jugar con el pie.

Otro aspecto es la intensidad, ¿trabajamos con intensidad durante nuestras sesiones semanales o por el contrario dejamos varios minutos entre ejercicio y ejercicio y estos son poco continuos y carentes de ritmo?

Personalmente prefiero sesiones de 90′ en donde la pausa sea mínima. Conseguimos que el jugador no desconecte del todo. Se juega como se entrena por lo tanto es inviable pedir intensidad a nuestros jugadores sin antes ponerla en práctica. A continuación les voy a mostrar un ejercicio en donde las rotaciones son constantes, se demanda intensidad y se exige concentración al jugador que ejecuta y al que está en espera.

La dinámica del ejercicio es disputar encuentros de 2×2 seguidos, sin pausa, durante 10 ' aproximadamente. La pareja que consiga un gol gana y continua jugando. La concentración se exige en el momento en el que tras meter un gol y ganar ese partido se ataca la portería que antes defendías. El portero que acaba de encajar gol pone en juego lo más rápido posible el balón y la pareja rival sale de la portería que antes defendía la pareja vencedora.

Por ejemplo, en la imagen se enfrentan amarillos contra blancos. Si los amarillos consiguen hacer gol los blancos deberán salir rápidamente del campo. El siguiente partido enfrentara a los verdes o azules contra los amarillos y estos defenderán la portería de la derecha. Los partidos no serán de más de 30″, si finaliza en empate salen ambas parejas y entran dos nuevas.

Una variante más sencilla a esta dinámica es simplemente hacer dos equipos y que vayan saliendo por parejas. La pareja ganadora continua en el campo y defiende y ataca siempre la misma portería.

Algo que aprendí con los años es que la intensidad llama a la intensidad, si calentamos con juegos, sin progresión de ritmo, ni aumentos de intensidad no conseguiremos una sesión con la intensidad que deseamos. Acabar con un circuito, con unas series de velocidad podría ayudarnos a paliar ese déficit.

Recordemos siempre que la única llave al éxito es el trabajo y cuanto más dejemos al azar peor nos saldrán las cosas. Si un jugador falla un penalti, un remate acaba en el larguero, se trastabilla con el balón en los pies...eso, todo eso no es cuestión de mala suerte. Trabajo, constancia, perseverancia y competitividad con uno mismo tienen que ser los valores de cualquier deportista para crecer.

Ejercicios de tácticaEntrenadores

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